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Chilenos de inteligencia artificial: dos estudiantes se doctoran en las mejores universidades del mundo
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Cristóbal Eyzaguirre, Stanford
Es el único chileno doctorándose en inteligencia artificial en la universidad norteamericana de Stanford. Con 27 años, también es el más joven, e incluso -dice entre risas- cuando fue aceptado les hicieron poner en un mapa su lugar de procedencia. Sólo él estaba en el hemisferio sur, todos los demás eran norteamericanos, asiáticos o europeos
Cristóbal Eyzaguirre escuchó hablar de inteligencia artificial por casualidad. El 2016, mientras cursaba su master de computación en ingeniería civil UC, le surgieron problemas digitales que quería resolver, “había varios temas de computación que buscabas en internet cómo resolverlos, pero no los encontraba”, recuerda. Uno de ellos era hacer que el movimiento de la boca de un personaje en un videojuego sea más realista. “No había una solución analítica ni perfecta, tuve que empezar a aproximar soluciones con machine learning” explica Eyzaguirrre.
Con ánimos de encontrar maneras de resolver esa inquietud, el entonces estudiante estudió inteligencia artificial por su propia cuenta. Hasta que le presentaron a Álvaro Soto, que por ese tiempo era profesor de visita en Stanford. Incluyó a Eyzaguirre en un proyecto de él con estudiantes en Estados Unidos, y “así sin darme cuenta quedé metido en el laboratorio de inteligencia artificial de la UC”, relata. Era el único estudiante de pregrado, y destaca que empezó a “rodearse de gente brillante”. Al poco tiempo entró al máster en inteligencia artificial que lideraba el profesor Soto.
La clase de teología
Un día mientras estaba aburrido en una clase de teología se le ocurrió una idea, que trata de explicar en simple, “quería dejar que una red neuronal (tipo Chat GPT) aprenda a demorarse menos tiempo en procesar cuando las cosas que le preguntan son fáciles. Es una forma de que los modelos puedan aprender por su cuenta sin que tú tengas que hacer nada más”. Su motivación -confiesa- era súper simple, “cuando uno se lava los dientes en la mañana no hay que pensar, casi que puedes apagar el cerebro. En cambio, para hacer matemáticas, hay que trabajar más. Entonces quería que el modelo aprenda solo a resolver temas poco complejos”. La derivación completa de la matemática la hizo en esa clase.
Pero eso no era lo único que mantenía ocupado a Eyzaguirre. Su primer proyecto fue tupuc.cl, una plataforma que armaba el horario más adecuado de clases. Tras cursar el primer ramo de programación, se obsesionó con el alcance de esta ciencia. La inquietud vino porque según él siempre tenía malas secciones y no le dedicaba el tiempo para hacer un horario bueno de clases.
Hizo un programa básico, y se lo mostró al ayudante del ramo. “Le gustó tanto que se lo mostró a sus amigos más inteligentes (hoy en grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos), todos mejores que yo, e hicimos esta página web que básicamente te armaba el mejor horario a tu medida, con los feriados que buscabas, horas de entrada y salida y profesores. Tomaba toda la información disponible y con mi algoritmo de optimización te hacía el trabajo de pensar tu horario”, recuerda.
De visita en el laboratorio mexicano de Inteligencia Artificial de Fintual
Poco después, junto a otros compañeros -y aunque no se le ocurrió a él-, desarrollaron un sistema de reconocimiento de árboles vía drones. Para construir un proyecto, como por ejemplo una represa, la compañía encargada debe mapear sí hay especies protegidas o qué plantaciones van a ser afectadas. “Eso, se hacía con gente caminando y llenando formularios”. Con su solución era más eficiente y escalable.
De Google a Stanford
La relación con Soto se convirtió en una especie de mentoría, y el verano de 2020 realizó una pasantía en su startup de robots inteligentes que se mueven en los supermercados, Zippedi. Al mismo tiempo recibió una invitación de Google para trabajar unos meses en análisis de video con inteligencia artificial. A finales del 2020 se fue a vivir a Madrid para trabajar en la empresa norteamericana.
En eso, una amiga lo convenció de postular a un doctorado en inteligencia artificial, algo que -dice Eyzaguirre- “nunca ni siquiera me había planteado”. En esa época trabajaba en Google desde España con ocho horas de diferencia (se fue por la pandemia), hacía clases por las madrugadas en el diplomado de inteligencia artificial de la UC y terminaba su magíster.
Sus opciones eran Stanford, MIT y Berkeley, en ese orden. Por otro lado, le ofrecieron quedarse en Google y recibió una oferta para investigar lo que él quisiera en Facebook Londres. Su preocupación era que “para ser aceptado te miden la cantidad de papers publicados”. Él tenía solo uno. Pasó todas las pruebas y fue aceptado, cree Eyzaguirre que porque “les gustó mi perfil, hice una investigación por mi cuenta en el pregrado. Eso demostraba que había resiliencia mental, motivación y ganas de salir adelante cuando fallan los experimentos”.
