Personaje
“Decidí no obsesionarme con Milei”: Martín Caparrós convierte al Presidente argentino en una ficción
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
El argentino Martín Caparrós (66), uno de los cronistas latinoamericanos más reconocidos, dice que hace años venía pensando en escribir un libro sólo digital, interactivo, lleno de links que fueran abriendo la historia a distintas posibilidades. No es raro en un autor como él, que en su obra ha pisado todos los terrenos narrativos: crónica, novela, ensayo, columnas de opinión, ponencias, discursos de agradecimiento de premios.
Lo intentó por primera vez hace ocho años, pero no le resultó. “Era muy complicado entonces escribir con hiperlinks y todo eso. No soy un experto en esas cosas, así que lo dejé”, cuenta conectado por Zoom desde Torrelodones, en las afueras de Madrid, ciudad en la que vive hace una década.
Pero volvió a intentarlo. “Hace unos ocho meses, se me ocurrió probar de nuevo y vi que ahora en el Word es facilísimo armar textos así, elegir una palabra y ligarla con un click a un documento distinto”. Se entusiasmó. Sólo le faltaba encontrar un tema. “Probé con dos o tres cosas y me empecé a obsesionar con esto. Al mismo tiempo, estaba muy obsesionado con lo que estaba sucediendo en la Argentina en ese momento, fines del año pasado, con el triunfo de Milei”. Hizo entonces el match perfecto: “Crucé mis dos obsesiones del momento y salió esta idea”.
Lo que salió es una novela experimental que se llama Vidas de J.M., que debutó hace dos semanas en la plataforma de la revista digital Anfibia. Para descargarla hay que pagar US$ 4; y además hay una finalidad solidaria: Caparrós decidió que todo lo que se reúna con las descargas del texto será para ayudar a este medio, que en marzo enfrentó un incendio que arrasó su oficina en Buenos Aires.
“Probé con dos o tres cosas y me empecé a obsesionar con esto. Al mismo tiempo, estaba muy obsesionado con lo que estaba sucediendo en la Argentina en ese momento, fines del año pasado, con el triunfo de Milei”
La novela se inspira en el actual presidente argentino. Ficciona a partir de su historia y biografía. Como si el protagonista, Julio Méndez, fuera un alter ego de Javier Milei. Comparten una infancia y una adolescencia muy parecidas; y es en la vida adulta donde se abren varias posibilidades de cómo continúa la trama. Según los links que vaya apretando el lector, la historia de J.M. conduce a 12 finales diferentes. Con distintas situaciones, diferentes escenarios.
En uno de ellos, incluso, Méndez sigue una carrera televisiva y le ofrecen postularse a la presidencia de Argentina, pero no puede hacerlo de inmediato porque en el cargo se encuentra un tal Milei. “Pero no te preocupes, no va a durar mucho”, le advierten.
Dentro de las características que comparten el protagonista de la novela y su inspiración real están ser vícima de la violencia de los padres, la presencia de una hermana única y favorita, el apodo El Loco, el estricto colegio católico, el fútbol, el amor por los perros.
- ¿Tuviste que investigar más de Milei, profundizar más en su historia, para esta novela?
- No, usé las cosas que todos en ese momento sabíamos de él. Pero me pasaba que en cuanto miraba lo real de Milei, siempre me frustraba. Porque el verdadero Milei siempre era mucho peor que Julio Méndez. Lo que pasa es que no podía adjudicarle a un personaje de ficción las cosas horribles que Milei hace, porque hubiera quedado totalmente disparatado, desproporcionado y fuera de lugar en una ficción.
- O sea, ¿Milei supera a la ficción?
- Sí, la supera. Y el problema es que él no es una ficción. Es la triste realidad de un país que me importa.
“Es como los magos malos”
Como leer esta novela es transitar por un laberinto, donde cada lector encuentra distintas salidas según las opciones de lectura que tome, es poco probable que una persona lea el mismo libro que otra. “Eso me intriga -reconoce Caparrós-. Cuando es un texto sucesivo y lineal por lo menos tienes cierta certeza de qué va a leer cada uno; en cambio aquí no tengo ni idea qué historia se arma cada lector”.
Dice Caparrós que lo que más le atraía de este formato era ver cómo de un origen más o menos común pueden partir vidas muy diversas. “Es algo que nos pasa a todos, todo el tiempo. Y en este caso, lo que le pasó a Milei, digamos, es tan inverosímil comparado con su origen que era muy apropiado para poner en escena esta multiplicidad posible de una vida”, señala.
En la novela, la infancia y adolescencia del personaje es una historia bastante definida, independiente de los links que se elijan. Es al saltar a la adultez, luego de un partido de fútbol donde J.M. es expulsado del equipo, donde se abren posibilidades de vidas distintas. “La hipótesis sería que toda la infancia y adolescencia es un momento de acumulación donde se reúne una serie de condiciones que después, en el momento en que una persona empieza a tomar algún tipo de decisión, la llevan hacia distintas situaciones. Aun así, creo que hay bases, ejes de la personalidad, que se mantienen porque ya fueron firmemente construidas”.
