Personaje
Pirincho Navarrete y su salida de los medios de comunicación: “Veo mi vuelta más lejos que cerca”
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El corte fue en marzo y fue drástico. El abogado Jorge “Pirincho” Navarrete (54) anunció que terminaba todas las labores en medios que lo han convertido en un reconocido analista político: su rol de panelista en Tele 13 Radio y en el programa Tolerancia Cero; sus entrevistas en el programa Diálogo continuo, de The Clinic; y sus comentarios provocadores en Comando Jungle, espacio en YouTube que compartía con sus amigos Carlos Correa, Camilo Feres y Gonzalo Müller.
A sus jefes en estos lugares ni siquiera les pidió una pausa: presentó su renuncia. Y no dijo mucho más. Simplemente desapareció de la exposición pública. Guardando, como dice él, un silencio de monje.
Esto fue hasta el jueves, cuando -luego de meses de insistencia- decidió conversar con DF MAS. Ese día está en la oficina de su nuevo estudio jurídico, Tr3s Abogados, que echó a andar en marzo junto a su socio y amigo Humberto Del Río, quien antes dirigía el bufete donde Navarrete trabajó por 18 años. Es un sexto piso de un edificio en Vitacura, con murallas azules y un innegable guiño a los años ‘80, una de sus épocas preferidas. En un costado hay varios flippers.
Desde aquí él continuó con su trabajo de abogado corporativo y con las asesorías políticas y comunicacionales que realiza a personajes y empresas importantes. Eso no cambió. Tampoco su mirada aguda al país y a la contingencia (ver recuadro), aunque con una diferencia: desde hace ocho meses, lo que allí ve lo vuelca sólo en escritos personales y ya no en medios de prensa. Asegura que no hay fecha para su regreso a esas lides.
- ¿Por qué salirse de los medios? Nunca has querido hablar de eso…
- Debería partir diciendo que esto no es completamente novedoso: hace cinco años, con una actividad pública comunicacional relativamente similar, ya había puesto una pausa, que tampoco fue tan intempestiva. La de ahora la venía meditando desde mediados de 2023, por tres cosas distintas. Primero, sentir que mi participación en el debate público se había mecanizado y que yo no estaba particularmente creativo. Sentía que algunos instrumentos de análisis que ocupaba estaban más o menos obsoletos. Y si uno no está en su mejor momento, mejor hacer una pausa, especialmente cuando haces esto por vocación y no por obligación. Había un cierto desgaste, un cierto cansancio.
"Si uno no está en su mejor momento, es mejor hacer una pausa, especialmente cuando haces esto por vocación y no por obligación. Había un cierto desgaste, un cierto cansancio"
- ¿Cuáles son las otras razones?
- La segunda, que la fui madurando después, es que todos quienes nos dedicamos a opinar del escenario público y político no podríamos sino reconocer cierta perplejidad sobre cómo las cosas han ido cambiando y cómo nos han ido sorprendiendo. Y sentía que yo estaba objetivizando poco, que estaba hablando mucho desde mis emociones. Más cerca del corazón que de la cabeza. Si bien en política lo más objetivo es lo subjetivo, uno hace un mayor aporte cuando equilibra ambas cosas; es decir, cuando logra expresar emociones, sentimientos, estados de ánimo que hablan de lo genuino de lo que uno dice, pero al mismo tiempo hay que volver a leer, a mirar con calma, a tomar distancia. Ese equilibrio es relevante, porque un análisis donde prima sólo la emoción es muy ciego, pero un análisis donde prima sólo la racionalidad es vacío.
- ¿No hubo razones más personales?
- Sí. También hay razones de carácter más íntimo, quizás anticipando un poco lo que se venía. Marzo no fue un buen mes para mí en lo personal.
- ¿Por qué?
- No suelo hablar de mis cosas personales y esta no va a ser la excepción, pero sí te puedo decir que a mí me cuesta mucho lidiar con la tristeza.
