Personaje
Copano: "Inventamos la marca Cardigan (...) en marzo vamos a salir con todo, queremos tener oficina en Chile y un pie en EEUU"
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Fabrizio Copano no sabe si ahora Gabriel Boric volvió a escribirle. Sí lo hizo el 19 de enero, cuando el comediante se presentó en el late show de James Corden, en Los Angeles, Estados Unidos, y en su rutina bromeó con las características millennials del Presidente. Boric esa vez le mensajeó que se había reído.
Pero ahora, este viernes 24 de febrero a mediodía, Copano insiste que no tiene idea si le escribió por su show de la noche anterior en el Festival de Viña, donde se ganó gaviotas de plata y de oro y marcó un peak de 45 puntos.
Todo ha sido tan vertiginoso desde que se bajó de ese escenario, que no ha tenido un minuto de revisar los mensajes en su celular. Camuflado detrás de unos lentes oscuros, dice que “son muchos, un océano de mensajes”. Tal vez ahí, elucubra, exista algún textito presidencial.
Puede ser, porque Copano mencionó a Boric de nuevo. En su noche en la Quinta Vergara dijo que el presidente era como Winnie the Pooh, que no le quedaba bien ninguna chaqueta, que estaba siempre tan peinadito.
La suya fue la única rutina de humor del festival que incluyó la política actual. No se salvó Piñera. Tampoco Kast. Eso sumado a temas como la chilenidad o la música urbana hicieron un mix explosivo y efectivo.
Este mediodía de viernes todos lo buscan -los seguidores afuera del hotel, los canales de TV en el lobby-, pero él se sienta a conversar con DF MAS en una esquina apartada del comedor. Mira de reojo el celular. Seguramente con ganas de revisar mensajes.
-Partiste tu show en medio de pifias del público que quería seguir viendo a Christina Aguilera. ¿Cuál fue la clave para revertir tan rápido la situación?
-Tendría que revisar el show, porque todavía está nebuloso en mi mente. Me fui a dormir y no lo vi de nuevo. Pero mi sensación es que hice una bajada de piso al decir “oye están pifiando” y lo metí en el chiste. Luego, apreté el acelerador con el material. Yo creo que a los dos minutos ya estaba adentro. Sabía también que a la gente le gusta cuando tú haces algo con lo que está pasando in situ, huevear a los jurados, reírse de lo ocurrido en la semana... Cuando la gente te ve vivo, no como una persona que se estudió un texto sino como un ser humano que está ahí con ellos, siempre funciona.
-Esta rutina la probaste por meses, en al menos 200 presentaciones. En teatros, al aire libre. El día antes de venir a Viña la mostraste en un bar en Maipú. ¿Nunca estás conforme?, ¿es inseguridad?, ¿la idea del control total?
-Es parte de la pega. Si vas a hacer una rutina de una hora en televisión abierta, en un lugar tan expuesto como éste, es el proceso natural. Como el escritor con sus libros, es ir página por página revisando. Lo que vieron acá tiene que ver con pasarlo, pasarlo, pasarlo con público y ajustar, ajustar, ajustar. Y segundo, obviamente hay un rollo con el control. Yo hago stand up porque es el lugar donde me siento en control, donde soy el dueño del escenario, tengo la capacidad de llevar la conversación. Eso tiene que ver con un rollo con el control, que he hablado con mi terapeuta. La vida me parece caótica, pero en el escenario la puedo ordenar.
-Frente al ensayo y al control, ¿qué pasa con la improvisación en el escenario?
-Creo que ahora tengo la capacidad más de vivir el momento y de confiar en que mi cerebro va a buscar una salida. También confío más en mi instinto y digo: “Ya, aquí vamos a improvisar algo, vamos a ver qué pasa con el público”. Me imagino que mi cerebro logrará conectar A con Z y, en medio del nerviosismo y la ansiedad, la improvisación sale.
-Como el beso con el actor Gonzalo Valenzuela al borde del escenario…-Totalmente. Ni lo conocía de antes.
Nace la startup de Copano
Fabrizio Copano tiene 33 años, pero ya lleva dos décadas metido en el mundo del humor, los guiones, la comedia, la entretención. Empezó ayudando a su hermano mayor, Nicolás, y luego tomó vuelo propio. Participó en varios programas en televisión, como “El Club de la Comedia”.