En septiembre del 2021 empezaron las clases.
El día a día en San Francisco
Sus días pasan mayoritariamente en el laboratorio de la universidad con sede en San Francisco. Ya ha publicado tres papers sobre redes neuronales adaptativas y modelos de texto y video, y actualmente está enfocado en soluciones de video eficiente en tiempo real. Tecnología que, por ejemplo, se usa en los autos con piloto automático o en cámaras de seguridad.
Muchas jornadas son de casi 12 horas diarias, y con fines de semana incluidos. Tiene dos personas a su cargo. Es por esto -afirma- que despejarse es una de sus prioridades, “lo necesito, para algunos la investigación es su vida completa, pero yo lo complemento con deportes al aire libre. Si puedo estar solo en la punta de una montaña mirando el infinito, y me demoré seis horas en subir, rodeado de nieve, es perfecto”. Además, se compró una bicicleta y está entrenando natación para correr el Ironman de Santa Cruz.
La vida social es con chilenos que están haciendo otros postgrados allá y con su compañero de departamento, Theo, que estudia dinámicas de fluidos en la misma universidad. Un ejemplo de aplicación de esto es para predecir remolinos o turbulencias. Riéndose, comenta que de las conversaciones que tienen en la casa ya ha salido más de una investigación.
Fue él quién lo salvó hace un año cuando sufrió una explosión cocinando y le quemó la cara. Gracias a eso los doctores le dijeron que debía estar 12 meses sin exposición al sol. Duró dos meses con la recomendación, y pasado ese tiempo viajó a la Patagonia y a las Bahamas.
La inteligencia artificial hoy
La situación actual del área en la que Eyzaguirre se está doctorando lo motiva y entusiasma, “es muy validante ver que ahora la gente sabe lo que es la inteligencia artificial”, recalca. “Hace un tiempo en un diario de Chile cuando hablaban de este tema lo graficaban con Terminator, eso era lo que la gente creía que hacíamos”. Dice que todo se está moviendo muy rápido, pero que esto se venía venir con Chat GPT-1 y Chat GPT- 2. Según él, para los que siguen estos modelos hace años, era cuestión de tiempo para que se masificaran. Y gracias a la masificación se le ve con otra cara, por ejemplo en un software de recursos humanos, para escribir un poema o para generar una imagen.
Denisse Abudinén, la exploradora de Enap en Egipto
Eso sí, destaca el ingeniero que “nunca ha sido tan lejano trabajar en inteligencia a trabajar con inteligencia artificial”. Dice que lo segundo hoy está al alcance de muchos y por ejemplo gracias a ello se pueden crear ideas de negocios millonarias. Sin embargo, él está desde la otra vereda, generando los modelos que se usan al ejecutar estas ideas.
Esa es su motivación, la academia. “Prefiero desarrollar lo que estoy investigando, publicarlo en una revista reconocida y después disponibilizarlo gratis open source para el que lo quiera usar. La pregunta es, ¿prefiero maximizar mi impacto en términos de productos lucrativos o en términos de la inteligencia artificial? Me inclino por lo segundo”.
Belén Saldías, MIT
El sueño de Belén Saldías (29) era conocer a Shakira. Además, tenía una inquietud por el funcionamiento de los computadores y se cuestionaba las razones para ordenar de cierta manera los productos en las góndolas de los supermercados.
Por eso decidió estudiar ingeniería civil. A los 13 años había creado una página web para una organización que buscaba prevenir el suicidio. Aun cuando su madre siempre la ha apoyado, la parte difícil de la carrera era convencer a su padre. Oriundos de San Carlos y Chillán, Ñuble, su mamá estudió contador auditor en las noches mientras trabajaba full-time durante el día, y su papá no tenía estudios profesionales. Sin mucha información, los convenció de que era una buena carrera para que la dejen irse a vivir a Santiago.
Sin saber en qué se estaba metiendo, se especializó en tecnologías de la información y tomó ramos de computación y optimización, “ahí me empecé a dar cuenta de que había elegido bien la carrera y me sentí cada vez más capaz de hacer muchas cosas”, dice. Su motivación para estudiar mucho era porque estaba convencida de que esto le abriría dos puertas: ser tan buena que podría trabajar para Shakira o que llegaría a ser presidenta de Chile, y con ello podría recibirla cuando viniera al país.
Fue ayudante de cuanto ramo pudo, y trabajó en renovar el curso de programación avanzada en la Universidad Católica. En eso, conoció a Karin Pichara (fundador de NotCo) y se adentró en el mundo de la investigación. Escuchó hablar por primera vez de lo que era el machine learning. Hacía clases en las mañanas en pregrado, en las tardes en un master y también tenía algunas consultorías con Pichara. Al mismo tiempo levantó capital, y junto a su amigo Lukas Zorich crearon una startup que reconocía el cáncer cervical con imágenes de Papanicolau. Hoy Zorich es uno de los fundadores de Fintoc.
