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Personaje

De Osorno al Nasdaq: La ruta del científico chileno que quiere curar el cáncer

De Osorno al Nasdaq: La ruta del científico chileno que quiere curar el cáncer

Lalo Flores creció en Osorno y a los 22 años se fue a hacer un PhD a EEUU. Creó una empresa de biotech que vendió a Johnson & Johnson y hace 3 años formó Century Therapeutics, que apuesta por curar el cáncer con terapia celular.

Por: María José Gutiérrez | Publicado: Sábado 4 de septiembre de 2021 a las 21:00
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La entrevista es en spanglish. Ya van más de tres décadas desde que Osvaldo “Lalo” Flores se fue de Chile con el sueño de ser científico.

Ese sueño empezó en Osorno, donde nació y estudió; siguió durante los tres años que vivió en República Dominicana mientras su padre trabajaba en el BID, y tomó forma de vuelta en Santiago, cuando terminó la enseñanza media en el liceo 11 de Las Condes y el puntaje de la PAA no le alcanzó para estudiar Licenciatura en Biología en la UC.

“Era un muchacho rebelde. Para mí los estudios eran fáciles, pero nunca me esforcé mucho”, reflexiona en el Zoom con un fondo virtual de una ciudad estadounidense y el logo de la empresa biotecnológica que lidera como CEO, y abrió al Nasdaq en junio: Century Therapeutics, cuyo valor bursátil se estima entre US$ 1.300 y US$ 1.800 millones.

En 2018 decidió unirse a Versant Ventures para crear Century Therapeutics.

Por esa época (plenos años ‘80), recuerda Flores, se puso a estudiar en serio. Fueron el ex rector de la UC Juan de Dios Vial y el académico Federico Leighton -a quienes contactó antes de matricularse en la universidad- quienes le iluminaron el camino: si lo que quieres es sacar un doctorado en biología celular en EEUU y no entraste a la UC, estudia en la UC de Valparaíso y haces la tesis acá, le dijeron. Así lo hizo.

Titulado, a los 22 años se subió a un avión rumbo a Nueva York a doctorarse en bioquímica y biología molecular en la Universidad Stony Brook al alero del investigador chileno Danny Reinberg, a quien siguió después a su laboratorio en Rutgers, Nueva Jersey.

Ese, dice ahora, fue el verdadero punto de partida de un viaje sin retorno. “Fueron años de working hard y al mismo tiempo having a good time, you know?”, asegura. Cinco años de jornadas de 16 horas de trabajo diarias, mientras empezaba a entender los mecanismos de expresión genética. Esos con los que hoy pretende curar el cáncer de sangre.

Modificación genética

Lalo Flores hoy dirige un equipo de 150 personas, principalmente biólogos -expertos en investigación, inmunología, qimioterapia- e ingenieros -a cargo de la manufactura-. Los reclutó uno a uno, cuando en 2018 decidió unirse a Versant Ventures para crear Century Therapeutics.

“Modificamos los genes de las células -empezamos con células madres porque son más amenas- para combatir el cáncer genéticamente, y luego las convertimos en células inmune”, explica en simple su trabajo. En concreto: las transforma en linfocitos T o NK (los dos tipos de células inmunes más poderosas para eliminar sustancias foráneas de nuestro cuerpo), para que ellas puedan reconocer células cancerosas y destruirlas.

“Nuestra visión es que esto se pueda aplicar en cualquier hospital. Va a ser una terapia barata -o al menos mucho más affordable que lo que se ha hecho hasta ahora en terapias celulares- y se podrán usar en cualquier paciente con cáncer, a diferencia de las drogas personalizadas que se hacen hoy”, asegura.

Y añade: “Mi visión es hacerlo escalable. Ahora, hay que empezar despacio, en cánceres donde hay evidencia que este mecanismo ha funcionado, como es el cáncer de sangre. Y después seguiremos con los tumores sólidos”.

Esa promesa es la que a Flores le permitió hacer una alianza con la división de Fujifilm en tecnologías de células madre (FCDI) para desarrollar juntos productos de oncología y luego atraer a Leaps by Bayer, el brazo de venture capital del gigante farmacéutico, a invertir US$ 215 millones en 2019.

Luego en 2020, en la ronda serie C entraron 11 inversionistas institucionales con US$ 160 millones. Y el pasado 18 de junio la empresa se abrió a la bolsa con la expectativa de recaudar otros US$ 200 millones.

Levantaron US$ 242 millones, y hoy Century Therapeutics se transa entre US$ 1,3 y US$ 1,8 millones. Con esos fondos tienen financiada la operación por los próximos 3-4 años.


La hoja de ruta

Lalo Flores tiene 59 años. ¿Viejo para emprender? Responde que no. A diferencia de las empresas tecnológicas -la mayoría de los fundadores de los nuevos unicornios son menores de 40-, en la biotecnología hay que tener primero un nombre como científico y un track record. “Aquí las inversiones son de alto riesgo, a largo plazo y con mucho capital”, explica.

Eso es parte de lo que el CEO delineó en su hoja de ruta: de Nueva Jersey se fue a San Diego a hacer un post doctorado en Salt Institute y de ahí se empleó en Tularik -la empresa que fue luego adquirida por Amgen en US$ 1.300 millones- para desarrollar drogas contra infecciones de virus herpes en pacientes con VIH.

Toma una pausa: “Para desarrollar drogas no es suficiente el dinero, ser inteligente, ni trabajar duro. Para poder trasladar conocimientos nuevos a productos terapéuticos que funcionen se requiere de equipos muy grandes y más aún, conocimiento institucional. Es decir, conocimiento interno acumulado de muchos años”, reflexiona.

