Opinión
J.J.Jinks: "Boric está durmiendo con un enemigo de la democracia"
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Estábamos totalmente anestesiados con los 65 años de la dictadura cubana, tampoco nos preocupaba mucho la dictadura nicaragüense con la pareja del horror de Ortega y Murillo.
Después de todo, salvo Rubén Darío y su Azul escrito en nuestro Valparaíso en 1888, no conocemos a muchos oriundos del pequeño país centroamericano. Abusando de nuestra dejadez y algo de cobardía, el Partido Comunista chileno podía con comodidad enarbolar sus “impecables credenciales democráticas” y al mismo tiempo respaldar regímenes dictatoriales en la región.
Ese mismo esquema venían aplicando con el chavismo venezolano amparando la persecución de opositores y las múltiples señales de deterioro democrático desde hace muchos años atrás, pues no nos hagamos los sorprendidos, esta no la primera elección que se roban en Venezuela.
¿Cuál es la diferencia esta vez? ¿Por qué nos parece insoportable que sea parte del gobierno de Chile un partido que respalda a la dictadura venezolana? Veo tres razones.
La primera es la grosería del robo de la elección que masivamente respaldó a la collera González Machado. Inventar porcentajes sin siquiera darse la lata de ponerle algún decimal es más de lo que cualquiera persona decente intelectualmente puede soportar.
Ha pasado una semana y no han sido capaces de elaborar una respuesta coherente para no mostrar las actas, "nos hackearon de Macedonia del Norte" fue la teoría desquiciada e inverosímil enarbolada por el bruto de Maduro. Naturalmente a esta altura las actas dejaron de tener sentido y seguir solicitándolas sólo sirve para darle tiempo y aire a la dictadura.
Naturalmente a esta altura las actas dejaron de tener sentido y seguir solicitándolas sólo sirve para darle tiempo y aire a la dictadura.
En segundo lugar, está la cercanía. El Gobierno nos ha informado recientemente que hay más de 700 mil venezolanos en suelo nacional. La cifra realmente impresiona, pues representa más que las poblaciones completas de Viña del Mar y La Serena sumadas, sólo por intentar visualizar geográficamente la cuantía de la inmigración.
Por tanto, lo que sucede en Venezuela ya no es un problema del lejano Caribe, es un problema nuestro. No sólo porque convivimos a diario con personas de ese país, sino que además todo hace indicar que si la tiranía se perpetúa tendremos una nueva ola inmigratoria en un momento en que el sentimiento general es que estamos pasados del punto de saturación al respecto.
La otra razón es que ha sido un gobierno de izquierda sin ambages como el de Boric el que se le ha plantado a Maduro desde un inicio no reconociendo su triunfo espurio. La Cancillería chilena ha tenido que equilibrar sus relaciones con los gobiernos latinoamericanos de izquierda como Brasil, Colombia y México, pero esto no ha sido óbice para ser claros con Maduro desde el principio de esta farsa.
Esto genera un contraste brutal con el Partido Comunista, que rápidamente abrazó a la dictadura como quien vuelve a lugar conocido y tibio. Diariamente nos informamos de las detenciones ilegales, de las amenazas a los opositores, del terror en las calles, de los muertos. No se puede ser socio por conveniencia de un partido que avala, sin arrugarse, todas y cada una de esas atrocidades. Boric está durmiendo con un enemigo de la democracia, él lo sabe y nosotros también.