Por dentro
El efecto turístico que trajo Boric al Barrio Yungay
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Desde que Gabriel Boric y su pareja Irina Karamanos comenzaron a buscar una residencia que se ajustara a las exigencias de seguridad y espacio que demanda el cargo de Presidente, la opinión pública especuló sobre qué sector elegirían.
Al darse a conocer que la locación escogida era una casona antigua en el corazón del barrio Yungay, los medios de comunicación y los más entusiastas adherentes a Boric se trasladaron desde la llamada Moneda chica a las esquinas de las calles Libertad y Esperanza, con Huérfanos.
Ahí se instalaron las vallas papales que dejan una cuadra cerrada y vigilada por Carabineros. En uno de estos puntos, el martes a mediodía, el sargento 2° Ricardo Ibarra deja pasar exclusivamente a aquellos vecinos que se encuentren empadronados o a las visitas que se hayan anunciado previamente.
Ya los conoce a todos, o casi. En enero, cuenta el oficial, la PDI realizó un operativo de “limpieza”, ya que había viviendas ilegalmente ocupadas que debieron ser desalojadas y microtráfico de droga.
Por la reja pasan niños de vuelta de clases, residentes inmigrantes y una dirigenta vecinal que según Ibarra es “la jefa”. Ella prefiere no hablar con la prensa. “Todo bien”, dice escuetamente mientras ingresa al área cercada. La presencia mediática, comentan los vecinos, ha sido casi constante las últimas semanas, y aunque el boom inicial de visitantes bajó, se ha ido configurando lo que en el barrio llaman “turismo presidencial”.
A la amplia e histórica oferta cultural que existe en estas cuadras de Santiago, los últimos años se han ido sumando más restaurantes, almacenes, tiendas y lugares como Centro Nave, el Museo del Sonido y Museo Taller. Algunos de sus locatarios comparten sus impresiones tras las primeras semanas con el presidente de vecino.
Recreación musical
A uno de los que más les cambió el panorama por la cercanía con Boric es a Eduardo Brieba, dueño de la tienda de vinilos que se ubica en la esquina de Libertad y Huérfanos. La disquería tiene más de 22 años, pero antes funcionaba en el Parque Los Reyes y hace cinco se instalaron en Yungay.
“Con el tema del Presidente y la difusión en medios, viene mucha gente a conocer su casa y entran aquí a comprar discos. Me preguntan qué compró, qué cajas miró, e incluso a veces se llevan el disco que haya comprado, aunque no tengan tocadiscos en la casa”, comenta el socio de Vinilos Brieba. A mediados de febrero Boric, junto a Irina, fue retratado al interior de la tienda mirando discos y se corrió la voz a través de redes sociales.
El público es amplio, pero generalmente los fines de semana llegan familias que andan de paseo por la zona. El sábado pasado por la tarde, cuenta Brieba, el mandatario pasó cerca de una hora en la tienda mirando discos. Compró ejemplares de Eric Clapton, Bob Dylan, Metallica, entre otros. Los clientes presentes lo saludaron y algunos le pidieron fotos, pero luego lo dejaron tranquilo para que pudiera concentrarse en la música.
En una visita anterior, Boric le preguntó directamente a Eduardo si le aproblemaba que la entrada a la disquería quedara tras la valla de seguridad, él le respondió que no, pero un par de días después Carabineros movió unos centímetros la reja de manera de permitir el libre acceso a la tienda.
El almacén amigo
Frente a Discos Brieba está el almacén Donde Carlitos atendido por su propio dueño, Carlos Noriega, hace 12 años. El locatario confirma que especialmente los fines de semana, el barrio ve llegar a nuevos visitantes de otras comunas que esperan atisbar al presidente.
Esto se ha visto reflejado en una leve alza de ventas, pero más allá de los alcances económicos, Noriega destaca los beneficios de seguridad que ha traído el nuevo vecino al barrio. Con un contingente policial literalmente en su puerta, un posible asalto debiera quedar descartado.