Con eso en la mira, siete años después -ya casado con la científica estadounidense Nancy Stone, que por esos años trabajaba en el Human Genome Project y ya nacido su único hijo, hoy en vías de convertirse en escritor de ciencia ficción- aceptó la oferta de Merck, una de las mayores farmacéuticas del mundo. La familia se trasladó a Pennsylvania, donde residen hasta hoy.

Durante tres años buscó drogas para la hepatitis C, y luego, como director senior y jefe del Departamento de Endocrinología Molecular, dirigió un grupo de 60 personas enfocado en el desarrollo de drogas para la osteoporosis, salud femenina y tratamientos hormonales para cáncer masculino y femenino.

Si en Tularik se hizo consciente de la pasión de los científicos nuevos cuando entran a pequeñas compañías -y están más cerca del management-, en Merck conoció el manejo de una gran empresa, cuenta. Y se hizo consciente también de la burocracia.

Había llegado el momento de emprender.

Un very good exit

Novira Therapeutics se llamó la primera empresa. La formó con su amigo químico George Hartman y como tenían pocos recursos optaron por un modelo de terciarización. “Teníamos un laboratorio virtual, donde tú diriges y encargas los ensayos a otros, y después analizas los resultados y diseñas tus próximos experimentos. Lo hice así por necesidad, pero también porque en ese tipo de drogas se puede hacer”, sostiene. 

Lo nuevo, explica, fue el approach: atacar un tipo de proteína parte de la cubierta que protege el virus de la hepatitis B. Eso no se había hecho. “Propusimos hacer drogas que  van a desarmar y bloquear el proceso de formación de esta shell y eso va a destruir el virus. Y lo logramos. Descubrimos, desarrollamos, hicimos pruebas clínicas, y demostramos que esto tenía efectos claros y potentes en antivirales”, relata.

Durante los tres primeros años se dedicó a levantar los primeros US$ 3 millones con inversionistas ángeles. “Esto en plena crisis financiera (2009), las personas estaban asustadas de proyectos de etapas preliminares. Las tuve que sudar”, dice.

Luego levantó US$ 25 millones de inversionistas institucionales. Y cuando en 2015 demostró que la droga funcionaba en fase clínica, Johnson & Johnson le compró la empresa en más de US$ 500 millones. Algo que Flores llama “un very good exit”.

Se quedó dos años para integrar ambos equipos y planear su próxima empresa: Century Therapeutics.

El salto

La idea era hacerlo de la mano de Johnson & Johnson, pero finalmente optó por unirse a Versant -inversionista en Novira-, que estaba iniciando un proyecto similar. Contrario a lo que fue el emprendimiento anterior, este sería en grande.

“La terapia celular es mucho más complicada que desarrollar químicos. Por eso desde el primer momento formamos una empresa con todos los elementos integrados verticalmente”, dice.

A diferencia de cuando se desarrollan compuestos químicos o anticuerpos, explica, “estas son células vivas que pueden hacer cosas como reconocer células cancerígenas y matarlas, pero también pueden aprender otras. Pueden secretar otras moléculas que puedan atraer y reactivar el sistema inmune del paciente, como una forma más potente de inmunoterapia. Las podemos super charge”.

El primer producto-candidato va a estar en fase clínica el próximo año, para combatir un tipo de cáncer de sangre (linfoma)

El primer producto-candidato va a estar en fase clínica el próximo año, para combatir un tipo de cáncer de sangre (linfoma). Lo más temprano que esa terapia podría estar disponible en el mercado va a ser 2028-30. Recién ahí podrían generar los primeros ingresos.

Por eso, enfatiza, es fundamental la confianza que los inversionistas tienen en el CEO, su experiencia, sus logros y la tecnología que presenta. “Ellos contratan muchos consultores y analistas que hacen modelos sofisticados de la probabilidad de éxito”, cuenta.

Y agrega: “Aquí la probabilidad rápida de éxito es bastante alta. Creemos que hemos podido atraer este capital porque el riesgo técnico es menor a lo que ha sido históricamente el desarrollo de drogas químicas. Eso sí es una ruleta rusa: puede haber un problema de toxicología imposible de predecir y tu droga se termina -como le pasó a Merck con Vioxx-. En este caso, existen estrategias técnicas para evitarlo”.

Lalo dice que su acercamiento tiene no solo la posibilidad de tratar temporalmente el cáncer -como sucede con la mayoría de las terapias- sino además de curarlo, dado que por ser células vivas duran más en el cuerpo. Y esa es la gran diferencia.

Cuando eso suceda, su hoja de ruta tiene una próxima etapa: “Espero bajar el acelerador en 2 ó 3 años para dedicarme a ayudar a otros emprendedores. Y me encantaría que parte de eso fuera con Chile”, dice. 

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“Lalo ha hecho un trabajo excelente construyendo Century Therapeutics desde cero. Pasar de ser el empleado número 1 a una empresa listada en el Nasdaq en solo 2 años. Ha construido un equipo y los canales para desarrollar terapias potencialmente salvadoras de vidas de pacientes”, dice Juergen Eckhardt, Head Leaps by Bayer.

El desconocido empresario detrás de 5 “famosos” exits

Héctor Gómez se inició en el mundo tecnológico en los años ‘70. Dicom, Payroll e IMED son algunas de las compañías que ha cofundado, hecho crecer y vendido a players globales. Fue socio de Sonda durante más de dos décadas y del empresario Isidoro Quiroga, quien acaba de vender su porcentaje en Grupo Sable, la matriz a través de la cual Gómez maneja todas las empresas. Hace poco menos de un mes, tuvo su último exit: la venta del software de RRHH Rex+ a la gigante noruega Visma. Esta es su historia.

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