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Personaje

Javier Blas: “Necesitamos una recesión”

Javier Blas: “Necesitamos una recesión”

Al invadir Ucrania, Vladimir Putin creó el escenario perfecto para una mayor inflación, posiblemente una recesión global, y más vida para el que ya es un histórico súper ciclo de los commodities.

Por: Marcela Vélez-Plickert desde Londres | Publicado: Sábado 25 de junio de 2022 a las 04:00
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Los más poderosos del mundo no necesariamente se sientan en la Casa Blanca o en Beijing, ni siquiera en Wall Street. Son ejecutivos, traders, dispuestos a negociar con quien sea necesario sin importar su color político. Son ellos los que financian a grupos rebeldes, como en Libia; países con arcas vacías, como en Jamaica; o bajo sanciones, como Rusia.

“Las casas de trading de commodities están jugando un rol importante en ayudar a Rusia a seguir colocando sus materias primas…Ya lo decimos con Jack en el libro, las casas de trading de commodities son quizás el sector empresarial occidental que más ha ayudado a Vladimir Putin, económicamente al menos”, afirma Javier Blas, quien junto a su colega Jack Farchy publicaron El mundo está en venta.

En más de 300 páginas, Blas, editor jefe de energía en Bloomberg, y Farchy, periodista senior de commodities, revelan cómo funciona una industria que a pesar de su vital importancia ha permanecido fuera del escrutinio público.

Nombres como Glencore y Trafigura, en metales y petróleo; Vitol en hidrocarburos, y Cargill en alimentos, son los que permiten que las materias primas se muevan alrededor del mundo, en operaciones millonarias, que incluyen no pocas veces escenas propias de películas de Hollywood.

Como un ejecutivo aterrizando en medio de una zona de guerra en Libia, u otro cruzando la cortina de hierro para negociar con crudo ruso. Operaciones millonarias que muchas veces se cierran con un apretón de manos o una promesa por teléfono.

Esas son escenas que Blas y Farchy describen en su libro, y que usan para explicar cómo los CEO y ejecutivos de las grandes casas de trading han jugado un rol clave en el enriquecimiento de gobiernos, cleptócratas, presidentes, príncipes y magnates.

Hoy, en medio de una ola inflacionaria, causada por el alza del precio del petróleo, y la amenaza de una crisis alimentaria, el rol de estas empresas está por primera vez en décadas en los ojos de los gobiernos.

“No es momento para sacar ganancias”, declaró el presidente de EEUU, Joe Biden, esta semana, en medio de una campaña por bajar el precio de los combustibles presionando a las empresas.

Desde Londres, donde la inflación alcanzará pronto los dos dígitos, Blas conversa con DFMAS sobre el transformativo momento que vive la industria de los commodities.

En el libro relatan episodios en los que los precios de metales o petróleo suben por estrategias de acumulación de reservas de las casas de trading. ¿Es en parte eso lo que estamos viendo o hay un problema “físico” del suministro que explican las alzas de precios?
- “No, lo que estamos viendo es una disrupción física del suministro. Las casas de trading se están beneficiando porque hay mucha volatilidad y porque los márgenes han subido muchísimo. Pero es una disrupción física. Rusia ha perdido 10% de su producción de petróleo, eso es un millón de barriles. Eso es prácticamente lo que importa Italia, un país del G7. Estamos perdiendo petróleo en Libia, y etcétera”. 
A eso hay que sumar que la demanda se ha recuperado mucho y los últimos dos meses en particular todo el mundo está viajando -al menos aquí en Europa y en EEUU- por primera vez en dos años. A veces miramos todos desde el punto de vista europeo, pero no nos damos cuenta de que Asia está abriendo las fronteras justo ahora. 
En el mercado agrícola también hay una disrupción física brutal. Hemos perdido una cantidad espectacular de producción, especialmente de trigo, de aceite de girasol de Ucrania, que es responsable del 60% de las exportaciones mundiales y ahora han pasado prácticamente a cero”. 
La guerra en Ucrania explica el alza en el petróleo y trigo, quizás en algunos metales, pero las alzas son generalizadas. Por ejemplo, antes de las caídas recientes, también en el cobre.
“En el caso del cobre, la demanda ha subido mucho y la oferta está con dificultades. Por ejemplo, las dificultades que tiene Codelco para aumentar su producción. Cada mina cuesta más de lo que se pensaba y se abre más tarde. Sobre todo, lo que es la expansión de Codelco está especialmente retrasada…”
-Y tenemos las protestas en Perú…
“Claro, además…”
 