- ¿Tiene que ver con la muerte de tu madre hace dos años?
- Hay algo que tiene que ver con la muerte de mi madre… y hay más cosas que estoy trabajando ahora. Quizás anticipé que este iba a ser un año en que necesitaría trabajar más en mí. Es difícil exponerse cuando hay cuestiones que uno no ha terminado de resolver.
Pirincho Navarrete se nota complicado. Saca las palabras apenas. No le gusta traspasar la frontera personal. Pero no es difícil percibir que le han ocurrido cosas importantes que le han remecido los sentimientos. “Yo no sabía lidiar con la tristeza; nunca antes había estado triste”, dice.
- No quieres entrar en detalle, pero lidiar con la tristeza ¿es un proceso aún abierto?
-Es un proceso del cual me estoy haciendo cargo.
“Yo no sabía lidiar con la tristeza; nunca antes había estado triste”, dice.
“Con un plazo indefinido”
- La decisión de dejar la exposición pública, ¿debía ser así de radical, cortar con todo?
- Te contesto como alguna de mis hijas: “Si no es con todo, pa’ qué”. Y sí, me parecía que esto tenía que ser total. Además, si no lo hacía así hubiera entrado en una dinámica jodida de tener que elegir entre los espacios en que participaba.
- ¿Cómo defines tu decisión de marzo: el inicio de un sabático, un permiso personal, un escape, un punto de inflexión?
- Para contestar esta pregunta me sirve lo que públicamente dijimos cuando terminamos Comando Jungle: es como una banda de rock que anuncia, más que su separación, el cese de su actividad pública. Eso puede ser una pausa necesaria para que vuelva la creatividad, o un punto de inflexión para volver en un sentido distinto a como venían tocando, o el fin de la banda para el desarrollo de otros talentos.
- O sea, pura incertidumbre.
- Es que esperar lo contrario sería extraordinariamente pretencioso. No sería sincero que yo hubiera puesto un plazo para volver o me lo hubiera autoimpuesto, ya que las razones por las cuales suspendí son procesos que no sé cuándo van a terminar. No sé si voy a lograr hacerme de nuevas herramientas; no sé si voy a contar con la confianza de las personas que me permitieron estar en los medios; e incluso desde el punto de vista personal es un proceso que tampoco sé cuánto va a tomar y en qué va a culminar. Por eso, es con plazo indefinido.
- En marzo se entendió que la pausa sería sólo por este año…
- Yo también lo pensé. Pero es un proceso que sé cuándo se inició, pero no cuándo ni cómo terminará. Y más allá de lo que echo de menos -las dinámicas, la conversación, mis amigos y también un poco el ego de que te comenten o te critiquen-, estoy súper tranquilo con la decisión que tomé.
“Estoy escribiendo mucho”
- ¿En qué has gastado el tiempo que te liberó la faceta de analista político?
- No es tanto el tiempo cuantitativo que uno libera. Lo que sí ocurrió es que desde el punto de vista cualitativo me permitió volver a concentrarme en cosas que para mí eran interesantes de priorizar.
- ¿Qué cosas?
- Todo lo que tiene que ver con las razones por las que hice esta suspensión. Estoy leyendo harto y estoy escribiendo. También me estoy dando tiempo para mirar cosas con una perspectiva distinta. Soy padre de cuatro hijas, tres de ellas adolescentes, y estoy convencido de que hay algo en el cambio generacional que a quienes somos más viejos nos cuesta mirar. Entonces me he adentrado en conversaciones, en literatura, en expresiones audiovisuales profundamente políticas, pero de una generación distinta. Evidentemente tengo más tiempo para mí, y voy a decir algo políticamente poco correcto: he aprendido a disfrutar no hacer nada, mi ocio, mis silencios.
- ¿Fuiste más seguido a Chiloé? Es un lugar que te gusta, tienes una casa allá.