En 2016 decidió dejar Chile y probar suerte. Estuvo un año en México, luego cuatro en California y hace dos se instaló en Nueva York con su mujer y su hijo, Nino. Allí, en la tardes, recorre tres o cuatro locales donde presenta breves rutinas cómicas, para irlas testeando. Siguiendo el impulso de hacer cosas afuera, se ha presentado en escenarios de varios países, en festivales de nuevos talentos y en enero debutó en “The Late Late Show with James Corden”, en el canal CBS, con una celebrada rutina en inglés de cinco minutos.
-¿Eres hoy el comediante nacional más internacional?
-Ojalá que lo dijera alguien más que yo, pero siendo objetivo creo que sí lo soy. Creo que he sido el que más ha hecho la pega de internacionalizar su trabajo, el que más ha viajado, el que más está intentando instalarse en otro país como comediante. No sé quién más está en esa.
-La buena racha actual te ha traído beneficios más allá del escenario. Estás en la nueva publicidad de Pepsi, haces videos para Falabella.com, has trabajado con otras marcas. Sé que ahora empezarás con Políglota.
-Con Mauricio Contreras (su productor general) hace rato venimos generando contenido para marcas, sin tanto intermediario. Empezamos a conversarle directo a las marcas y ofrecerles nuestros contenidos. Inmediatamente engancharon y comenzamos a crecer. Lo de Políglota caía de cajón después de que fui a lo de James Corden. La gente se sorprendió con el inglés que tenía y, en ese sentido, yo pensaba: ¿cómo podemos capitalizar esta sensación con una marca que no tenga un inglés como de escuela de idiomas, sino más social, incorporado en la sociedad? Políglota era perfecto. Empezamos a conversar y tenemos algunas ideas, ninguna aún 100% concretada.
"Lo de Políglota caía de cajón después de que fui a lo de James Corden. La gente se sorprendió con el inglés que tenía".
-¿Cómo cuáles?
-Una es hacer un show en inglés en Chile para gente que esté en Políglota, que quiera aprender inglés de esta manera socializada. Una especie de side show en el Caupolicán, más chiquitito. Es una de las ideas que más me motiva.
-¿Podrías convertirte en el rostro de Políglota?
-Claro, eso también está sobre la mesa.
-¿Hay planes de crear tu propia startup?
-Esto de hacer conexiones con marcas y también mi trabajo que empezó a crecer en Estados Unidos decidimos centralizarlo. Entonces inventamos la marca Cardigan, que está basada en el chalequito que ocupé en lo de James Corden, ya que así se le llama aunque yo no sabía. Queremos independizarnos, dejar de picotear cositas, ponerlas dentro de un mismo abanico y desarrollar contenido que tiene que ver con lo que hacemos. Puede ser una línea de vestuario, un show, una serie de Netflix o un Tik-Tok. También generar más lazos con marcas y gente talentosa, por ejemplo el equipo que armó la escenografía de Viña, la gente de las gráficas, del vestuario. Aunar esos talentos para generar contenidos que podemos vender en Nueva York o en Patronato. En marzo vamos a salir con todo, queremos tener una oficina en Chile y un pie en Estados Unidos.
-Vas a requerir financiamiento. ¿Cómo lo harán?
-Vamos a levantar capital, aunque también está el plan de no esperar: empezar ya con el capital que hemos levantado en estos meses, comenzar a hacer alianzas y que cada proyecto venga con un presupuesto. Pero la idea es hablar con algunos inversionistas, hacer una ronda de levantar capital. Hay un par de interesados y creo que vamos a poder levantarlo rápido.
-¿Cuánto se necesita para echar a andar algo así?
-No tengo ni la más puta idea. Pero vamos a tener alianzas con gente que sí lo sabe. Honestamente ya está andando, ahora sólo es ponerle nombre y marca. Ya está más o menos armado el equipo.
-Hablaste de una línea de vestuario. ¿Piensan en una tienda también?
-Sí, una tienda on line. Debería partir con merchandising de mi trabajo, pero luego evolucionar a que sea una línea de ropa por sí misma. Que incluso a alguien que no le guste mi trabajo pero le guste la ropa, se la compre. Eso me encantaría.