Problemas a la vista

El impacto de estas interrupciones se está sintiendo alrededor del mundo. En Europa, en EEUU y en Latinoamérica las tasas de inflación han alcanzado máximos en 20, 30 y hasta 40 años. Parte importante de la apuesta de los bancos centrales del G7 para negarse a un ajuste monetario acelerado como el implementado por países emergentes como Brasil o Chile es que el precio de las materias primas bajará hacia fin de año. Sin embargo, Blas duda de que esto vaya a suceder.
Quizás por el libro, quizás por la atención que han recibido de gobiernos y prensa especializada, pero contrario a lo que ha pasado con anterioridad, cuando los traders hallaban forma de esquivar las sanciones económicas, las grandes firmas de trading se preparan para dejar de comerciar con commodities rusos hacia fin de año.
Si estas empresas cumplen las sanciones, contrario a lo que esperan los bancos centrales, entonces veríamos una mayor presión en los precios.
“Sí, yo sigo muy preocupado para 2023. Pese a que hay un debate sobre si habrá una recesión o no, para mí es muy simple, necesitamos una recesión porque la oferta y la demanda de materias primas -sobre todo de petróleo- no cuadra en 2023. A menos que la economía se desacelere de forma importante.
En su último informe la Agencia Internacional de Energía proyectó que la demanda de petróleo aumentará en 2,2 millones de barriles diarios. Eso es más que el aumento de 1,8 millones de este año. Si uno mira a 2023 y mira la oferta y ponemos 2,2 millones de incremento de demanda, pues simplemente no cuadra. Tenemos que poner a la OPEP produciendo a la máxima capacidad, que sabemos que no lo van a hacer, primero por cuestiones políticas y también por cuestiones físicas. Cuando llevas al sistema mundial de materias primas a la máxima capacidad y pones a correr todas las minas, todas las refinerías, todas las plantas al máximo, al final las cosas se comienzan a romper. Hay el colapso de una mina…”
-El incendio de una refinería en Texas… 
“Claro, o un grupo rebelde se toma un campo petrolero… Cuando ese equilibrio entre oferta y demanda no cuadra, pues claramente necesitamos una desaceleración de la economía mundial para que eso cuadre. Lo que veo es que a salvo de que tengamos una crisis económica muy profunda en 2023 los precios de las materias primas van a seguir bastante altos, especialmente del petróleo”.
 

Ganadores geopolíticos

Toda crisis significa una oportunidad para algunos. En el caso de las firmas de trading de commodities, Blas lo grafica así: “Si antes el margen normal de materias primas agrícolas (del “farm to fork”) era de entre US$ 10 y US$ 15 por tonelada, en estos momentos está entre US$ 60 y US$ 70”.

-Además de los traders, ¿hay otros ganadores?
- “Arabia Saudita es el primero que sale de esta crisis más fuerte políticamente y económicamente, va a terminar 2022 ganando más dinero por su petróleo de lo que ha ganado jamás, unos 1.000 millones de dólares al día. Políticamente, el hecho de que Biden, quien dijo que iba a trabajar para convertir a Arabia Saudita en un paria de la política mundial, se aliste para ir allá.…Y no es que EEUU vaya a recibir a Mohammed bin Salman (príncipe gobernante), es que Biden va a ir. Prácticamente es casi ir a besar el anillo. Políticamente, ese es un triunfo para bin Salman.

Noruega es otro que gana. Antes la UE lo acusaba de hipócrita por su industria hidrocarburífera, pero ahora nadie más va a llamar hipócrita a Noruega, porque necesitamos el petróleo y ciertamente necesitamos el gas. Qatar sale reforzadísimo. Un país que se vio acosado por sus vecinos hace dos años, ahora sale reforzado como un bastión del mercado de gas licuado.

En general creo que muchos países que quizás no importaban tanto en la economía mundial o en términos geopolíticos, de repente cuando ves los precios y los minerales que necesitamos, no solo hoy sino en los próximos 20 o 30 años para la transición energética, pues empiezas a verlos de una manera distinta. Por ejemplo, tres países que se ven hoy de manera muy distinta son la República Democrática del Congo, que exporta 70% del cobalto mundial sin el que no puedes construir un vehículo eléctrico; y dos países en América Latina: Perú y Chile. Políticamente nadie en el mundo, y me refiero desde Washington a Beijing, desde Londres a Bruselas, nadie puede decir no necesitamos saber nada de Chile, pues es la fuente principal de cobre”.

