Por dentro
Carlos Alberto Délano, empresario: “Gracias a la vida por haberme puesto en tu camino”
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
“Creo que la primera vez que vi a Sebastián fue en primer año de universidad, en ingeniería comercial en la UC. Pero nos hicimos amigos después de un tiempo, el segundo año. Antes de eso había escuchado hablar de su fama de alumno excepcional, brillante, fuera de serie.
Eran tiempos políticos difíciles en que los opuestos estaban enemistados seriamente. Él era del bando de Tomic y yo de Alessandri. Pero empezamos a toparnos cada vez más seguido en los recreos de las clases y a conversar siempre de manera tan natural, desafiante y simpática. Yo no tenia los méritos suficientes para sorprenderlo. Pensándolo creo que nos unió el sentido del humor, la creatividad y que éramos de ancestros serenenses.
Egresamos, nos casamos jóvenes (primero Sebastián con la Cecilia, lo mejor que le pasó en la vida) y siempre organizamos vacaciones, viajes y momentos juntos. La vida nos llevó a ambos a emprender, a asumir riesgos, a tomar partido por nuestras ideas. Muchas veces estuvimos políticamente en batallas opuestas, pero Sebastián no conocía el rencor. Nunca nos distanciamos por motivos políticos. Era tan liberal de alma, que aceptaba con total naturalidad las diferencias de opiniones. Para sumar diferencias importantes, nunca fuimos del mismo equipo de fútbol. Pero siempre nos quisimos y respetamos. El tuvo gran mérito en eso.
Con Fabio Valdés, Pedro Pablo Díaz, él y nuestras señoras, nos fuimos volviendo un cuarteto inseparable. Tan distintos los cuatro matrimonios y tan unidos a la vez. Creo que si nos hubieran grabado desde fuera pocos habrían entendido nuestra amistad, lo distintos que éramos y los chistes que nos hacíamos. De verdad llorábamos de la risa juntos. Sebastian nos hacía la vida tan especial.
Cada vez que nos visitaba junto a Cecilia, mi familia y yo lo gozábamos, nos hipnotizaba con su cultura, inteligencia, sencillez, simpatía y humor. Siempre sentí que era un honor ser su amigo, que estuviera en mi casa, que mis hijos lo escucharan y lo conocieran tan de cerca.
Sebastián no fue solo mi amigo de la vida. También lo fue de Verónica, mi señora. Y fue muy cariñoso y cercano con todos mis hijos. Tanto que nuestra amistad ha trascendido a las segundas generaciones.
Guardo cientos, miles de historias, de anécdotas geniales, chistes, comentarios, viajes y experiencias felices juntos.
Como todos sabemos, los verdaderos amigos se conocen en la dificultad. Así, no olvido y le devuelvo a Sebastián la declaración que hizo públicamente cuando yo estaba en momentos muy difíciles: “ha sido, es y siempre será mi amigo”. Mi amigo del alma.
Me consuela amigo mío, tu paso a la historia. Lamentablemente esto ocurre demasiado rápido para los que te queremos. “Apresurado” como decía Fabio. Pero entraste a la historia de nuestro querido país como un grande, sin nada que envidiar a las biografías de los personajes históricos que te inspiraron, cuyas vidas y frases relatabas de memoria.
Gracias por ser mi amigo. Gracias por poner la amistad incondicional en tus “leitmotiv” de vida. Gracias por darle alegría y sabor a mi vida. Gracias a la vida por haberme puesto en tu camino. Te prometo ahora seguir cerca de la Cecilia y de tu familia como sé con certeza que habrías hecho tú con los míos si yo hubiera partido antes.
Chile te llora y te rinde honores. Yo también. Por siempre.