"Queremos independizarnos, dejar de picotear cositas, ponerlas dentro de un mismo abanico y desarrollar contenido que tiene que ver con lo que hacemos".
-Ahora Cardigan. Antes trabajaste con Fintual. ¿El mundo de las startup conversa bien contigo?
-Sí. Todas las relaciones que he tenido con marcas han sido buenas, pero con las que han sido más livianas son con las startup, justamente porque son livianas. Por ejemplo en Fintual hablas directamente con la gente que está ahí y se nota la motivación. Son súper jugados y están muy dispuestos a probar, a aventurarse con cosas. Sí, es muy natural relacionarme con estas empresas que son más líquidas.
La ruta en inglés
Después de bajarse del escenario de Viña -esta es su segunda presentación en la Quinta Vergara, la primera fue en 2017- Fabrizio Copano se fue a celebrar. Un grupo pequeño. Su familia, sus amigos. Estuvieron primero en un bar, luego siguieron en el hotel. “Quería bajar la ansiedad del momento, porque quedas muy arriba”, dice. Se fue a dormir a las seis de la mañana.
Cuando este viernes, después se conversar, Copano se pone frente a lente del fotógrafo, aparece Magdalena Paulsen. Para supervisar que la chaqueta esté bien, que los pantalones no se enreden con el borde las zapatillas. Es la diseñadora con la que trabaja su look.
-Tú eres hoy un producto y la imagen no se deja al azar. ¿Cómo quieres verte?
-Magdalena viene con muchas propuestas, me trae cosas que a mí jamás se me ocurrirían. Tiene un conocimiento de lo que hay en el mercado local, porque siempre intento usar piezas chilenas. Anoche todo lo que usé lo era. Los zapatos eran de una chica en Concepción que los fabrica con su abuelo. El mensaje es que nos importa el vestuario y a través de él conectar con que soy un comediante del 2023. Antes, en los 80, el comediante se vestía como contador auditor. Como Dino Gordillo y todos esos maestros. Luego se pasó un poco a lo que hicimos en “El Club de la Comedia”: zapatilla y chaqueta de cotelé. El look de Los Bunkers. Ahora creo que puede conversar con el género urbano, con los músicos, ir más allá.
-¿Cuál es el sello que buscas?
-Yo creo que el riesgo. Si en mi trabajo hay riesgo, en el vestuario también.
-¿Puedes dar un ejemplo?
-No sé, voy a salir en algunas de estas presentaciones con falda; ya está presupuestado así. En el festival mi vestuario no tuvo tanto riesgo, pero el chalequito de lentejuelas conversaba con la idea de los 70, del glamour pasado de Viña. Una mezcla entre lo tradicional y lo moderno, y yo creo que ése es el mensaje que también tiene mi comedia. No escaparle a lo tradicional, si igualmente yo soy un hombre heterosexual, con hijo y casado; o sea, mi vida no es un epítome de la modernidad rupturista.
-Hace unos años dijiste: “Es muy volátil la economía de la comedia”. ¿Hoy vives bien y cómodamente del humor?
-Sí. Yo vivo del humor, mi principal fuente de ingreso es el stand up comedy. Y parte de la idea de Cardigan es no depender de los bemoles del mercado de la comedia, sino poder estabilizarlo en algo que tenga continuidad. Con todo esto de tener hijos, familia, uno piensa que hay que construir algo que no dependa sólo de tu capacidad física y mental, porque la vida es muy random.
-¿Fuiste el humorista más caro de este Festival de Viña?
-No tengo idea.
-¿Qué viene ahora? En tus redes anuncias presentaciones en Brooklyn.
-Sí. Ese teatro de Brooklyn, el Junior Hall, será mi primera hora de rutina en inglés. Eso tiene que ver con la estructura de los comediantes. Nosotros probamos cositas, en shows de quince o veinte minutos, las vamos juntando y de repente tenemos una hora. La giramos, la vamos puliendo y ojalá después de darle un buen ruedo, grabarla con algún streamer como HBO o Netflix.
-Ya lo hiciste una vez con Netflix, en 2017, con una presentación en Buenos Aires.
-Sí, pero ahora la idea es hacerlo en inglés. Ése es el desafío. Por eso lo de Brooklyn es un gran paso, porque en ese local se paran todos los comediantes del espectro más alternativo y la industria los va a mirar. Estar ahí es una buena vitrina.