-Como relatan en el libro, en los años ‘70 y ‘80 el boom de la industria llevó a una serie de nacionalizaciones y reformas. ¿Cómo reaccionará la industria ahora?
“No me atrevo a decir cómo va a reaccionar la industria”.

-Pero los gobiernos…
“La mayor reacción que estamos viendo es un cambio en las prioridades de los gobiernos occidentales. Si en los últimos cinco años fue el cambio climático, hoy es la seguridad del suministro de materias primas. Quizás no se admite en público, pero sí lo es. El acceso a petróleo, gas, cobre, cobalto, litio, trigo, arroz… es la mayor preocupación de todos los gobiernos. Eso tendrá repercusiones. ¿Cómo reaccionará la industria? Habrá un rol del Estado mayor, si habrá más impuestos, más presión… No lo sé. En general vamos a ver todo ello de manera diferente en cada país”. 

-Ya estamos viendo más intervención estatal. No me refiero solo a las amenazas de nacionalizaciones en Sudamérica, pero tenemos ahora a Biden presionando a las petroleras para aumentar la producción de combustibles.
-“Vamos a una etapa de mayor intervención gubernamental en el mercado de materias primas. Tanto por el lado de los países consumidores, como por el lado de los productores. Tanto para asegurar el suministro como para mantener los precios lo más bajos posible. En los países productores tratarán de obtener una mayor parte de los beneficios, creando impuestos, quizás nacionalizando, limitando la participación extranjera. Creo que vamos a una era de mayor control gubernamental en los mercados”. 

-¿Y cree como algunos que estamos en un nuevo súper ciclo de los commodities?
-“Mi visión es contraria a prácticamente todo el mundo en la industria. Yo lo que digo es que el súper ciclo nunca acabó. Tenemos uno que comenzó en los 2000, por poner un número redondo, con la urbanización e industrialización de China y otros en Asia, y tuvo dos interrupciones muy abruptas: la crisis financiera de 2008-2009 y en 2020 la pandemia de Covid-19. Pero si se ve las medias anuales, la trayectoria de los precios sigue siendo alcista, nunca han vuelto a la media anterior de los años ‘90-’80. La demanda sigue siendo más fuerte. Me da la impresión que este súper ciclo en el que llevamos 20-22 años todavía tiene gasolina para seguir, por el impulso de ESG, la transición energética, y si bien China se está enfriando, India está creciendo muy rápido”. 

-A propósito de la transición energética, países como Chile están apostando mucho a que el litio y el hidrógeno verde serán los nuevos commodities. Pero lo que vemos es un regreso al petróleo, al gas y al carbón.
-“Creo que es una urgencia temporal, y que luego vamos a movernos a energías renovables, más verdes. Pero pienso que por los próximos 20 años vamos a necesitar las dos. La demanda de petróleo sigue creciendo, no hemos logrado que la demanda empiece a caer, ni siquiera se ha desacelerado. 
La demanda de gas natural y de carbón va a marcar un máximo histórico este año… Tenemos que seguir invirtiendo en energías fósiles y a la vez en energías renovables. Entre más tardemos en hacer esa inversión, los precios van a seguir altos”. 

-¿Y en este cambio en la industria, qué oportunidades y riesgos tienen los productores de commodities en Latinoamérica?
-“América Latina tiene una oportunidad muy importante, porque los precios -quizás no a los niveles de hoy- van a seguir históricamente altos durante bastantes años y vamos a tener un flujo de capital extranjero. Eso va a continuar. El riesgo más inmediato quizás es el alza de tasas en EEUU y la subida de los tipos de cambio, que tradicionalmente han sido negativas para América Latina. Pero también hay que pensar que -salvo un par de excepciones- la política económica y monetaria de la región no es la misma de los años ‘80 o ‘90. Si uno piensa, sobre todo por el lado de la transición energética, América Latina es la Arabia Saudita del cobre mundial”.

-Curiosamente, coincide con el auge de un movimiento político contrario a la minería.
“Pero claro, también Biden dijo que no iba a permitir que se perfore un pozo de petróleo en EEUU, y no solo está yendo a Arabia Saudita el próximo mes, sino que está pidiendo a las petroleras a ver si pueden abrir las refinerías y quizás un nuevo pozo de petróleo. Creo que la política sobre la minería y la energía era prácticamente de campaña electoral y lo que ha pasado en los últimos dos meses va a forzar a que los gobiernos dejen de hacer campaña y comiencen a gobernar con políticas más realistas”.

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