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Crystal Lagoons no irá al Nasdaq y redefine su modelo de negocios
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Fue en 2007 cuando el bioquímico Fernando Fischmann captó el interés no sólo de Chile, sino del planeta al ganar el récord Guinness la laguna cristalina de 8 hectáreas a la que había dado vida en el proyecto inmobiliario San Alfonso del Mar, en Algarrobo, y coronarse este ojo de agua como el más grande del mundo creado por un hombre.
De ahí en más, la vida de este emprendedor y científico no daría tregua, expandiendo su invento por todos los rincones del planeta. Ese mismo año dio vida a Crystal Lagoons, la firma con la que se dedicó a licenciar la tecnología que él había inventado para mantener estos grandes volúmenes de agua de manera cristalina, a bajo costo, y generando vida de playa en lugares impensados hasta antes de su invención.
A la fecha ya hay 80 proyectos operativos, abiertos y funcionando en el mundo. La más grande inscrita en el récord de Guinnes está en Bolivia, aunque la mayor en tamaño está en Dubai, de 60 hectáreas totales, estando ya operativas 20 de ellas.
En esta historia de éxito y vertiginoso crecimiento, de manera silenciosa Crystal Lagoons había dado pasos concretos con miras a listarse en el Nasdaq y abrirse en una de las bolsas de valores más importantes de Estados Unidos y del mundo. Exploró hacerlo a través del mecanismo SPAC, Special Purpose Acquisition Company o, en español, Compañía con Propósito Especial de Adquisición, un sistema que consiste en que la firma SPAC capta inversionistas y se abre a bolsa con el objetivo, compromiso y mandato de encontrar una compañía operativa a la cual adquirir, y así esta última queda inmediatamente listada y pública.
La firma creada por Fernando Fischmann había contratado a principios de 2023 al banco de inversión Earlybird. Y por intermedio de este asesor había llegado a la firma Twelve Seas, ligada al gestor de inversiones Dimitri Elkin, quien había generado una SPAC -Twelve Seas Investment Company II- con la que se haría el deal con Crystal Lagoons. Crystal Lagoons había visto un buen match con Twelve Seas, entre otras razones, pues tenía el atractivo de que uno de sus involucrados era Allen Weiss, quien había sido CEO de Disney Parks por décadas, es decir, era un alto ejecutivo que conocía la industria del entretenimiento.
En documentos ingresados en diciembre del año pasado a la Security Exchange Commission (SEC) -el regulador de Estados Unidos-, quedó plasmado el plan de negocios entre las partes para el merger entre ambas. La operación contemplaba un mix entre levantamiento de capital y deuda, en los que se evaluaron distintos montos. Se vieron valores de US$ 350 millones, pero luego decantaron en unos US$ 100 millones, en un proceso en negociación, que de todos modos significaría una dilución acotada en la propiedad de Crystal Lagoons.
Sin embargo, el 25 de junio pasado, Twelve Seas Investment Company II remitió una comunicación al regulador americano en la que dejaba en claro que se terminaba dicho acuerdo de negocios, en una decisión tomada por Crystal Lagoons.
“La compañía anuncia que el acuerdo y plan de fusión previamente anunciado en relación con su combinación de negocios planificada con Crystal Lagoons U.S. Corp fue rescindida por Crystal Lagoons debido a que las condiciones para el cierre de la combinación de negocios inicial no fueron satisfactorias (…) La compañía no buscará una combinación de negocios alternativa”, dijo Twelve Seas al regulador. Con la decisión, esta compañía anunció también que tenía la intención de suspender sus obligaciones de presentación de informes a la SEC.
Este cambio de estrategia tomado por Crystal Lagoons obedece a razones de fondo. Un modelo de negocios que comenzaron a implementar hace unos tres años, que cuando vieron la opción de la SPAC estaba recién germinando, pero que en el último año ha tenido un explosivo crecimiento que les cambió por completo el escenario. Por ello, ahora la compañía se apresta a reforzar este modelo en todo el mundo como el principal para ella. La bolsa ya no le es necesaria.
El camino propio
Este camino propio se relaciona con su producto estrella: las Lagunas de Acceso Público (Public Access Lagoons, PAL), que son proyectos abiertos a público con pago de ticket de entrada o membresía, a diferencia de las iniciativas originales con las que la firma partió en 2007, insertas en proyectos de real estate privados.
“En un horizonte cercano no hay ninguna necesidad de la empresa de abrirse al Nasdaq. Es una buena noticia. El cambio de decisión fue porque encontramos una solución muchísimo mejor”, confirma a DF MAS Cristóbal Baixas, director de Desarrollo Corporativo de Crystal Lagoons y miembro del board de la compañía.
“Del momento que empezamos con los proyectos PAL, la empresa empezó a experimentar un nuevo crecimiento exponencial. Este producto tiene mucho mayor rentabilidad”, agrega este ingeniero civil estructural de la PUC, quien llegó a la compañía en 2012, en ese momento como ingeniero de proyectos.
En ambos modelos -los proyectos privados de real estate y las PAL- Crystal Lagoons vende un contrato de licencia por el cual se les asegura un porcentaje de las ventas a través del pago de un royalty. Pero la diferencia radica en el horizonte temporal y, por tanto, en el potencial de ingresos.
Las PAL son proyectos que como estándar duran 40 años y además es un plazo renovable automático, con lo que la compañía asegura el pago de la regalía por muchísimo más plazo, una venta recurrente y permanente, diseñada sin período de expiración. En los proyectos de real estate privados, en cambio, el royalty se acaba una vez que la iniciativa vende sus unidades (ahí sólo queda con el contrato de mantención de la laguna cristalina).
