Personaje
Las condiciones de su renuncia y el mensaje que intentó dar: lo que hay que saber de Ángela Vivanco
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Ángela Vivanco tomó sus dos días administrativos para hacer clases en la Universidad San Sebastián, en Puerto Montt.
En Santiago, a las 13 horas de este lunes 5 de junio, en el pleno de la Corte Suprema varios ministros manifestaron su molestia con la entrevista que la jueza de la Tercera Sala dio a La Tercera el domingo pasado, en donde dijo que el polémico fallo de las isapres -que tiene a la industria en vilo dado que el gobierno había mencionado como guarismo a restituir a los usuarios nada menos que US$ 1.400 millones y lo tiene además en el difícil trance se legislar en medio de una crisis-, se aplicaba sólo a quienes habían demandado.
Ese lunes, el presidente del pleno, Juan Eduardo Fuentes, habló con Vivanco y le manifestó la molestia suprema y sugirió que diera un paso al costado como vocera. La magistrada de la Tercera Sala se negó, dicen cercanos. El martes, en el pleno, se volvió a plantear la renuncia, ya que algunos ministros incluso cuestionaron que existiera esa figura, siendo partidarios de la postura tradicional de que “los jueces hablan por sus fallos”.
Nuevamente, el martes, Juan Eduardo Fuentes habló con Vivanco, de la cual es cercano. Y sólo entonces la académica, exdirigenta del partido Unión de Centro Centro y exabogada de Francisco Javier Errázuriz, el polémico Fra Fra, aceptó renunciar a la vocería de la Corte Suprema, pero pidió como condición hacerlo ella misma cuando volviera a Santiago. Fue el miércoles. No fue un veni vidi et vici a lo Julio César (vine, vi y vencí), sino más bien Veni, vidi et perdidi (Vine, vi y perdí).
De Unión de Centro-Centro a RN
Ángela Vivanco Martinez tiene 60 años. Abogada de la UC, donde fue discípula del constitucionalista José Luis Cea, primero había entrado a estudiar Medicina en la U. de Chile, pero no se sintió cómoda allí, dio de nuevo la PAA y aterrizó en Derecho de la Universidad Católica.
Hace tres décadas tuvo una fuerte presencia en política, siendo primero secretaria general y luego presidenta de la Unión de Centro-Centro, entre los años 1995 y 1996. Este partido político fue fundado por Francisco Javier Errázuriz en 1990, tras haber perdido la elección presidencial del año previo en donde ganó el DC Patricio Aylwin.
A fines de la década de los 90, la jurista se sumó a las filas de RN. Para recibirla a este nuevo hogar político, la filósofa y experta en Comunicaciones, Fernanda Otero, le hizo una comida de bienvenida.
Pero a los pocos años optó por hacer carrera académica en su alma mater, la UC, que también es donde estudió la otra integrante de la Tercera Sala de la Corte Suprema, Adelita Ravanales. Hizo un doctorado en Derecho en la Universidad de La Coruña, España.
En lo profesional, Vivanco siguió ligada al Grupo Errázuriz. De hecho, alegó ante el Tribunal Constitucional en favor de la minera no metálica del empresario, Cosayach, en una causa por usurpación de agua en que se enfrentaba a SQM.
Inquieta intelectualmente, la jueza de la Tercera Sala de la Suprema también ha asesorado a la Asociación Nacional de Canales de Televisión (Anatel) e hizo el informe en derecho para la Asociación de Isapres -donde defendió la tabla de factores- a ser presentado ante el Tribunal Constitucional.
El nombramiento de Vivanco como integrante de la Corte Suprema en 2018 no estuvo exento de polémica, por las posturas valóricas de la abogada, a quien sindicaron como “ultraconservadora”, un adjetivo que ella le incomoda porque es partidaria del divorcio, cree que los animales son sujetos sintientes, aunque no es pro-aborto.
¿Qué buscaba con la entrevista?
Según sus cercanos, quería dar la señal para que los incumbentes pidieran una aclaración del fallo. “No midió las consecuencias de su estrategia”, comentan. Cayó tan mal entre los supremos que hasta ahora no hay reemplazante para esa función e incluso está sumando adeptos la postura que el máximo tribunal del país no debiera tener un vocero.
Viaje al interior de la Tercera Sala de la Suprema
Polémica por sus fallos, la Tercera Sala de la Corte Suprema tiene como vórtice al ministro Sergio Muñoz Guajardo, de quien Ángela Vivanco es cercana. “Por lo menos en temas ambientales votan parecido”, dice un abogado de este ámbito. Junto a Jean Pierre Matus, la también académica de la UC es abogada externa al Poder Judicial y eso explica, señalan varios abogados, su estilo más abierto y menos protocolar.
Según distintos profesionales que han alegado en esa sala, su condición de “afuerina” se nota: “interrumpe en los alegatos y no te deja seguir la línea argumental; se palabrea con algunos abogados; deja ver sus posturas”, cuenta otro abogado.
Esta Tercera Sala -que ve temas constitucionales- está compuesta además por Adelita Ravanales y Mario Carroza, ambos de carrera en el Poder Judicial, lo mismo que Sergio Muñoz. Muchos abogados sostienen que esa sede ha ido corriendo la barrera en términos de derechos en salud.
Ha estado contra decisiones de isapres al menos en otros tres ejemplos: por el alza de planes en forma unilateral, por no incorporar afiliados debido a una preexistencia, y por no costear millonarios medicamentos de la ley Ricarte Soto.