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La jugada de Michael Clark para quedarse con Azul Azul
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Cuando el jueves 19 de diciembre, pasadas las 6 de la tarde, en el Centro Deportivo Azul, los directores de la concesionaria decidieron volver a reunirse el 30 de enero, nunca pensaron que 72 horas después se verían de nuevo las caras. Aún no lo sabían, pero ya se estaba fraguando una trama que hoy tiene a la “U” en el centro de la agenda noticiosa.
Esta historia comienza con una operación de deuda. La resolución exenta que la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) publicó el 15 de noviembre, en la que suspendía los aportes a la AGF de Sartor, detalló que una serie de sociedades vinculadas a directivos del grupo recibieron capital -indirectamente- desde un fondo de la administradora.
Una de ellas, Redwood Capital SpA, pertenecía al que en ese entonces era director de la financiera y que es el actual presidente (y controlador) del club Universidad de Chile: Michael Clark. La otra, Blackcar SpA, estaba vinculada a Carlos Larraín Mery, hermano del presidente de Sartor e integrante de la mesa de Azul Azul hasta el martes 24 de diciembre.
Una de ellas, Redwood Capital SpA, pertenecía al que en ese entonces era director de la financiera y que es el actual presidente (y controlador) del club Universidad de Chile: Michael Clark. La otra, Blackcar SpA, estaba vinculada a Carlos Larraín Mery, hermano del presidente de Sartor e integrante de la mesa de Azul Azul hasta el martes 24 de diciembre.
Así comenzó el caso que hoy afecta a la AGF y que salpica indirectamente a la “U”. Sartor, que administra US$ 500 millones, está actualmente intervenida por la CMF, después de que se encontraran profundos cuestionamientos a su modelo de negocio, basado, según la Comisión, en “la utilización de los fondos bajo su administración como vehículos de financiamiento para entidades relacionadas con sus directores y accionistas mayoritarios”.
La gestora, eso sí, se defiende: el 24 de diciembre interpuso un reclamo de ilegalidad ante la Corte de Apelaciones de Santiago en el que cuestionaron la labor de la CMF y en el que solicitaron dejar sin efecto la revocación de existencia de Sartor.
La gestora, eso sí, se defiende: el 24 de diciembre interpuso un reclamo de ilegalidad ante la Corte de Apelaciones de Santiago en el que cuestionaron la labor de la CMF y en el que solicitaron dejar sin efecto la revocación de existencia de Sartor.
Hoy, mientras esta trama sigue desarrollándose, uno de los protagonistas de esta historia sigue haciendo noticia: Michael Mark Clark Varela, quien compró el 100% del fondo de inversión Privado Tactical Sport, controlador de Azul Azul desde 2021 y que hasta el viernes 13 de diciembre estaba en manos de Sartor. Con esto, el timonel azul cambió de categoría: pasó de ser director a empresario deportivo. En porcentajes, tiene más que conocidos accionistas de clubes chilenos, como Leonidas Vial y Aníbal Mosa (ambos de Colo-Colo) o Cecilia Karlezi, Jorge Claro y Fernando Tisné (de Universidad Católica).
Comunicación tardía
La compraventa del 63% de Azul Azul a Sartor parecía un win-win para todos los involucrados: por un lado, se despejaba al club de la profunda crisis que atravesaba el grupo financiero, y por otro, Clark se quedaba con un proyecto probado y que -polémicas más o polémicas menos- sus balances iban en la dirección correcta.
Siguiendo su estilo extremadamente reservado, Clark no anunció públicamente esta operación. Ni siquiera notificó a los directores de Azul Azul. De hecho, el jueves de la semana pasada -una semana después de efectuada la transacción- en una sesión de directorio, el timonel no informó sobre el cambio de propiedad.
Al día siguiente, sin embargo, el club sí tuvo que salir a dar la noticia: Inversiones Antumalal Limitada, sociedad que Clark constituyó en 2014, compró el 90% restante del FIP que posee el 63% de las acciones de la “U” (el otro 10% ya lo tenía Clark).
La comunicación de Azul Azul del viernes coincidió con la intervención de la CMF a Sartor, una administradora que, hasta ese momento, seguía siendo dueña del club a ojos del mercado y de los hinchas. Por eso, se decidió salir a aclarar la situación.
