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Personaje

Isabella Luksic: el rol de la socióloga en el grupo empresarial

Isabella Luksic: el rol de la socióloga en el grupo empresarial

Isabella Luksic (27) es la mayor de los tres hijos de Jean Paul Luksic, y la primera de la tercera generación de la familia en entrar -con un cargo ejecutivo- a la Fundación del grupo. Socióloga de la Universidad de Brown, su objetivo es medir el impacto de la filantropía.

Por: María José López | Publicado: Domingo 16 de mayo de 2021 a las 04:00
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Chiloé, de alguna manera, fue el estreno de Isabella. En octubre del 2019 todos los Luksic se reunieron en un hotel del archipiélago de la X Región durante una semana.

Es prácticamente una tradición familiar que los representantes de la segunda generación -los hermanos Andrónico, Jean Paul, Paola y Gabriela (Guillermo murió en 2013)- dediquen varios días para hablar junto a sus hijos del rol de la tercera generación en las empresas del grupo.

Entonces, Isabella Luksic (27, socióloga), la mayor de los tres hijos de Jean Paul y Belinda James, tomó la palabra: junto a su tía Paola explicó en detalle una presentación que venían trabajando los últimos meses y que proponía hacer una profunda reestructuración en la Fundación Luksic, el brazo filantrópico del conglomerado donde ella había asumido como directora en 2018.

“Hablamos de que era importante que la tercera generación se involucrara más, porque ellos son los que van a seguir con este trabajo a futuro”, explica Paola, presidenta de la Fundación Luksic. Y agrega: “De los 22 sobrinos, Isabella siempre ha sido una de las más entusiastas por sumarse”. Al finalizar la jornada en el sur, la familia Luksic aprobó el plan: entonces Isabella y Paola pusieron manos a la obra.

La joven de Bután

Isabella Joan Mary Luksic James a temprana edad tenía claro que quería seguir una carrera humanista. Desde niña era muy lectora -los regalos de cumpleaños solían ser libros y se ‘devoró’ la colección completa de Harry Potter-. En su época escolar en The Grange -donde destacó por su buen desempeño académico- demostró inquietudes sociales, las que se acentuaron a medida que fue creciendo: durante los veranos o vacaciones de invierno participaba en voluntariados, así como en programas solidarios del colegio.  

Al igual que varios de sus primos, en su casa -sus hermanos menores se llaman Tomás y Sebastián- le inculcaron la importancia de conocer el mundo y siempre tuvo claro que tras salir de la enseñanza media estudiaría en una universidad extranjera.

Como su madre es inglesa, creyó que el destino sería Reino Unido, pero postuló a Brown, en EE.UU., y al quedar admitida no lo pensó dos veces: es uno de los planteles más prestigiosos. Armó sus maletas y voló a Providence, en Rhode Island, al noreste del país.

Entró al College y al año decidió que seguiría la carrera de sociología, convirtiéndose hasta ahora en la primera integrante de los Luksic en seguir esa profesión.

En EE.UU. estuvo entre 2013 y 2017 y según cuenta una persona que la conoce, una de las experiencias que marcó esos años fue haber sido mentora de una niña refugiada que vivía en una de las siete colinas que componen Providence.

Se trataba de una joven de 15 años, de Bután, país del sur de Asia, de quien Isabella fue tutora por 24 meses: la ayudaba en sus tareas y trabajos escolares, la visitaba a su casa y le enseñó a hablar inglés, idioma que tanto la menor como su familia desconocían completamente.

Luego, la acompañó en el proceso de admisión universitaria. Fue un punto de inflexión en su vida, argumenta un familiar: si antes tenía la intención de darle un foco social a su carrera, después de esto no quedaban dudas de que así sería.

Esos años hizo varias prácticas profesionales en Inglaterra, entre ellas una pasantía en la agencia de publicidad Grey, del conglomerado WPP.

Pero esto correspondía al mundo de las comunicaciones, cuya área desechó. En una de sus visitas a Chile fue fichada para un internship en Ashoka, fundación que acentuó su interés por el emprendimiento y el ecosistema social. Se graduó de Brown con honores.

El título de la investigación -Estructuras culturales y prácticas de transformación social: el ecosistema de innovación social y emprendimiento en Chile- hablan de los pasos que daría de vuelta en su país natal.

¿Somos efectivos?

Antes de llegar a Santiago, Isabella mandó su currículum a Tironi. Ahí fue analista entre 2018 y 2020 y según ha dicho a sus conocidos, fue una gran escuela: está convencida de que ahí se desarrolló como profesional y forjó los cimientos de lo que es hoy.