-¿Va la gira por España en marzo?, ¿harás algo en Centroamérica?
-Sí. Es un muy buen momento para mi comedia en español, pero quiero cuidar harto mi tiempo para ponerlo en mi comedia en inglés, no quiero dejarla botada.
-¿Y Chile?
-A mediados de abril vengo. La idea es hacer una gira para empezar todo de nuevo, probar chistes. Probablemente serán lugares de mediana capacidad para no crear expectativas de que es un show listo, sino una cosa que se está cocinando. Haremos esa ruta para tener una hora nueva de show y llevarla al Caupolicán en agosto.
-¿Este 2023 te veremos en Saturday Night Live?, ¿tiemblan los talk shows?
-(Risas) No sé. No niego que me encantaría, pero no puedo poner las fichas ahí porque hay un millón de otros factores que no controlo.
"A Saturday Night Live no le diría que no".
-Pero no te negarías…
-Fíjate que a Saturday Night Live no le diría que no. Lo puedes poner de titular.
-¿Es cierto que tu inglés es producto de ver series y películas?
-Sí. Veía películas que ya había visto, pero ahora en inglés y subtítulos en inglés. Ya cachas todo lo que va pasando y al mismo tiempo tu cerebro está absorbiendo este lenguaje. Y ya viviendo en Estados Unidos, la cotidianidad del inglés me ayudó.
-Claro, ese ese caso aprender inglés es supervivencia. Poder ir a comprar pan, cambiar una camisa en una tienda…
-Claro. Me acuerdo haber estado con dolor de cabeza los primeros días para intentar entender. Luego algo que me ayudó mucho fue rendirme con la idea de que fuera un inglés perfecto, porque al principio era: “Si mi inglés es medio cavernícola, voy a sonar mal y qué vergüenza”. Estaba enrollado con eso. Pero después te das cuenta de que te subes a un taxi y el taxista habla en su inglés de la India, que el del mercado es latino, que otro habla un inglés de Milwaukee que tampoco se entiende nada.
-Soltar la perfección.
-Exacto, y así empezó a fluir. De hecho, no tengo la intención de que mi inglés sea perfecto nunca. Creo que es parte del encanto que tu inglés sea el de un inmigrante. Pero al mismo tiempo para mi pega es súper importante que se entiendan todas las palabras. Esa presión es la que tengo.
De Boric a Pailita
-¿Tienes una buena relación, cercana, con Boric?
-Sí, lo conozco desde el 2011 y tenemos una muy buena relación. Hemos estado en varias reuniones sociales y siempre con mucho afecto. Sé que tiene mucho sentido del humor. Yo soy más cercano a Giorgio (Jackson), pero con Boric hay muy buena onda.
-¿Qué es lo mejor y lo peor del Presidente?
-Lo mejor que tiene es su humanidad. Trajo la humanidad de vuelta al cargo, porque se había perdido. Los personajes presidenciales se habían vuelto un poco extraterrestres. Y el defecto, como lo mencionaba en el escenario, es que quizás esto de ser nuevo y estar aprendiendo en público tiene sus bemoles. La gente está en un momento tan álgido que quiere respuestas y éste es un gobierno que está aceitándose mientras sucede. Pero desde mi posición, que es de privilegio de quien vive fuera de Chile, creo que es mucho mejor ver a un grupo de personas que están aprendiendo del cargo a otras que están ahí hace 50 años.
-En tu rutina te metiste al territorio de la música urbana, que funciona con otra sensibilidad, otros códigos. Algunos insisten en que Pailita se enfureció con tu rutina. ¿Sabías lo que ibas a provocar?
-No sé, porque en mi cabeza la forma de armar los chistes es al revés. En vez de pensar en el resultado, siempre digo: este personaje me parece gracioso. Que se llame Pailita o Marcianeke. Honestamente los encuentro súper talentosos; que vengan de muy abajo y terminen en el top de Spotify, me gusta eso. Pero nunca pienso: “Me voy a meter al género urbano para ver si se enojan”. Lo hago porque me parece chistoso, ésa es mi forma de pensarlo. Más que ir a pelear, esto es para cagarse de la risa. No tengo idea si Pailita se enojó, porque vi su declaración de que estaba todo bien y quería conocerme. Me quedo con eso.