Lo que sucedió ese viernes, eso sí, cambió profundamente a la semana siguiente. Este lunes, la CMF le dio 24 horas a Clark para que aclarara la fecha, el monto, el número de cuotas y el porcentaje de adquisición del fondo. El timonel respondió en tiempo y forma en la tarde del martes. Antes de mandarla, la revisaron distintas personas cercanas a Clark.
DF MAS se trató de comunicar con el equipo, pero no quisieron participar para este reportaje.
Negocio redondo
En 2021 Tactical Sport pagó por el 63% de Azul Azul una cifra cercana a los US$ 15 millones. Hoy, con un club en mejores condiciones financieras y generando ganancias, Clark pagó sustancialmente menos por el 90% restante: sólo US$ 5,7 millones. En concreto, adquirió 6.354.981 cuotas a un valor de US$ 0,90 cada una. Fue una jugada maestra si se toma en consideración la capitalización bursátil de US$ 24,5 millones del club.
La compra de azul azul fue, a todas luces, un negocio redondo para clark, pero clientes de Sartor, bajo reserva, miran el deal con distancia: ¿Por qué el grupo vendió un activo que está mejor que cuando lo compraron a menos de la mitad de 2021?
Un dato: Daniel Schapira, el segundo mayor accionista de la U, pagó en 2013 US$ 12 millones por el 14,8% de Azul Azul.
Fue, a todas luces, un negocio redondo para él, pero clientes de Sartor, bajo reserva, miran el deal con distancia: ¿Por qué el grupo vendió un activo que está mejor que cuando lo compraron a menos de la mitad de 2021?
Otro dato: el empresario está siendo asesorado por el estudio legal Albagli Zaliasnik, el mismo que está representando a Sartor.
Toda esta operación no se informó inmediatamente a la CMF. Personas del círculo de Clark establecen que, como el controlador del club es un fondo de inversión privado (FIP), no existía la obligación de detallar públicamente cambios en la propiedad de dicho vehículo.
La CMF, en cambio, tuvo un criterio distinto. De hecho, este jueves volvió a la ofensiva al informar que Clark había incumplido dos normas de la Ley de Mercado de Valores: la primera, por no lanzar una OPA dirigida a todos los accionistas de la serie B de Azul Azul; y la segunda, por no informar sobre la toma de control de una SA.
Tensiones en el directorio
Personas conocedoras de la situación del club afirman que Clark era consciente de que la decisión de quedarse con la “U” generaría movimientos internos y dudas entre los hinchas y el mercado. Por eso, el directorio de Azul Azul se reunió de forma virtual a las 9:30 de la mañana de este pasado domingo. El objetivo de la cita fue que el actual presidente explicara la nueva estructura de propiedad de la concesionaria del club.
En dicha reunión, que duró sólo 30 minutos, el nuevo controlador presentó las razones detrás de la compra y respondió varias preguntas de los directores. Los dos representantes del empresario Daniel Schapira, Juan Pablo Pavez y Paola Davanzo, son críticos con la situación interna. También han sido duros los integrantes nombrados por la Universidad de Chile, Andrés Weintraub y Héctor Humeres.
Distintos directores han hablado públicamente sobre la situación y han criticado directamente a Clark. Esto, explica un integrante de la mesa, ha generado tensión en la cúpula de la concesionaria. Aunque la próxima sesión del consejo está programada para el 30 de enero, algunos miembros apuestan que se celebrará una cita previa para aclarar ciertos aspectos de la compraventa.
La relación entre la casa de estudios y el club siempre ha sido tensa, pero ahora el vínculo está más tirante de lo habitual: a la institución que dirige Rosa Devés no le gusta que el presidente de la concesionaria haya sido durante años director de un grupo financiero cuya AGF está hoy suspendida. No sólo eso: él recibió préstamos de Sartor por alrededor de $ 600 millones, que luego gatillaron la primera suspensión de aportes que realizó el regulador a la administradora. A esto hay que sumarle el oficio de esta semana y el secretismo en torno a su toma de control.
Por eso, esta semana trascendió que el plantel educacional analizó la posibilidad de retirar el nombre “Universidad de Chile” al club. Según personas de la casa de Bello, se celebraron distintas reuniones en la rectoría para analizar este asunto. Otros miembros del directorio ven con mucha distancia esa posibilidad, ya que la U no ha incumplido ninguna condición del acuerdo con la institución pública.