La diferencia no es menor ni sutil, pues con los proyectos PAL, por la propia naturaleza temporal de muy largo plazo, esa venta recurrente le está permitiendo a Crystal Lagoons acceder a otro tipo de instrumento financiero: la venta de flujos futuros de contrato, trayendo esos flujos a valor presente correspondiente a esos royalties, con una tasa de descuento.
Con contrapartes institucionales, como compañías de seguro, grandes family office y bancos de inversión, la firma cede el contrato recibiendo los flujos del mismo -de los primeros 40 años de un contrato inicial-, de manera inmediata, contra dicha tasa de descuento. Según explica Cristóbal Baixas, la idea es incluso incorporar a más inversionistas bajo este modelo, incluso family office más pequeños y distintas categorías de inversores.
“Nosotros vimos que debido al crecimiento exponencial que estaba teniendo la compañía por el lado de la venta de lagunas de acceso público se generó esta oportunidad de empezar a traer a valor presente algunos contratos y usar esta estructura para poder financiar el crecimiento de la empresa. Los contratos de Crystal Lagoons tienen flujos asegurados a largo plazo. Por lo tanto, son un producto financiero que vimos que había mucho apetito en el mercado y que era muy fácil de salir a vender. Vimos esto como una solución muchísimo más eficiente y barata para acompañar el crecimiento de la empresa, que el abrir Crystal Lagoons a la bolsa. Crystal Lagoons va a seguir siendo una compañía privada por el momento. Hoy no vemos la necesidad de hacerla pública, teniendo esta alternativa”, detalla Baixas.
El alto ejecutivo se reserva el orden de magnitud de recursos que este modelo le significará a futuro a Crystal Lagoons, pero indudablemente se trata de miles de millones de dólares en varios años. “Es un número muy, muy grande. Es un número impresionante”, dice.
Así, con este modelo, la firma puede acceder a más recursos, sin endeudar a la compañía ni diluir su propiedad, y seguir siendo una compañía privada en manos 100% de Fernando Fischmann -el creador, chairman y CEO de la firma- y sus hijos, dos de los cuales se han incorporado ya al board de la compañía: Stephanie Fischmann, quien es también VP de Marketing, y Benjamín, director regional de la costa oeste.
El directorio de la firma también lo integran tres profesionales externos, Cristián Lehuedé, gerente de la oficina de Santiago, el mismo Cristóbal Baixas, y Javiera de la Cerda, Senior VP of IP and R&D. El equipo lo integran también, en el área comercial, Jean Pierre Juanchich, global business director; e Iván Manzur, senior vice president of Sales US.
Vida de playa en ciudades
En total, la firma tiene unos 500 proyectos de lagunas en el mundo, de los cuales 300 son PAL y 200 de los otros, pero la impronta que busca está inclinada hacia los PAL. Sólo en los últimos 12 meses Crystal Lagoons ha firmado acuerdos para desarrollar sobre 150 proyectos PAL en el mundo para varios años, previendo sólo en 2025 poner en marcha 10, y luego incrementalmente en tres años, unos 15 a 20 proyectos por año (ver recuadro).
El foco y la impronta en las PAL no significa que Crystal Lagoons deje de hacer proyectos privados. De hecho, impulsa uno de este tipo en Cancún. Y además hay proyectos PAL mixtos, es decir, que incluyen real estate. Pero la idea de la compañía es darle fuerza a las PAL.
“No estamos dejando de lado los proyectos privados. Sin embargo, hoy día sobre el 90% de los proyectos que se venden tienen la componente de acceso público, ya sea 100% acceso público, o mixtos. Y esto no es porque nosotros lo decidimos, sino que los proyectos que están buscando real estate, cuando ven nuestro concepto de acceso público, igual lo incorporan porque tienen una rentabilidad muy alta. Entonces, la mayoría de los proyectos que eran real estate nos dicen queremos igual agregar la componente pública. El 95% de los proyectos tienen el componente de acceso público. Es el producto que más se está vendiendo”, explica Baixas.
El foco de las PAL desde el punto de vista geográfico son las ciudades, de modo de captar la demanda masiva de gente que pueda hacer vida de playa sin tener que desplazarse de su lugar de residencia habitual o cotidiana -sin pagar pasajes aéreos, por ejemplo-, que puedan acceder de manera frecuente y regular a las lagunas, como ir al gimnasio, o al parque, y congregando entretenimientos complementarios, como boulevard de restaurantes, explanadas para eventos, hotel, etc. Dependiendo del tamaño y de la infraestructura adicional que se le vaya sumando a la laguna, un proyecto PAL puede ver la luz con una inversión desde los US$ 15 millones hacia arriba.
Incluso apuestan también a insertarse en centros comerciales, en vista de los cambios de tendencia en los hábitos de compra, que han hecho que los malls estén en la búsqueda de experiencias de consumo. También en parques, estadios, universidades, incluso hipódromos, aprovechando el espacio central de las pistas.
La firma tiene registradas 2.900 patentes en 180 países, y aunque las patentes por lo general tienen un plazo de duración de 20 años, en la práctica la protección no ha desaparecido, pues van haciendo mejoras continuas en las tecnologías, lo que implica nuevas protecciones de los nuevos sistemas. De hecho, la propiedad intelectual de Crystal Lagoons fue valorizada en unos US$ 4.100 millones.
¿Y el valor compañía? Hace unos 12 años Boston Consulting Group (BCG) hizo una valorización de la compañía que arrojó en ese momento unos US$ 1.800 millones. Luego de aquel ejercicio la firma no ha encargado una nueva valorización, y como ya no saldrán al Nasdaq, tampoco ya será posible acceder a los reservados números tras este emprendimiento, que seguirá en manos de Fernando Fischmann y sus hijos, al menos por ahora.