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Humboldt: el fondo ligado a Benjamín Quiroga que invierte en ciencias y foodtech
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El martes se hizo público el deal. La estadounidense MycoWorks, que elabora cueros veganos a partir de hongos, cerró una ronda de inversión donde entró la actriz Natalie Portman y el cantante John Legend, además de varios fondos profesionales. Entre ellos, uno chileno -basado en Nueva York-: Humboldt Fund. Detrás, están el segundo hijo del empresario Isidoro Quiroga, Benjamín (31); el bioquímico chileno Sebastián Bernales (45) y el venezolano Francisco Dopazo (33).
La negociación demoró cinco meses. Los socios se enteraron del emprendimiento por distintos capitalistas de riesgo (VC), académicos y ex alumnos de MIT. “La empresa estaba en formato stealth (no quería salir a la luz pública), por lo que no fue fácil convencerlos que nos dejaran entrar”, relata Dopazo.
Luego de muchos Zoom, recomendaciones de terceros y una visita del científico chileno a las oficinas de la empresa en Emeryville, California, lograron contarles quiénes eran y por qué querían estar ahí: un fondo de inversiones de riesgo enfocado en biotech y foodtech, que apuesta por “tecnologías que trastocan las convenciones globales para resolver problemas críticos”. MycoWorks finalmente se convenció y el 17 de noviembre anunció el cierre de una ronda de financiación con Humboldt entre sus inversionistas.
Así la firma textil se convirtió en la número 12 del portafolio del fondo.
El capital es un commodity
Humboldt Fund se constituyó oficialmente en febrero, pero el proyecto nació un año antes. Fue Quiroga quien hizo el punto de conexión con Bernales y Dopazo: el ingeniero comercial de la UC -que trabajó hasta 2018 en la mesa de dinero del Bice y en el área de trading de ADR de LarrainVial- había conocido al venezolano en 2014 por un amigo chileno en común que coincidió en el MBA de MIT con él. Con el PhD en Biología Celular, en tanto, venía conversando hace dos años cuando en San Francisco, Isidoro Quiroga padre puso sus fichas en Praxis Biotech, fundada por el bioquímico.
En 2019, con la idea de conectar ambos mundos y entrar al negocio de la ciencia mediante inversiones en etapas tempranas, los presentó. Tenía dos premisas: que el planeta deberá mantener una población cada vez mayor en número y en edad, por lo que la utilización eficiente de los recursos y la salud, cada día van a ser más relevantes; y que quería estar presente en estas olas de cambio que se retroalimentan. “Hoy hay una convergencia tecnológica que va a dar paso a una revolución de la biología que va a permitir resolver temas como la alimentación -la forma como producimos las proteínas-; y otros como las enfermedades asociadas a la vejez, como el cáncer”, dice Quiroga.
Se instaló una semana completa en el laboratorio de Praxis en Santiago, con delantal blanco, para conocer a fondo la ciencia. Y tras eso decidieron lanzarse.
Pusieron la sede en Nueva York, donde hasta antes de la pandemia vivía Dopazo -hoy se cambió a una casa en las afueras- crearon un grupo de Whatsapp y empezaron a tocar puertas.
“El capital es relativamente fácil de conseguir, hoy es un commodity. La diferencia es cómo conoces al emprendedor que está haciendo la tecnología y logras que ese tipo se entusiasme a que tú seas su inversionista”, explica Dopazo. Para eso, dicen, se complementas las tres visiones y experiencias: Sebastián Bernales desde el mundo científico y la creación de empresas; Dopazo abarca las redes de MIT y Harvard, y se enfoca en aterrizar la parte financiera; y Quiroga, por su experiencia tanto en LV como en los negocios familiares -trabaja también en el family ofice desde 2018- ligada a distintos rubros, aporta una mirada estretégica.
“Él no piensa en los próximos 2 años, sino 20”, dice el venezolano. Y ejemplifica: así como los salmones fueron el alimento en la década de los 2000, él cree que el futuro de la comida está en las proteínas celulares.
Desde carne celular hasta edición genética
Con los recursos ya levantados -el monto del fondo y los nombres de los aportantes se maneja con estricta reserva- partieron a tocar puertas en marzo. “Nos dedicamos a identificar plataformas tecnológicas que permiten desarrollar aplicaciones en la industria de alimentos y pharma, donde más que el producto final nuestro interés está en la tecnología qué hay tras ellos”, dice Benjamín.