Sobre el mostrador del almacén se encuentran a la venta imanes con la foto oficial del presidente e incluso del popular perro Brownie, mascota de los Boric Font. Carlos muestra en su teléfono dos selfies que tiene con el mandatario, una de ellas corresponde a la noche del 11 de marzo, cuando el presidente volvió a casa tras una larga jornada de cambio de mando. “Llegó agotado, pero se acercó a saludar”, cuenta.
Lo perjudicial de vivir a metros del jefe de Estado, señala, es que ante cualquier manifestación por razones de seguridad se amplía el perímetro cerrado, limitando el funcionamiento del comercio. Lo dice mientras mira un televisor ubicado en un muro del local en el que un noticiario muestra desmanes en la Alameda, producto de la conmemoración del Día del Joven Combatiente. Carlos cierra su almacén cerca de las 23.00, hora en la que muchas veces ve al presidente volviendo a casa tras un día de trabajo.
El francés del barrio
A una cuadra de distancia, en Libertad con Compañía, se encuentra la tradicional Peluquería Francesa, parte del Boulevard Lavaud que existe desde 1886. Carlos Sánchez Torrealba, de nacionalidad venezolana, es el administrador del local hace algunos meses, además de trabajar como profesor de teatro en la Universidad Finis Terrae.
La peluquería tiene un intenso flujo de clientes que se atienden en medio de este ambiente clásico y lleno de detalles decorativos. Aunque es pronto para sacar conclusiones, señala el encargado, sí es posible detectar un incremento en el público de las últimas semanas. Generalmente funcionan de lunes a sábado, pero Sánchez cuenta que el domingo pasado decidieron abrir a público y Gabriel Boric llegó a almorzar al restaurante del segundo piso junto al ministro Giorgio Jackson.
“Que el presidente haya decidido vivir aquí es una manera de reconocer el valor patrimonial, arquitectónico y humano de un barrio fundacional. Es una señal interesante que invita a valorar la historia”, agrega.
Más vecinos
Otro restaurante popular en el sector es el Espacio Gárgola. Ubicado en la calle Maipú, el inmueble data de 1920 y fue una fábrica de muebles. Además de contar con un espacio cultural para eventos y exposiciones, hace ocho años funciona como restaurante, cuenta Alberto Morales, su administrador. Sus dueños son Claudia Sabat y Roberto Baltra. Ella es actriz, artista y la autora de un afiche verde que dice “Bienvenido Presidente Boric” y que lucen varios locales del barrio.
“Se ha incrementado el público de regiones y los días del cambio de mando vinieron periodistas de otras partes del mundo para hacer notas del barrio presidencial. Es positivo para el sector en términos de seguridad”, apunta Morales.
De vuelta en la calle Huérfanos, el Museo del Sonido, inaugurado en 2019, tiene una caseta rodeada de Carabineros justo frente a su puerta. Recién están recuperando el flujo de visitas que alcanzaron a tener antes de la pandemia, y tras largos meses cerrados, la cercanía del presidente ha ayudado a reactivar el entorno, dice su encargado.
Aunque Boric todavía no visita sus instalaciones, que despliegan un recorrido por la historia de la reproducción musical y exhiben piezas sonoras antiguas, sí se ha hecho recurrente que gente que pasea por el sector entre a visitar el museo sin saber previamente de su existencia.
Junto a la reja que cierra el paso a la residencia presidencial por el lado de Esperanza, se encuentra el restaurante Amadeus Lab. “Estamos aquí hace 10 años y el último mes ha cambiado todo. Viene más gente, sobre todo los fines de semana, y se instalan aquí esperando ver al presidente”, comenta Braulio Orellana, dueño del local. “Lo único que nos incomoda es que cuando hay marchas, se cierra también esta parte y bajan las ventas. Lo bueno es que gente que nunca le había tomado atención a este barrio, lleno de patrimonio y cultura, ahora nos viene a conocer”, agrega.
A metros de él, una pareja se acerca a la reja blanca. “¡Hola, Presi!”, gritan al aire.