Algunas partes de la novela están contadas por un narrador que describe situaciones que van desde el delirio al humor; mientras que en otras es el mismo protagonista quien habla. Allí se trasluce directo lo que J.M. piensa y siente, siempre con un tono rabioso, violento, discriminador, que no desaparece pese a las rutas que puede tomar su vida. Esos son los ejes de personalidad que, según Caparrós, se mantienen a todo evento.
- En las redes dicen que estás obsesionado con Milei. Tú lo niegas: dices que estás obsesionado con los 15 millones de personas que lo votaron. ¿De verdad no estás obsesionado con el presidente argentino?
- Hace dos meses decidí que no quería obsesionarme con Milei. Fue en un momento en que me pareció que estaba escribiendo demasiado sobre él y que con eso caía en su trampa. Él es como los magos malos que hacen tonterías para que estés mirando en una dirección mientras hacen el truco en alguna otra. Milei, con sus exabruptos, consigue que mucha prensa del mundo se ocupe de él y no de la Argentina que está produciendo… Incluso escribí una columna diciendo que lo que teníamos que hacer era que cada vez que Milei produjera alguno de esos exabruptos, consignarlo en dos líneas y usar todo el resto del texto para contar alguna situación argentina que su régimen estuviera creando: la falta de comida en los comedores públicos, los problemas en las escuelas, en los hospitales. No dejarse llevar por el teatro de Milei. Eso es lo que yo querría hacer; no sé si siempre puedo, pero me lo propongo muy seriamente.
"Hace dos meses decidí que no quería obsesionarme con Milei. Fue en un momento en que me pareció que estaba escribiendo demasiado sobre él y que con eso caía en su trampa. Él es como los magos malos que hacen tonterías para que estés mirando en una dirección mientras hacen el truco en alguna otra"
- Has nombrado a los 15 millones de argentinos que lo votaron…
- Sí, me impresiona que hayan votado por este señor. Me parece que eso habla de un país muy desgarrado, muy destruido. Un país donde la gente eligió al que gritaba más fuerte, insultaba más brutalmente y se cagaba más en todo.
- Duda: ¿Hacer este novela no es seguir en la obsesión con Milei?
- Seguro. Lo que pasa es que esta novela la escribí antes de tomar esta decisión. Salió publicada después, pero la escribí en un momento en que sí estaba obsesionado. Pero es una obsesión que trato de dejar atrás.
El país oxidado
- En este libro, como en muchos otros tuyos, hay también señales de la identidad argentina. ¿Qué te interesaba decir aquí sobre eso?
- No creo que tuviera un programa definido de antemano, pero sí que todo ocurre sobre el fondo de un país muy degradado, donde todo está realmente como oxidado, enmohecido. Y ésa es la sensación que lamentablemente me da ahora la Argentina, donde casi todas las relaciones de algún modo están penetradas por vaya a saber uno qué amarguras o ambiciones estúpidas o lo que sea. El nivel de violencia en las interacciones es muy alto. Las esperanzas son muy escasas. Todo eso ha traído a este gobierno al poder.
- Ese diagnóstico lo tienes hace años. Ya has hablado de un país con una decadencia incontenible, metido en un círculo vicioso difícil de romper, atorado de desconfianza…
- Sí, es lo que yo suelo llamar el país calesita, que en chileno sería el país carrusel: que parece que se está moviendo, pero sigue en el mismo lugar. Mucha gente se sintió absolutamente asfixiada por ese círculo vicioso y decidió romperlo de la peor manera posible, votando a Milei. Esos 15 millones tenían toda la razón de querer romper esa inercia que nos viene jodiendo hace décadas. El problema es la forma que eligieron para romperla, que además es muy probable que no la rompa, sino que la refuerce. En lo económico social Milei está repitiendo algo que ya lleva 50 años dando malos resultados, primero con la Junta Militar, después con Menem, con Macri. Entonces no hay razón para creer que sus políticas van a dar un resultado distinto.
- Le reconocen que ha bajado la inflación, que redujo el gasto fiscal…
- Su gran logro es que ha bajado relativamente la cifra de inflación, que es aún alta pero no tan alta. Pero lo ha hecho al precio de crear una recesión enorme. Si nadie tiene dinero para comprar nada, entonces obviamente algunos precios van a dejar de subir; simplemente porque no hay demanda, porque los salarios han perdido muchísimo, porque los jubilados están por los suelos, porque hubo no se sabe cuántos miles de personas que perdieron sus empleos. Entonces es lógico que haya menos inflación. Pero si ése es el precio a mediano plazo, mucho peor todavía.
- ¿Cómo definirías tú a Milei?
- (Piensa un rato) Un pobre tipo, qué sé yo. Es un desquiciado que cayó en un lugar que no le correspondía, para el cual no tiene ninguna capacidad y donde de algún modo la debe estar pasando muy mal. Y para tratar de disimular lo mal que la pasa, se pone maníaco y grita cosas. No puede parar de pelearse con toda la gente que se le cruza o de decir tonterías sobre su propio valor que nadie cree. Es un tipo en una situación que lo supera radicalmente
- ¿No le reconoces nada positivo?
