Opinión
La columna de J.J.Jinks: Lecciones desde la isla
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Se suele repetir, sin mucha accountability por parte de quienes lo cacarean, que la política chilena sigue los pasos con cierto rezago de la política española. Más de 200 años de independencia no han sido suficientes para dejar de mirar a la madre patria como un faro que todavía irradia luz tenue, pero luz al fin, sobre nuestros destinos.
La última coincidencia fue el surgimiento de una nueva izquierda en España a través de Podemos y su correlato acá a través del Frente Amplio. El aprendiz terminó siendo más exitoso que el maestro, pues mientras en Chile llegaron a la primera magistratura con el Presidente Boric, el desinfle de Podemos y de sus principales figuras ha sido total e irremediable.
Si de mirar a Europa se trata, mucho más interesante para nuestro derrotero es lo ocurrido en Gran Bretaña. El Partido Laborista vuelve al poder después de 14 años y tras propinar una paliza a los desdibujados Tories. Lo hacen con Keir Starmer, quien lideró con habilidad y mano firme una vuelta al centro del partido luego de múltiples fracasos electorales.
Es una centroizquierda que le vuelve a hablar a las grandes mayorías y deja atrás un socialismo añejo e ideologizado lleno de causas identitarias. El epítome de esto fue su anterior líder Jeremy Corbyn, quien terminó siendo expulsado del partido luego de múltiples acusaciones de antisemitismo solapado y no tanto.
Parece haber un camino para la izquierda genuinamente socialdemócrata que no obligue a la población a optar por un programa de ideas ya desechadas por la historia. No deja de ser interesante recordar que el anterior triunfo electoral de los laboristas fue a gracias a un joven, bello y audaz Tony Blair, a quien también le tocó sacar al partido del pantano de la izquierda más dura.
Para ello incluso tuvo que ocupar el rebranding de New Labour. Es el foco en los trabajadores usando la desdeñada eficacia del capitalismo para proveer crecimiento lo que le ha permitido a la centroizquierda británica acceder al poder con éxito. ¿Le suena? Sin duda, que el pecado de la ex Concertación de haber abjurado de uno y cada uno de sus éxitos frente a la presión de unos jóvenes impetuosos es una mancha difícil de borrar, pero la política da siempre oportunidades, como lo acaba de demostrar el nuevo primer ministro Starmer.
La derecha chilena por su parte también tiene donde buscar lecciones. Especialmente sobre qué no hacer. El Partido Conservador británico siempre fue un gran defensor de las libertades y entre ellas de una economía social de mercado. Terrible momento para el partido, pero especialmente para Gran Bretaña han sido estos años recientes cuando presa de una combinación de populismo y nacionalismo obsoleto terminaron siendo una montonera irreconocible. El legado que dejan las últimas administraciones no es otro que el desastroso Brexit que pese a las múltiples advertencias fue empujado contumazmente por los Tories en un ánimo de conectar con la ciudadanía. Ahora ha llegado la hora de pagar las cuentas, y merecidamente éstas son altas.
El populismo en la derecha siempre anda rondando cerca: fijación de tarifas eléctricas, retiro de fondos de las AFP, salarios mínimos altos y otras perlas han contado con los votos con la derecha chilena. Es una droga de la cual sólo se sale con una derrota estrepitosa y en medio de la vergüenza. Mejor evitarlo si se puede,