Cuales ranas en agua tibia nos hemos ido acostumbrando a un Chile cada vez más violento e inseguro. Hemos modificado comportamientos y la tranquilidad que por años fue parte de nuestra forma de vida grisácea y aburrida hoy la añoramos como un precioso tesoro perdido.

Sin embargo, de tanto en tanto y sin previo aviso, la temperatura sube bruscamente y la rana tiende a saltar fuera de la olla. Es lo que ocurrió en los últimos días con una ola de múltiples asesinatos desusada, incluso, para los nuevos estándares. Ni siquiera nos pudo calmar la voz suave y robótica de la vocera de Gobierno, quien nos recordó que en promedio seguíamos mejor en criminalidad que nuestro convulsionado barrio.

Asustadizos nosotros que no nos logramos concentrar en las estadísticas en medio de los balazos. En todo caso, los ciudadanos de a pie no fuimos los únicos que nos asustamos. Unos habitualmente imperturbables senadores socialistas no se anduvieron con chicas y salieron a proponer estado de sitio para la Región Metropolitana para que no quedara duda alguna sobre la gravedad de la situación.

El gobierno, medio groggy, lejos de dar un portazo a la excepción constitucional señaló en esas formas que hacen las delicias de los políticos que no descartaba ninguna medida. Es decir, quedamos a un paso de restringir el derecho a reunión y que las personas pudiesen ser detenidas en lugares distinto a cárceles, además de un rol activo de las Fuerzas Armadas en las calles. Ni el guionista más osado pudo haber pensado este episodio en el gobierno del Presidente Boric.

El problema frente a todo esto es que la política sigue utilizando pirotecnia publicitaria para calmar a la ciudadanía. Un día son los senadores del PS con el estado de sitio y a los dos días es el Presidente con una cárcel de alta seguridad sacada del sombrero (o la boina en su caso). Dado que decirle a la población que se van a mejorar las coordinaciones entre los distintos estamentos parece, y es, insuficiente, se usa y abusa de estos golpes de efecto para dar la sensación que se está haciendo algo concreto.

Nada parece parte de un plan o de algo pensado en sus implicancias. Se buscan likes y titulares y, por tanto, con mucho esfuerzo, se consiguen likes y titulares. La lucha contra el crimen permanece donde mismo. Como decía el viejo Séneca: “no hay viento favorable para el que no sabe dónde va”.

El problema es de una seriedad tal que se vuelve insoportable ver al Gobierno preocupado de endosar responsabilidades al fallecido Presidente Piñera con argumentos que no resisten una contra pregunta. Todos sabemos cuál fue la actitud, y las votaciones, de las actuales autoridades frente a temas de seguridad y migración.

Es absurdo gastar energías en intentar reescribir la historia, más aún cuando estamos hablando de pocos años atrás. A esta altura poco importa lo que cada uno dijo e hizo, lo verdaderamente relevante es cuáles son los costos que se están dispuestos a pagar para devolverle la tranquilidad a los chilenos. Porque sin costos, no hay solución.