Personaje
Una fuente de soda, carteras, El Principito, LAN, el Real Madrid, la DC: Episodios en la vida de Juan Cueto Sierra
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
“Déjenme en Avenida Matta sin ni uno, pero a cambio denme 20 años más de vida para reinventarme”. La frase la pronunció hace una semana exacta Ignacio Cueto, nieto de Juan Cueto Sierra, en el funeral de este empresario, quien falleció el fin de semana pasado.
Las palabras que solía repetir el patriarca del grupo Cueto y que rememoró su nieto, reflejan de manera fidedigna la vida de este empresario que llegó a Chile siendo niño en la década del 30, desplazado por la Guerra Civil Española. Pero pese a esa dura vivencia, Cueto Sierra desplegaría en este país una historia de múltiples emprendimientos, que acá retratamos, basada en documentos que obran en poder de la Cámara Oficial Española de Comercio en Chile (Camacoes), además de entrevistas a amigos y cercanos al empresario.
Las salitreras, la guerra y el viaje
Fue el 3 de diciembre de 1937 cuando siendo un niño Juan Cueto Sierra llegó a Valparaíso en barco, en compañía de su madre, su abuelo materno y sus cuatro hermanos. A su padre lo había sorprendido la guerra siendo alcalde de Colunga, un pequeño pueblo de Asturias, en una zona minera, y estallado el conflicto, éste había dejado el cargo para pelear y ser parte de la resistencia a los franquistas. Pero como las tropas de Franco avanzaban sobre Asturias, su padre decidió que la familia saliera de España, aunque él no quiso acompañarlos, comprometido con la causa.
“Mi padre nos dio un beso a cada uno y agitó los brazos en señal de despedida cuando el barco ya había zarpado”, rememoró Cueto Sierra -quien tenía 8 años en aquel entonces-, en una entrevista concedida a la Camacoes, detallando que ya estando en Chile, a los 9 años, se enteró de que su padre había sido fusilado en manos de los franquistas.
Llegaron al país donde su abuelo paterno, Pedro, ya había estado, en Iquique, en la industria salitrera, a fines del siglo XIX. Al arribo, fueron acogidos por parientes, hermanos de su madre que tenían un negocio en Santiago, Casa Sierra, en Avenida Matta con San Diego, donde la madre trabajó como cajera.
El anhelo de una fuente de soda
Tras llegar a tercero de humanidades -estudió en el colegio Hispano Americano-, Cueto Sierra junto con estudiar para ser contador auditor, quiso trabajar, siguiendo su sueño de tener una fuente de soda, lo que se transformó en su primer negocio junto a un primo político que estaba instalando una. Nació así Café Campoamor, ubicado en 10 de julio con Vicuña Mackenna.
Luego, se asoció con un amigo del colegio, Antonio Martínez (fundador de casinos Enjoy), que tenía un taller de carteras, incursionando en la industria del cuero. Tras múltiples dificultades, finalmente el negocio cuajó bajo el nombre Gucci y Gilioli, con cinco tiendas en Santiago, una al lado del hotel Crillón. Luego vendría, eso sí, un sinsabor, pues en la época de Allende enfrentaron la toma del taller.
Más tarde, ya en la segunda parte de los ‘70, vendría el negocio bancario, primero en el Banco Español Chile, y luego en el Banco Concepción, lo que a su vez derivaría en la toma de control de varias compañías como Compac, Sabimet, minera Michilla, entre otras.
Jorge Awad, histórico presidente de Lan, recuerda que conoció a Juan Cueto cuando éste era dirigente de la Cámara Chilena del Cuero, y él, a su vez, era director de la Dirinco, la desaparecida Dirección de Industria y Comercio. De allí surgió una relación que luego catapultó la incorporación de Awad a Compac, una firma fabricante de cañerías, tubos y perfiles de acero.
“El vicepresidente del Banco Concepción, que era José Luis Zabala, me conocía de la escuela de Economía, de la Universidad de Chile. Y él fue quien le sugirió a Juan Cueto que yo fuera gerente general de Compac”, cuenta.
De allí vendría también la relación con Sebastián Piñera, pues estando en el banco Concepción apoyó la creación de Bancard, dejando en él la administración del negocio.
“Conocimos a Juan en la segunda mitad de la década de los ‘70. En ese entonces después de haber llegado de un doctorado en la Universidad de Harvard, estábamos emprendiendo a través de la creación de Bancard, una empresa administradora de tarjetas de crédito. En esos tiempos no había tarjetas de crédito en Chile y queríamos que este producto llegara a la gran mayoría de los chilenos. Juan era director del Banco de Concepción, al que invitamos para ser socio de esta empresa pionera que estaba naciendo”, rememoran Sebastián Piñera y Cecilia Morel, recordando que también después serían socios en Valle Escondido, un desarrollo inmobiliario en la zona oriente de Santiago.
“Pero lo más importante con Juan no fueron los negocios, fue la amistad, el compartir largas conversaciones y el poder conocer a fondo a toda su familia”, dijeron, aportando también otro dato: “Los Piñera también vienen de Asturias, así que muchas veces los visitamos y recorrimos juntos las tierras asturianas, incluyendo Libardón, la tierra natal de la familia Piñera que estaba muy, muy cerca de Colunga”.
