Personaje
Juan Ramón Silva y su primera novela: Saldar la propia historia
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Casi seis años y 21 borradores le tomó a Juan Ramón Silva (65) terminar su primera novela. Nació en Santiago en 1955, hijo de padre y madre periodistas. Alcanzó a estudiar seis meses de Antropología en la Universidad de Chile, pero en agosto de 1973, días antes del golpe militar, partió con su familia a vivir a España.
Estos datos biográficos se entremezclan con los personajes de su novela y muchos coinciden con la ahí bautizada familia Sepúlveda. Aunque el autor insiste en que no se trata de una autobiografía y que tiene mucho de ficción. “Un miembro de mi familia me ha reclamado luego de leer el libro: “Yo no soy así” y le he dicho: “¡Pero si no eres tú!”. Silva habla con acento español, pero todavía se le cuelan chilenismos.
Cuenta que fue el único de su familia que se quedó viviendo en Europa, el resto volvió a Chile a finales de los años ‘70, razón que lo mantiene viniendo de visita y planeando pasar cada vez más tiempo aquí.
“Mi madre, hermanos y sobrinos están ahí y curiosamente también conservo a mis amigos del colegio, que se suman a otras pandillas de chilenos que he conocido aquí en España y los años que viví en Nueva York”. Su última estadía duró cerca de dos meses, en los que terminó la construcción de una cabaña cerca de Tunquén, donde espera instalarse medias temporadas de aquí en adelante.
Recién llegado a Madrid estudió dos años Ciencias de la Información en la Universidad Complutense, luego dejó la carrera por una crisis personal y se transformó en instructor profesional de esquí. También fue fotógrafo de moda y director creativo de dos agencias de marketing, donde diseñó campañas estratégicas para clientes como BMW y Reebok, entre otros.
Entre 2010 y 2018 se desempeñó como director general del Área de Sostenibilidad en ACCIONA, empresa multinacional de energías renovables e infraestructuras sostenibles. Buena parte de esos años, dice, se los pasó en eventos y encuentros internacionales sobre sostenibilidad, como las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP).
El momento pendiente
La lectura y la escritura siempre lo han acompañado. A los 9 años comenzó a escribir diarios de vida y tiene cajas llenas de ellos. En 1982 la editorial Alfaguara le rechazó una primera novela, lo cual, señala, hoy agradece, ya que al releerla años después le pareció “un espanto”. Al año siguiente consiguió un premio granting process de la Fundación Claudio Arrau en Estados Unidos, por un libro de poemas.
Luego se casó, tuvo tres hijos -que hoy tienen 25, 28 y 32 años- y no logró darle una oportunidad seria a la escritura. “Cuando cumplí 60 años me di cuenta que podía morir sin dedicarme a esto y no quería. Sería un karma para 20 generaciones. Entonces me impuse una disciplina estricta: me levantaba a las 5:00 am hasta las 9:00 am. Cuatro horas diarias todos los días durante tres años, antes de partir al trabajo”, comenta en la conversación por Zoom con DF MAS.
En 2017, cuando le diagnosticaron cáncer, dejó de trabajar y se dedicó a terminar de escribir su novela. “Tuve cáncer de próstata, que es bastante vulgar. Pensaba que me iba a tocar una enfermedad muy dramática y que iba a escribir sobre eso, pero luego me enteré que la padecían casi todos los mayores de 60 años y fue una decepción”, comenta bromeando. Agrega que lo que más lamentó fue dejar de hacer deporte, ya que durante más de 15 años ha competido en triatlón y recién ahora ha podido recuperar la actividad física.
“¿De dónde vengo?”
“Me gusta la historia y leo mucho sobre Chile. Aunque no soy como amigos míos que leen diarios chilenos todos los días y siguen la noticia del tío de tal diputado. En cierta medida tienes que olvidarte para adaptarte a otro país. No puedes vivir en un lugar sin corazón. Me doy cuenta que mis compañeros de curso se acuerdan de un montón de cosas que yo borré probablemente para vivir tranquilo”, afirma Juan Ramón.
Sin embargo, Acerca de caer es en gran medida un ejercicio de memoria familiar y de revisitar su propia historia. Silva tenía vacíos de información o relatos que no sabía si correspondían a leyendas o a hechos reales, y necesitaba responder la pregunta ¿de dónde vengo?
Con trozos de datos biográficos y mucho de fantasía, construyó este relato coral que intercala la voz de una inmigrante francesa casada con un rebelde español, llegando al Chile de finales del siglo XIX, con la narración de sus descendientes, amigos y empleados. Se trata de un vistazo a la clase media chilena en los años de Unidad Popular, con toda la polarización ideológica de esos tiempos, señala el autor.
La novela tiene muchos personajes y repasa distintas épocas, lo que le significó un arduo trabajo de documentación. “Tenía que saber cuánto tomaba el viaje en tren de Santiago a Valparaíso en el año 1906. Esos detalles deben ser exactos, o te perturban y se te hunde el relato”.
A través de la pantalla muestra una pizarra llena de recuadros, flechas y anotaciones. “Ahora me divierte, pero antes me desesperaba”, dice sobre el trabajo de encajar las partes para darle forma a la historia.
Su primera editora le advirtió que estaba metiéndose en un gran lío al escoger una narración coral, pero él ya estaba en eso. En el camino también descubrió impresionantes coincidencias entre lo que había inventado y lo que había ocurrido. “Cuando uno escribe descubre cosas que antes no sabía. Para mí el acto de escribir sabe muchas cosas”.
Tomo uno
Ya con el texto terminado estaba dispuesto a golpear las puertas de todas las editoriales necesarias. Citaba el caso de Starbucks, cuyo fundador presentó el proyecto a 242 inversores antes de conseguir un sí. “Hasta que no llevara 242 editoriales rechazándome, no iba a auto editarme”, sostiene.
Partió por los dos grupos editoriales más grandes de España y Chile: Planeta y Penguin Random House. Le informaron que la novela estaba en el comité de valoración de Planeta Barcelona, y luego lo llamó Josefina Alemparte, directora editorial de Planeta Chile, para comunicarle que les interesaba publicarla.
“Ni te cuento cómo me sentí. Ahora hay que ver cómo funciona. Me gustaría que lo den de leer en los colegios”, agrega. Mientras sigue vinculado a la lucha contra el cambio climático, ahora a través del activismo, ya va por la mitad de un nuevo título que será la segunda parte de una trilogía que avance en el tiempo hasta nuestros días. Esa es su ilusión: “Me gustaría que lo leyeran los jóvenes, transmitirles algo de nuestra historia o que al menos puedan revisarla desde distintos focos”.