- Trato una vez al mes escaparme al sur, en la medida en que mis obligaciones profesionales y familiares lo permitan. Lo he logrado un par de veces y espero seguir haciéndolo, ojalá por una semana. Esas veces he estado solo; y para serte franco hace algunos años no me hubiera imaginado solo en ninguna parte. Estar más conmigo ha sido una experiencia interesante.
- ¿Y te vas volando a Chiloé? Literalmente, porque piloteas tu propio avión.
- Sí, muchas veces me voy volando yo.
"Evidentemente tengo más tiempo para mí, y voy a decir algo políticamente poco correcto: he aprendido a disfrutar no hacer nada, mi ocio, mis silencios"
- Sigues consumiendo actualidad, además con un país que está tan noticioso. ¿Qué haces con todo lo que miras y que ya no vuelcas en los medios?
- Sigo manteniendo una red amplia y transversal. Como decía Bernard Shaw, mi día tiene varias veladas y varios cafés. Es decir, hay una parte importante de escuchar y de conversar de política. Y lo otro es escribir. Estoy escribiendo mucho.
- ¿Esos escritos serán un libro?
- Tengo la impresión de que no. Me ofrecieron, no hace mucho, escribir un libro, pero me falta para hacer algo distinto, que valga la pena. Así que dije que no. Lo que estoy haciendo es un ejercicio más bien personal, porque escribir me ordena.
- Tu silencio de monje ha tenido pequeñas fisuras. En Tele 13 Radio apareciste para comentar los cinco años del estallido y luego las elecciones municipales.
- Son cosas puntuales. Tengo un compromiso, que ya es tradición, que el día de elecciones concurro con quien fue mi co-panelista, el rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, para comentar durante la mañana. Y a la radio le pareció importante pedirnos ahora que más allá de mi silencio comunicacional y el de él, por la función que cumple, concurriéramos ese día. Y lo del 18 de octubre fue por un compromiso personal con Iván Valenzuela, de hacer una reflexión de largo aliento de lo que significó el estallido social.
- ¿Podrían ser señales de un regreso?
- No. Incluso esta conversación que estamos teniendo, que tanto me cuesta, se da en una dinámica distinta, más personal, para explicar este proceso. De hecho, veo mi vuelta más lejos que cerca.
“Yo no hago lobby”
- Haces asesorías políticas y comunicacionales. La decisión de desaparecer del debate público, ¿podría relacionarse con no tener roces con esos clientes, siendo tú un analista que corre por su cuenta, libre, hasta deslenguado?
- No, no hay una relación. He sido sumamente estricto en mantener una completa separación entre mis tareas profesionales y mi participación en el debate público; y así estar muy lejos de lo que desgraciadamente es bastante habitual en Chile, y que me produce irritación, que es el columnista a sueldo. Yo no hago lobby ni gestión comunicacional, y así se estipula en los contratos con mis clientes. Lo que hago es proveer información, diseñar escenarios, dar consejos… soy como el antiguo médico de cabecera o, en una imagen más actual, como Mr. Wolf en Pulp Fiction.
"He sido sumamente estricto en mantener una completa separación entre mis tareas profesionales y mi participación en el debate público"
- O sea, no hubo ninguna presión por ese lado para desactivarte públicamente un rato.
- Nada. Lo que no significa que no tengas un punto en que más de alguna vez, incluso estableciéndose esta diferencia, el hecho de verbalizar mi opinión y de la manera en que lo hago ha traído alguna irritación o incomodidad. Pero bueno, en ese caso mis clientes tienen dos problemas: uno es irritarse; el otro, “des-irritarse”. Te diría incluso más: tiendo a creer que algo de la razón por la cual me va bien en términos profesionales es que mi manera de relacionarme con los clientes es tan frontal, tan dura y tan crítica con ellos como suelo hacer en los espacios públicos.
- Parte de tu marca personal está dada justamente por la exposición pública en medios. No estar allí, ¿mordisquea un poco ese capital propio?