Tras el descalabro bancario del 82, Cueto Sierra lo perdió casi todo, y sólo logró quedarse con una empresa: Fast Air, que era una firma carguera que tenía sólo un avión, al que denominaron “Principito”. Un negocio en el que Cueto incursionó, pues veía la vocación exportadora que podía tener Chile y visualizaba que la carga aérea sería un buen negocio. “Él tenía la idea de que Chile necesitaba exportar fruta, y para llegar a los mercados en óptimas condiciones tenía que ser en avión. Fue la primera empresa carguera que hubo”, relata Jorge Awad, quien llegó a ser vicepresidente de esta compañía.
Para crecer, primero se acercaron a Lan -que era una compañía de transporte de pasajeros-, para comprarles espacios de carga. Pero a inicios de los ‘90 dieron el salto. “Hablé con mi amigo Sebastián Piñera, con quien habíamos trabajado previamente en Bancard, y nos asociamos”, contó en una entrevista Cueto Sierra.
En efecto, en noviembre de 1993 se produjo la primera compra: Fast Air adquiría el 9,9% de Lan y Boris Hirmas, un empresario chileno radicado en México y que acaba de vender Aeroméxico, también estaba interesado en Lan, y optó por ir en conjunto con Cueto, comprando otro porcentaje. Ambos paquetes, que en total fueron el 19,97% de Lan, fueron adquiridos a la sociedad Icarosan, ligada al Banco Europeo para América Latina y a Guillermo Carey Tagle.
Esa adquisición viabilizó la entrada de Enrique Cueto al directorio de Lan, junto con Boris Hirmas, en reemplazo de los representantes de Icarosan.
Al año siguiente, 1994, accedieron al control de Lan, en sociedad con Piñera, Eblen e Hirmas. Y en 1995 sumaron Ladeco, transformada en una filial de Lan Chile.
“Cuando empezamos teníamos 12 aviones”, decía Cueto. “Fue un creador de negocios, impulsor de la aviación comercial en Chile, pensar que partió con un avión. Y tuvo la gracia que lo hizo con sus hijos”, dice Awad, destacando también cómo delegó tempranamente en sus hijos Cueto Plaza: Ignacio, desarrollando en Miami un hub de carga; Juan José, en la parte financiera; y Enrique con la visión global. Un cuarto hijo, Felipe, falleció, mientras Esperanza se dedicó a la filantropía, en la Fundación Colunga.
Sin ser militante ni participar en la política de manera activa, como buen hijo de un opositor a Franco en España, los nexos políticos de Juan Cueto Sierra estuvieron siempre vinculados al mundo de la DC, “de entonces”, enfatiza Jaime Ravinet, ex ministro de Estado y exalcalde, para hacer un distingo con la DC de hoy.
Entre ambos hubo históricos lazos de amistad. Ravinet cuenta que él conoció a Cueto Sierra precisamente en los ‘60, presentado al empresario por el exPresidente Eduardo Frei Montalva. “Era muy amigo de él, de juntarse en las casas y compartir”, relata. “Cuando las campañas no estaban reguladas con financiamiento público, él siempre fue muy generoso en las campañas de don Eduardo. Yo fui secretario ejecutivo, el jefe ejecutivo de la campaña en su senatorial de 1973, y él (Cueto Sierra) fue una importante ayuda en ese momento. Muy demócrata, una persona de centro. Quizá por lo que sufrió en su niñez en la Guerra Civil Española”, describe Ravinet.
Además, con Ravinet coincidían en Pucón, en la llamada Península, donde ambos veraneaban en los ‘80. “Recuerdo largas conversaciones, era muy buen anfitrión, siempre con comida española, paella”, rememora, relatando que siempre se juntaban con René Abumohor, que estaba de cumpleaños en febrero.
El fútbol, el Real Madrid y su amistad con Florentino Pérez
“Estaba decidido a que todos debíamos ser tan fanáticos como él del Real Madrid”, rememoró su nieto Ignacio Cueto en la misa de despedida del patriarca. Y es que, en efecto, el fútbol y el equipo merengue fueron una de las grandes pasiones de su vida. Un gusto que lo acercó a otro referente de los negocios y director de empresas, Darío Calderón.
Éste había nacido cerca del Estadio Santa Laura y tenía parientes futbolistas, quienes hablaban del “tío” Juan Cueto. Y años después, el fútbol los volvió a acercar. Calderón llegó a la ANFP, y Cueto, desde la Unión Española. Los nexos continuaron y en la época de la presidencia de Ricardo Lagos, estando Enrique Krauss de embajador en España, Cueto, que ya tenía una relación con Calderón, le planteó que fueran a España y se consiguieran una audiencia con el presidente del Real Madrid.
Eran los principios de los 2000, y Florentino Pérez, en su primera administración del club, había desencadenado una completa revolución, conocida como la época de los “galácticos”, con contrataciones históricas -Figo, Zidane, Ronaldo, Beckham- y, a su vez, a través de la compañía ACS (Actividades de Construcción y Servicios), Pérez tenía un nexo con Chile, pues era socio de concesiones de autopistas (Autopista Central y la Ruta 68, que luego vendió).
La reunión se logró, se juntaron, invitaron a Pérez a que viniera a Chile, a Pucón, y fructificó una amistad que se mantuvo. De hecho, Cueto Sierra compró asiento en el Santiago Bernabéu.