Personaje
Ian Cox, el chileno de PayPal Ventures
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“Stay hungry, stay foolish”, fueron las palabras de cierre de Steve Jobs en la graduación del pre regrado de Stanford en 2005, en un discurso donde habló de unir puntos, contó parte de su infancia y reflexionó sobre la muerte.
“La muerte es el destino que todos compartimos, nadie ha escapado de ella y así tiene que ser, porque la muerte es posiblemente el mejor invento de la vida”, dijo. Casi seis años después, el fundador de Apple murió de un agresivo cáncer al páncreas.
Uno de los presentes ese día en el estadio de la universidad con sede en San Francisco fue un chileno: Ian Cox Moya. De padre norteamericano y madre chilena, vivió hasta los 18 años en nuestro país. Desde San José, California, cuenta que recién a los 15 años se dio cuenta de que quería seguir sus estudios en Estados Unidos, cuando vio que su hermana logró entrar a Stanford: “ella siempre fue una ídola para mi, lo que hacía yo lo tenía que hacer también”. Era 1999, pleno auge de las primeras tecnológicas.
“Desde chico tuve siempre un pie en Estados Unidos y un pie en Sudamérica. Y eso es mucho por mi estructura familiar, siempre viví entre los dos países y eso ha marcado mis decisiones personales y profesionales”, confiesa. Aunque dice que en algún minuto ese híbrido le generó problemas, “porque tenía ganas de ser uno o el otro”, hoy lo define como su superpoder.
En 2001, Cox egresó del Colegio Nido de Águilas y partió a Estados Unidos a estudiar Economía en Stanford. Ahí tenía un grupo de amigos latinos, entre ellos David Vélez, que posteriormente pasaría por Sequoia y daría el salto al fundar Nubank, una de las startups más exitosas de Latinoamérica. Más de alguna vez tomaron cervezas juntos, recuerda.
Para adentrarse más en la cultura norteamericana, Cox ingresó a una fraternidad, que se convirtió en su grupo de amigos. En el grupo hubo futuras figuras célebres como los fundadores de Hewlett Packard, Snapchat, y Robinhood.
Primera incursión: private equity
El discurso de Jobs quedaría para la posteridad, pero “en ese momento no nos dimos cuenta lo importante de sus palabras y cómo marcaron a una generación que estaba entrando al mercado laboral”, reflexiona. “Era una arenga a atrevernos a ser diferentes, tomar riesgos y enfocarnos en las cosas que de verdad amamos. Esas palabras se quedaron conmigo y en diferentes momentos de mi carrera las he usado para pensar en las próximas etapas”.
A pesar de que amigos suyos partieron a empresas emergentes como Google o Facebook, y “con un bachillerato en computación recibían 20 ofertas de trabajo al egresar”, Cox empezó su carrera profesional en el mundo del private equity. “El conocimiento técnico no lo tenía y me di cuenta de que me debía enfocar en el lado del negocio, no del producto”, relata.
Aterrizó en la firma Kurt Salmon, donde trabajó en más de 20 operaciones de private equity con un total de US$ 15 mil millones invertidos, hasta que llegó la crisis financiera. “Ahí cambió el mercado, lo que yo estaba haciendo profesionalmente se puso en pausa y aproveché esa tormenta para hacer un MBA en el MIT”, dice. En esa época se hizo amigo de Sebastián Robles, fundador y CEO de Kredito, e Ignacio del Río, de Legría. “Fueron dos años increíbles, aprendí mucho y me di el tiempo para reflexionar cómo quería orientar el próximo capítulo de mi carrera”.
PayPal 1.0
En 2011, al egresar del MBA entró a PayPal, la fintech fundada por Peter Thiel y Elon Musk y que dio origen a grandes empresas tecnológicas como Linkedin o YouTube. En esa época el equipo de América Latina de la firma buscaba a alguien que los ayudara en temas de estrategia y operaciones, “necesitaban una herramienta multiuso que supiera manejarse en el entorno corporativo norteamericano, pero que también tuviese cercanía y conocimiento de los mercados latinoamericanos”, destaca el chileno.
Trabajó dos años desarrollando la estrategia en México y Brasil, donde estaba surgiendo el e-commerce, y “en 2015 se cumplió un ciclo y me atreví a saltar a otro rol que tenía cosas parecidas”. Aterrizó en el BBVA: la idea era abrir una “embajada” del banco en Silicon Valley para tener acceso al origen del mundo fintech.