La primera inversión fue Memphis Meats, seguida por Meatable -ambas dedicadas a elaborar carne celular- y Mission Barns, que hace tocino en base a plantas y células. Entraron en la última ronda a NotCo -donde Bernales es advisor- y a BrightSeed, dedicada también a elaborar comida de origen vegetal. Apostaron por Geltor, que fabrica colágeno en laboratorio, y por la israelita Redefine que imprime carne en 3D con tintas vegetales. Por el lado de las plataformas tecnólogicas en pharma tienen fichas en Finch, que utiliza bacterias en diferentes tratamientos y enfermedades; Ansa Bio, que escribe ADN sintético; Miroculus, ligada al chileno Alejandro Tocigl, y Metagenomi. Esta última, dicen, es la más importante: no sólo por el monto -colideraron la ronda por 65 millones de dólares junto a Bayer- sino también porque, según Bernales, “será una empresa con un impacto gigantesco en salud humana” (ver recuadro).
“Nosotros no estamos enfocados en los deals enormes que están por ser IPO. Lo nuestro es invertir en etapas muy-muy tempranas, incluso en papers. El retorno en biotech y estas empresas que tienes en etapas posteriores es de 30% o 40%. Cuando ves los retornos desde un paper hasta un primer milestone, o al pasar por las pruebas del FDA, son tres veces tu dinero”, explica Dopazo, que trabajó durante 5 años en JPMorgan en NY y otros dos en Tishman Speyer, uno de los mayores fondos inmobiliarios estadounidenses.
Por lo pronto, si la pandemia lo permite, los socios esperan reunirse por primera vez -desde el lanzamiento de Humboldt- en marzo próximo en California. Mientras, cada uno trabaja desde su ciudad, y se mantienen en comunicación constante por Whatsapp y Zoom.
¿Seguirán buscando inversionistas? Es un tema que no tienen zanjado, reconocen. En lo que sí hay claridad es que no van a invertir en el próximo Instagram, advierten, porque no es su foco. “Tu comida va a ser tu medicina a futuro. La edición genética se va a utilizar en aplicaciones que van desde el cáncer, hasta la agricultura. Esa es la gracia”, remata Quiroga.
Metagenomi, el Nobel y su relación con Chile
Cuando el académico de UC Berkeley Brian Thomas, luego de muchos años de investigación en el área de las bacterias, decidió explorar sus usos en el mundo privado -con una aplicación importante en el cobre-, lo contactaron con Sebastián Bernales, para hacer un proyecto en Chile. Los dos científicos viajaron a Santiago y le presentaron la idea a Eduardo Ergas, socio de Valle Nevado y Ecocopter, quien junto a Bernales venía impulsando la iniciativa de transformar en empresas las ideas.
El empresario, además de financiar un año completo de investigación para pasar de la academia a una startup, organizó una serie de almuerzos donde salieron varios inversionistas que han participado hasta el momento en todas las rondas de la empresa: Isidoro Quiroga, José Luis del Río, Pablo Prato, Alejandro Tocigl y Alex Seleenberger.
"La segunda razón para traer a Brian a Chile era organizar reuniones con gente de las industrias pesqueras, mineras, forestales, y algunas otras de nicho para ver donde su tecnología podía ser de mayor utilidad", agrega Ergas.
Con ese puntapié Thomas formó en 2017 Metagenomi, una compañía de medicamentos genómicos pionera en sistemas de edición de genes para tratar y curar enfermedades oncológicas y genéticas. Se basa en CRISPR, tecnología que permite borrar y reescribir genes y por lo cual se le otorgó el Premio Nobel de Química 2020 a Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna. Doudna también es parte de la empresa.
El 12 de noviembre pasado la empresa cerró una ronda de inversión por US$65 millones que fue co-liderada por Leaps by Bayer, el area de la farmacéutica que se dedica a venture capital, y Humboldt. "Había muchas empresas prometiendo que iban a poder hacer edición genética, pero no tenían las herramientas para lograrlo. Aquí vimos que se podía realmente cambiar cómo se tratan y, potencialmente curan, varias enfermedades", explica Bernales.