Harvard vs Shakira
Una de sus limitaciones -recuerda- era el inglés, le costaba leer los papers y estudios. Por eso, el 2015 decidió irse a San Francisco a estudiar el idioma, “porque no sabía la diferencia entre una apple o una orange”, dice entre risas. Le contó a Karim Pichara, su mentor, quien la conectó con su colaborador y profesor de Harvard Pavlos Protopapas, para que trabajaran juntos en inteligencia artificial. En primera instancia Saldías rechazó esta oferta porque era en época del Festival de Viña y no podía estar fuera de Chile si es que venía su ídola colombiana. Prefería a la cantante que a la universidad norteamericana.
Lo conversó con sus amigas de universidad, y la convencieron de que la colombiana no vendría a Chile y tenía que tomar la oportunidad. En febrero de 2016 empezó a trabajar en la casa de estudios con sede en Boston. Su rol era en la clasificación de objetos del espacio, astronomía y tipos de estrellas, entre otras cosas relacionadas a las matemáticas. Le ofrecieron terminar cursos de su pregrado en Estados Unidos, y terminó con un híbrido entre la UC y Harvard. Su inglés seguía siendo malo, e incluso la chilena confiesa “en lo único que era buena era para las matemáticas y para programar. Yo creo que con eso me aguantaban”.
Al terminar los estudios llegó la hora de hacer la práctica profesional, tenía varias ofertas de empresas en Chile y la opción de partir a Google, sin embargo, se enteró, gracias a que pertenece al club de fans, que Shakira vendría a Chile con el patrocinio de Falabella. Le dijo al retailer chileno, “yo sólo trabajo con ustedes si me consiguen un meet and greet con ella”, y exigió que fuera parte del contrato.
Dicho y hecho. Su jefe de ese entonces -y hoy uno de sus mentores-, Tomás Gazmuri, cumplió lo acordado y la ingeniera conoció a su ídola. Incluso le pudo contar su historia y hasta el día de hoy sigue en contacto con quién le administra las redes sociales. Trabajó un tiempo más en Falabella, junto a Gazmuri y María Fernanda Vargas, quien era su manager directa, y desarrollaron los primeros sistemas de machine learning de la compañía, pero -dice- “ya había conocido a Shakira, ahora no sabía qué hacer”. Ahí entró en su cabeza la idea de postular a un doctorado.
La ingeniera cuenta que cuando le dijo a sus jefes que había tomado la decisión de irse a estudiar, trataron de retenerla, “incluso, Gonzalo Somoza (el ex CEO de la firma) me dijo que podía conseguirme otro meet and greet con Shakira. Le respondí ‘pero este año la trae Cencosud’ y él me contestó riéndose ‘pero somos todos amigos, siempre se puede hacer algo’”.
La decisión estaba tomada, y una de sus motivaciones de vida es hacer que el internet sea un espacio más seguro para los niños. Por eso, contactó a organizaciones sin fines de lucro de Estados Unidos para saber qué técnicas debía aprender para trabajar con ellos. Le hablaron de procesamiento de lenguajes, análisis de redes sociales y seguridad en la red, todo eso se aprendía especializándose en inteligencia artificial. Con tales antecedentes y con la idea de que por ser Boston su ídola podrá tocar allá, la chilena postuló al MIT y fue aceptada. El 2018 empezó las clases.
Los primeros acercamientos con ChatGPT
Su estudio se basa en proyectos, y posteriormente a éstos escriben papers, explica Saldías. Algunos de sus trabajos han sido: una herramienta que ayuda a reconocer, filtrar y resaltar las emociones que se consumen en redes sociales. Publicaron un paper de los efectos que podía tener el consumo de muchas tendencias negativas en redes. Otro estudio fue modelar historias de las personas para que un computador ayude a encontrar personas con historias similares. Posterior a eso, se metió en la evaluación de modelos de traducción, y actualmente está investigando sobre moderación de contenido en las comunidades online.
Su primer acercamiento con ChatGPT fue el 2019. Tomó una clase en Harvard de Sasha Rush y uno de los invitados como expositor fue el autor Alec Radford de GPT-2, principal precursor de la arquitectura base para estos modelos de inteligencia artificial. “Se veía que estaba evolucionando muy rápido todo, pero yo creo que nadie se esperó que llegara un modelo o un sistema más que un modelo como ChatGPT y que todo el mundo hablara de eso. Entonces yo creo que fue muy impresionante para todos”, destaca Saldías.
Esa masificación motiva a la chilena, y comenta “encuentro súper interesante y estimulante mentalmente lo que está pasando, porque interactuamos todo el día con inteligencia artificial, entonces que la gente esté más consciente de que significa eso es una buena forma de acercarlos a la tecnología”.
A Saldías le queda un año de estudios en MIT y dice que aún no tiene bien definido qué hará en el futuro, “es la pregunta del millón. Me encantaría saberlo pero aún no lo he definido, por ahora las opciones son dedicarse a la academia, seguir el camino de la industria o trabajar en una organización sin fines de lucro”, afirma.