El plan -dice- era armar un hub de innovación, pero “con el tiempo se transformó en un grupo llamado new digital business y hacíamos principalmente cuatro cosas: inversiones minoritarias, inversiones de control, alianzas comerciales y creación de negocios digitales desde cero”. Esto último era tarea de Cox, quien creó una especie de incubadora de startups dentro del banco. “Creamos ocho empresas desde cero con mucho éxito y aprendizajes. En lo personal fue súper entretenido nuevamente hacer este rol del gringo no gringo, ser puente”.
En 2018 le llegó una oferta para hacerse cargo del CVC (corporate venture capital) de una empresa abierta en bolsa en Estados Unidos llamada Synchrony. Estuvo tres años e invirtió en dos startups que luego se convertirían en unicornios: Greenlight y Socure.
Paypal 2.0
Con la llegada del Covid, Cox reflexionó sobre qué camino tomar en el futuro. Salió de Synchrony y trabajó en proyectos relacionados con Chile, asesoró a la firma de inversiones Cordada y ayudó a Robles en Kredito, pero a comienzos del 2022 “me di cuenta de que quería volver a lo mío, el venture capital, sabiendo que era algo que hacía bien y donde podía tener impacto. El lugar obvio era PayPal, volver a mi casa”.
Durante sus años fuera de la firma se había creado PayPal Ventures. A inicios del 2022 hubo cambios en el equipo y Cox dijo que estaba disponible. En mayo de ese año se unió como socio de inversión para apoyar las inversiones en Latinoamérica; una de ellas, la fintech chilena Xepelin. El rol de Cox está enfocado en fintechs de pagos, principalmente préstamos e infraestructura bancaria, y su área de cobertura es Estados Unidos y América Latina. PayPal Ventures es un equipo formado por un socio director, cuatro socios inversionistas, tres directores de inversión y cinco personas de operaciones, alojados dentro de PayPal, donde trabajan más de 27 mil personas.
Tienen un fondo anual y una cantidad de capital para poner a trabajar todos los años, buscan invertir en compañías entre serie A y C “donde haya cierta evidencia de tracción, exista un mercado potencial muy grande y donde nosotros como PayPal tengamos una ventaja competitiva en evaluar ese negocio”, asegura Cox. En un año promedio invierten en 10 a 15 startups y por cada inversión conversan con al menos 150 emprendedores.
Fútbol y Fórmula 1
La mayoría de su tiempo libre está absorbido por los partidos y entrenamientos de fútbol de sus hijos, donde “a veces me baja la chilenada y le grito a los árbitros, algo no muy bien visto en partidos de niños de 10 años”, comenta entre risas. También está incursionando en el pádel y “uno de mis placeres culpables es la Fórmula 1. Me gusta levantarme antes que todos, prepararme una taza de café y ver la carrera sin que nadie me moleste”.
Ha invertido ángel en algunas firmas pero dice no ser muy prolífico, “porque siendo inversionista de PayPal hay ciertos conflictos de interés con los que tengo que tener cuidado”, explica. Y en este rol conversa todas las semanas con el CEO de Xepelin, Sebastián Kreis, a quien -dice- “pondría en el 1% de los emprendedores latinoamericanos. Es un líder bastante único, súper dinámico, transparente, tiene una visión estratégica para el negocio muy clara y lo comunica muy bien. Además su equipo compra la visión, compra la idea y están muy, muy comprometidos con el crecimiento”.
Ventajas de ser latino
El problema de identidad que alguna vez tuvo dice que hoy es su gran ventaja, en una casa donde hay al menos pasaporte chileno, norteamericono y griego (por su señora). “Lo que me dio fortaleza fue convertirme en padre y darme cuenta que que la identidad mía y la de mis hijos era nuestro superpoder. No era algo de lo que teníamos que arrancar. En ese sentido, creo que eso también generó una inflexión en mi carrera, que fue decir ‘oye, yo soy el puente para esas compañías que necesiten acceso a los mercados, que necesiten fluidez de norte a sur y de sur a norte. Yo puedo ser ese puente’”.
Y esta misma condición, dice, “es una ventaja enorme a la hora de invertir, te da una mirada mucho más amplia y te das cuenta de que la vida no es sólo Silicon Valley y los autos autónomos. Te permite también entender que la creatividad y la ingenuidad del latinoamericano es bastante única y te permite evaluar con una mirada global no sólo si funcionan en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Tener esa apertura te permite hacerte una persona un poco más creativa y un poco más abierta a ideas divergentes”.