“Tuvo un desempeño sobresaliente”, complementan de la consultora. En paralelo a eso, la Fundación Luksic iniciaba el proceso de reestructuración, en el que ella participó activamente desde su posición como directora en 2018, después del encuentro familiar en Chiloé.

En marzo del año pasado la socióloga tomó una difícil decisión: dejar Tironi. “Le costó hacerlo. Pero no se quiso restar del tremendo desafío que significaba para ella reestructurar la filantropía familiar”, relatan cercanos al Grupo.

Justo antes de que partiera la pandemia asumió como coordinadora de Evaluación y Medición, mientras que otro de los cambios que hubo a nivel estructural fue la incorporación de Andrónico (quien es su padrino) al directorio, en enero de este año.

¿Qué se hizo en concreto? Lo principal es que decidieron fusionar los trabajos benéficos que estaban realizando aisladamente como familia: unieron 4 fundaciones (Impulso Inicial, Luksic Scholars, Fundación Educacional Luksic y Fundación Luksic) en un solo paraguas. “La decisión fue hacer de la entidad el vehículo de la filantropía familiar”, relatan cercanos. Para ello había que ordenarse.

“Se invierten cerca de $ 10 mil millones al año, y nos hicimos la pregunta, ¿cómo nos ha ido en esto? ¿Cuán efectivos somos?”, relatan desde la organización.

Para resolver la interrogante trajeron más profesionales (en total ahora hay 52 personas contratadas) e hicieron cambios profundos: llegó Álvaro Ipinza, el nuevo gerente general -Isabella participó en la ronda de entrevistas junto a Paola- y se creó un área de evaluación, cuyo propósito es asegurar la calidad de los programas e intervenciones a lo largo de todo el proceso.

Se armaron cuatro equipos transversales en la organización: comunicación; finanzas y administración; planificación y seguimiento; evaluación y medición. A su vez, se crearon tres áreas programáticas para hacer seguimiento a las iniciativas que existían, según sus temáticas: emprendimiento (que abarca los programas Impulso Chileno y el recién lanzado Despega Mujer), formación (que incluye Scholars, donde se generan alianzas con universidades del extranjero; el IAPB, Mueve TP y Reyes de Barrio), gestión social (ayudas concretas a personas particulares) y vinculación local, que aún está en fase de creación y en el que Isabella ha participado activamente.

Para profundizar sus conocimientos, se matriculó en un programa que dicta el CEFIS de la UAI (Centro de Filantropía e Inversiones Sociales), encabezado por Magdalena Aninat. Esta profesional complementa que la joven “es de bajo perfil y muy aplicada, con un foco claro en aplicar lo aprendido y en incorporar la evidencia en el trabajo que hace la fundación, para lograr una filantropía que consiga impactos positivos efectivos”.

Y agrega: “Representa en varios aspectos el sello de la nueva generación de familias empresarias que se involucran en la filantropía, que le da el mismo sello profesional que a la labor de las empresas”. Además de ella, sus primas Camila Lería (hija de Paola) y Fernanda Luksic (hija de Andrónico) colaboran en la fundación: la primera en el comité de comunicaciones, la segunda en el de finanzas.

 


Nueva filantropía

Una de las tareas que encabezó la socióloga el año pasado fue la evaluación del programa Impulso Chileno, que en 2021 cumple su cuarta versión. “Analizamos cuál es el problema que atendía esta iniciativa y se hizo una serie de entrevistas para determinar quiénes eran los que estaban siendo atendidos y quiénes quedaban fuera”, relata Macarena Cea, directora de Evaluación de la organización y jefa de Isabella.

Y profundiza: “El Estado entrega ayudas a través de Fosis, Sercotec y Corfo; y cuando ves cómo se distribuyen, te das cuenta de que el primero está enfocado en la población más vulnerable, que es la RSH 40 (se categoriza con la sigla RSH, Registro Social de Hogares), el segundo beneficia a los de RSH 70, y Corfo a gente mucho más calificada.

Por lo que queda un gap entre el RSH 40 y el RSH 70”. Entonces decidieron centrarse en ese grupo, que según explica Cea, corresponde a emprendimientos más formalizados. Eso implicó dejar fuera un grupo que antes sí consideraban.