- Si me hubieras hecho esa pregunta hace 25 años, el hecho de no ser visible o no poder participar en el debate público pudo haber sido una desventaja para que otros actores en el ámbito profesional pudieran apreciar ciertas cualidades o cosas que resultaran interesantes. Pero hoy estoy viejo para eso. En esta etapa de la vida, lo que opinen otras personas sobre lo que soy o lo que hago me resulta mucho menos importante, por no decir completamente irrelevante.
La mirada política
- Cuando asomas la cabeza, ¿cómo ves el escenario político?
- Lo veo con preocupación. No hemos tomado conciencia de la fragilidad política, económica y social por la cual estamos transitando. Hay una cierta élite que no aquilata la profundidad de la crisis. Es una suerte de síndrome de negación. Se naturalizan, se minimizan los problemas. Aún nos damos el lujo de sacar ventajas menores y de hacer imposible lo único que nos puede sacar de este momento: una colaboración mucho más transversal.
- ¿Cómo ves a Boric y al oficialismo?
- La palabra que me sale natural es decepción. Yo voté por el actual Presidente, soy parte de la cultura socialdemócrata, sin embargo el resultado de estos tres años dista mucho de lo que yo hubiera imaginado y querido. Comprendo que las circunstancias cambiaron de manera muy radical, pero ahí es donde justamente se ve el temple de las autoridades, de los gobernantes. No sólo ha habido falta de experiencia y un poquito de frivolidad. Ha habido escasa conciencia del impacto que para el país iba a tener este desapego respecto a la trascendencia de lo que significa estar en el gobierno de Chile.
- Y aparece el Caso Monsalve, que revuelve todo aún más.
- Michelle Bachelet decía: “Siempre puede ser peor”. Y ésa es la sensación que uno tiene. Fueron destituidos dos ministros de la Corte Suprema y ese debate duró una semana cuando irrumpió el Caso Monsalve. Y aquí no es el caso propiamente tal, sino lo que viene después: el manejo del Gobierno, la forma de afrontarlo, la inexperiencia, la ineptitud, la escasa conciencia. Un Gobierno que además había puesto la vara alta; es decir, éste era el gobierno ecologista, el que iba a terminar con el amiguismo, el gobierno feminista… y mira cómo estamos.
- ¿Y la derecha?
- La derecha está pasando por su mejor momento electoral, y que acompaña un ciclo político, que podríamos llamar el post-octubrismo, que se va a extender lo suficiente para prever que la derecha debería tener un muy buen desempeño en las próximas parlamentarias y la próxima elección presidencial. Es casi seguro que la derecha va a gobernar en el próximo periodo. No tanto por sus méritos, sino por los deméritos de los que tienen al frente. Su gran desafío no es ganar una elección, sino mostrar gobernabilidad. Y cómo de una manera consistente constituye una mayoría política, social, legislativa, con una oposición también a la altura. Todo eso es un gran signo de interrogación.
- El 24 es la segunda vuelta de gobernadores. La madre de la batalla está en la Región Metropolitana, considerada un adelanto de lo que podría ser la presidencial…
- No me sorprendió el resultado. Claudio Orrego tenía la posibilidad de haber alcanzado el 40%, pero que era muy difícil con cinco o seis candidatos. Tampoco me sorprendió la votación de la derecha en general y de Francisco Orrego en particular. La dinámica política está especialmente asociada a una dinámica comunicacional y emocional, y la derecha ya en la primera vuelta y sobre todo ahora ha transformado esta elección en un plebiscito del Gobierno o una diferencia entre la izquierda y la derecha.
- ¿Qué piensas que pasará ese domingo?
- Creo que vamos a tener un resultado apretado y las mejores posibilidades de Claudio Orrego están básicamente dadas en la medida que logre llevar esta elección a lo que realmente es -una elección de gobernador-, declare que si resulta electo va a ser gobernador los cuatro años y renuncie a cualquier pretensión de una candidatura presidencial.