“Yo no soy Sartor”
En 2019 Michael Clark, entonces director de Tanner AGF (posteriormente Taurus AGF), acudió a las oficinas de Pedro Pablo Larraín, director ejecutivo de Sartor, para presentarle un ambicioso proyecto: comprar Azul Azul.
Clark argumentaba que la “U” tenía el potencial de mejorar su situación financiera y transformarse en un club rentable. Clark puso como ejemplo el caso del AC Milán, un equipo italiano que había pasado por un complejo momento económico y que había logrado renovarse gracias a un fondo de inversión privado.
La idea le pareció buena a Pedro Pablo Larraín. Además, su hermano Carlos, que hoy es gerente general de Esmax Distribución, era fanático del “Bulla”. Dos años después, en abril de 2021, la idea se hizo realidad y los principales socios de Sartor crearon un fondo de inversión privado para adquirir las acciones de Carlos Heller.
La transacción fue cómoda para el presidente azul porque es su especialidad: Mike, como lo conocen sus cercanos, lleva décadas dedicado al negocio de M&A. Además, mediante su oficina Redwood Capital, especializada en fusiones y adquisiciones, llevó a cabo distintas operaciones con empresas como Inversiones Berklee (sociedad ligada a la familia Said Handal, accionistas de Scotiabank y Embotelladora Andina), Zippedi (startup de inteligencia artificial enfocada en el sector minorista) y Auto Fidem, una fintech de Sartor dedicada al sector de los créditos automotrices. Esta boutique la fundó en colaboración con Daniel Subelman, expresidente del directorio de Penta Corredores de Bolsa. Actualmente esta compañía sigue activa, explican personas conocedoras.
Desde la compra de Azul Azul por parte de Sartor, Clark se mantuvo como presidente de la concesionaria. En total, lleva casi 1.200 días en el cargo y su gestión ha estado marcada por distintas polémicas: ha tenido enfrentamientos con exdirectivos del club e, incluso, ha revelado que otros exmiembros de la mesa (como José Joaquín Laso) eran hinchas de otros equipos. Muchos de los que comparten directorio con él coinciden en que, en términos profesionales, es una persona seria, pero muy hábil con los números.
Hoy, es muy cercano a la mayoría de la plana ejecutiva que es liderada por el gerente general José Ignacio Asenjo. También mantiene una estrecha relación con Cecilia Pérez, vicepresidenta del directorio y exministra de Deportes.
Desde que estalló la polémica con Sartor a mediados de noviembre, su nombre ha adquirido tintes ajenos al fútbol, ya que él jugó un importante papel en la gestión de la crisis interna. De hecho, según cuenta un cercano, Clark era de los más preocupados por la situación de la administradora. A pesar de eso, de cara a la “U”, el ingeniero comercial ha repetido en varias ocasiones: “Yo no soy Sartor”, en alusión a que no posee participación en el grupo financiero.
El controlador
Con la compra de la “U”, Clark se convierte en el controlador del club, siguiendo la tradición anterior de Azul Azul, marcada por accionistas mayoritarios individuales. Antes de Sartor, Carlos Heller, presidente de Bethia, ocupaba ese puesto.
Quienes llevan tiempo en la concesionaria dicen que los dos liderazgos son diametralmente opuestos. Clark, por un lado, no “piensa” como hincha, mientras que Heller sí. Este contraste, comentan personas conocedoras, es sumamente impopular entre los aficionados, pero ha funcionado para ordenar las finanzas del equipo.
Clark es un timonel que va sólo dos días a la semana al Centro Deportivo Azul (CDA), pero -dicen en su entorno- siempre está atento al teléfono para hablar con directores y ejecutivos.
El miércoles de la semana pasada, a las 9 de la mañana, le dio la bienvenida al plantel: se reunió con ellos en un círculo en el CDA y los felicitó por la temporada pasada, en la que terminaron segundos. Además, los motivó para la Copa Libertadores de 2025 y adelantó que llegarán refuerzos de calidad.
Más allá de la polémica sobre la compra de las cuotas del FIP Tactical Sport, Clark también piensa en el fútbol: Universidad de Chile se enfrentará a Colo-Colo en la Supercopa en la última semana de enero. Es una final que podría ser su primer golpe de gracia, o su primer cuestionamiento deportivo como nuevo dueño de la “U”.