“Tenemos claro que eso trae costos. Pero para que la ayuda tenga impacto, debe estar bien focalizada”, relatan de la fundación. Significó además hacer cambios en los montos que se entregan: anteriormente se donaban $ 3, $ 5 y $ 10 millones a un total de 60 beneficiados. Ahora serán hasta $ 5 millones, para 100 personas. “La idea es tener una población más homogénea para capacitar”, relata Cea, quien trabajó mano a mano con Isabella en estas definiciones.

Durante ese análisis notaron que las mujeres que tenían problemas para emprender, además arrastraban las dificultades implícitas del género: maternidad, labores domésticas. Así, Isabella y el equipo de la Fundación decidieron crear un nuevo programa con foco en la mujer. Entrevistaron a cerca de 30 expertos -del área de emprendimiento, de organizaciones relacionadas al género femenino- y crearon Despega Mujer, iniciativa que comenzó a funcionar el 6 de mayo.

La puerta que se abre


Isabella, cuentan cercanos, es muy detallista: se involucró en cada decisión de la nueva oficina de la entidad (en un edificio en Hendaya al que se cambiaron el año pasado), donde eligió desde los colores de los cojines hasta las tazas. Lo mismo hace en los informes y presentaciones que realizan: es la que afina cada descripción de tareas y propósitos que se plantean.

Por todo el trabajo que ha concretado este año y medio, Isabella ya se ha hecho un nombre en este ecosistema. Patricio Mayr, director de administración y finanzas de la Fundación Mustakis, ha colaborado con ella en diversos proyectos: “Tiene una forma muy rigurosa para analizar la evidencia del impacto que genera el beneficio en la sociedad.

Es una mirada de la nueva filantropía, cada vez más presente en las nuevas generaciones, que no se queda en la caridad, va un poco más allá. Antes (a nivel general en las fundaciones de familias empresarias) las decisiones de a quién se le aportaba, se hacían con una suerte de tincada, pero no a través de la evidencia, que es lo que se está desarrollando en EEUU, Asia, y ahora en Chile”.

Tanto él como otros que la han conocido este tiempo coinciden en que es una persona de muy bajo perfil y reservada. “Nunca le he escuchado hacer referencia de su apellido. Todo lo contrario”, insiste. Por lo mismo, cuando en abril Isabella recibió la invitación de la Asociación de Empresas Familiares y de CEFIS para ser panelista de un seminario, lo pensó tres veces: abría una puerta difícil de cerrar.

La posta con Paola

Pese a que suele repetir que quiere hacerle el quite a la exposición, aceptó hablar en público sobre el trabajo que la Fundación estaba realizando.

El conversatorio “Aterrizando el desafío de medir”, donde también participó Jorge Matte, fue el 3 de mayo, y ahí la socióloga planteó: “Hoy las nuevas generaciones son mucho más orientadas hacia la data. Hay un valor en darle este giro más profesional y pensar que la filantropía deje de ser de segunda categoría en comparación con lo que hace una empresa.

Por eso es tan importante incorporar la evaluación dentro de los modelos”. Uno de los presentes pensó entonces: “Es el turno de Isabella”. “Es mujer, es joven, es profesionalmente destacada. Seguro tendrá un rol relevante dentro del conglomerado Luksic”, reflexiona la misma persona.

Paola coincide: “Mi idea es prepararla para que ella se haga cargo cuando yo no esté. Es una posta que se empieza a armar y, es una suerte, teniendo una sobrina como ella: muy capaz, muy trabajadora, con mucha sensibilidad social”.

De su entorno la describen como abierta al diálogo y a las conversaciones –desde niña participaba activamente en las discusiones que se generaban en la mesa–, cuentan que le gusta recorrer Chile –siendo el desierto y Panguipulli, donde tiene casa su abuela Iris Fontbona, sus zonas preferidas– y que planea volver a estudiar afuera. ¿Qué cosa? Aún está evaluando si será algo cercano a las políticas públicas o más bien del mundo financiero.

Y pese a que todo indica que su futuro próximo está dentro del Grupo, cuando se le hace la pregunta, ella responde a DF MAS: “No sé si será acá o en otro lado. Lo que sí tengo claro, es que debe ser en un lugar donde los valores se alineen con los míos”. Es parte de su estilo.


Dos libros que la han marcado

Lean In: lo ha leído varias veces. Sus cercanos cuentan que la marcó por la forma en que ahí se explica la lógica de las mujeres en el ámbito laboral, y las diferencias y desafíos que existen con respecto a la igualdad de género.

Educated: son las memorias de una mujer mormona, cuya historia tiene varios episodios que impactan a quienes lo leen. El libro habla del poder transformacional de la educación, más allá de la cultura y la historia de cada uno. 

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