- Sí. Le reconozco alguna forma de astucia para saber que, siendo el personaje siniestro que es, podía llegar a concitar el favor de mucha gente muy desesperada. Pero es una astucia que no me merece respeto, sino un poco de temor y distancia.
- La semana pasada logró que se aprobara su Ley Bases en el Parlamento. ¿Lo consideras un triunfo de su parte?
- Es un triunfo o una derrota según con qué se compare. Si se compara con el hecho de que en siete meses de gobierno todavía no había conseguido que le aprobaran nada, es un triunfo que por fin lo haya conseguido. Si se compara con el hecho de que había unas 600 medidas dentro de esa ley y ahora hay 200, y de que tuvo que negociar con toda esa gente a la que trata de ratas despreciables, sería una derrota. En todo este tiempo le sirvió decir que no podía hacer lo que quería porque no tenía su ley; bueno, ahora la tiene. Vamos a ver qué hace ahora. Se le acabó la excusa.
- Has sido crítico de todos los últimos mandatarios de tu país: Kirchner, Cristina, Macri, Fernández, Milei. ¿Qué presidente de Argentina es el que quieres?
- Lamentablemente ninguno de esos, ni los anteriores como De la Rúa, Menem. El tiempo hizo que reconsiderara a Alfonsín, que en su momento no me gustaba tanto pero que visto en retrospectiva era infinitamente mejor que todos estos: tomó más riesgos y tenía ciertos principios que después ninguno de estos tuvo. Pero no, no hay ninguno en el último siglo que yo dijera “ojalá pudiéramos recuperarlo”.
"El tiempo hizo que reconsiderara a Alfonsín, que en su momento no me gustaba tanto pero que visto en retrospectiva era infinitamente mejor que todos estos: tomó más riesgos y tenía ciertos principios que después ninguno de estos (Presidentes) tuvo. Pero no, no hay ninguno en el último siglo que yo dijera 'ojalá pudiéramos recuperarlo'”.
- Más allá de críticas o defensas, Milei ya es una celebridad. En mayo fue la portada de la revista Time, con el título “El radical”.
- Estaba en la portada, pero después leías el reportaje, cosa que sus funcionarios visiblemente no hicieron, y allí la periodista le hacía preguntas muy duras poniéndolo entre sus contradicciones y problemas. O sea, no es que lo pusieran como un personaje fantástico, sino como un personaje curioso que estaba haciendo muchos desastres.
- Hace unos días, en una gira por Europa, dijo que si todo le salía bien deberían darle el Nobel de Economía. ¿Algún comentario?
- Ojalá se lo den, se lo merece. Porque no te olvides que el Nobel es el premio que recuerda y celebra al inventor de la dinamita, Alfred Nobel. Entonces, si Milei merece algún premio ése sería el Nobel, porque lo que hace es dinamitar la sociedad argentina.
Las memorias
Dice Caparrós: “En octubre voy a publicar otro libro, uno de papel, que se llama Antes que nada. Y extrañamente son mis memorias. Nunca pensé que iba a escribir unas memorias, pero lo hice. Y un poco son memorias atravesadas por la enfermedad, por la silla (de ruedas) y todas esas cosas. Y eso me tiene bastante inquieto: como ahora ya no me puedo reír de los otros, me tengo que reír de mí”.
La enfermedad a la que se refiere Caparrós se le ha ido metiendo gradualmente en el cuerpo desde hace unos años. Empezó con una dificultad para caminar; hoy ya se traslada en una silla de ruedas. Él ha dicho que se trata de una afectación neurológica. No le afecta en nada su capacidad de escritura, que sigue siendo fecunda. Pero ya le dificulta los viajes o las salidas largas fuera de su casa en Madrid.
“Ha sido rara la experiencia de escribir estas memorias. De verdad nunca pensé que lo iba a hacer, pero no por pudor, sino por haber pensado siempre que creer que vale la pena escribir las memorias de uno es un gesto de una vanidad estúpida. Yo empecé a escribirlas porque estoy aquí sentado y enfermo. Lo hice sin pensar si las iba a publicar o no. Dije: ‘voy a escribir, tengo ganas de hacer este recorrido y lo voy a hacer’. Lo terminé a fines del año pasado. Estuve pensando si publicarlo y al final, hace dos meses, decidí hacerlo”, cuenta.
Y continúa: “Me pasó algo muy extraño, es la primera vez en mi vida que corrijo las galeras de un libro. En general cuando me mandan las galeras, lo único que hago es mirar lo que puso el corrector y se lo quito. Pero este libro llevo 15 días corrigiéndolo, agregando cosas, quitando otras”. Con su humor característico, Caparrós cierra: “No lo había hecho nunca en mi vida. O sea que eso es un mal signo”.