Punto de partida
Arauco Ventures entra a la propiedad de Lemu con US$ 8 millones
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
La relación de Leo Prieto con Arauco viene de hace años. El 2019 los fue a buscar como clientes para su anterior startup, Odd Industries, y se la terminó vendiendo. Desde Frutillar -donde trabaja y vive- cuenta cómo nuevamente esta empresa apostó por su cruzada para revertir la crisis ambiental con tecnología.
Son los únicos inversionistas de esta ronda, y eso tiene una explicación, dice el fundador: “Funciona como venture capital, pero viene de un grupo acostumbrado a pensar en décadas de plazo”.
Esta fórmula ya la ha usado en el pasado, y -dice- tiene un lado positivo y otro negativo: “Ya tengo algunas canas y por lo tanto hay ciertas cosas que me tomo con más calma y me doy el lujo de poder decir que prefiero una contraparte para esto, que tenga capital paciente, dispuesto a que se desarrollen tecnologías que toman tiempo y soluciones que requieren años para ver su impacto”.
“Queremos demostrar que salvar el planeta es financieramente sustentable”
Uno de los conceptos que Prieto ha tratado de difundir es que este cuidado de ecosistemas no es donación ni filantropía. Es inversión. “Tenemos que entender que los ecosistemas naturales, sanos y equilibrados producen servicios para la humanidad y esos tienen un valor no solo sentimental, social y emocional”, dice. “Queremos demostrar que salvar el planeta es financieramente sustentable”.
Para esto, trabajan con científicos de distintas disciplinas y nacionalidades, además de alianzas con organizaciones de conservación repartidas por el mundo, de las que -afirma- “tenemos que entender que sus servicios tienen un valor, y cada peso que se invierte en esa conservación tiene un retorno, que se puede medir en carbono capturado, oxígeno generado, agua retenida, aumento en biodiversidad, etc. Hoy tenemos el conocimiento cientifico y la capacidad tecnológica para poder hacer esas conexiones y poder empezar a entender esas valorizaciones. Creemos que eventualmente vamos a encontrar una asociación financiera directa a estas funciones”.
Ante la crítica de que se está mercantilizando la naturaleza, el CEO tiene una respuesta, y dice que es todo lo contrario: “Necesitamos un caballo de Troya para que el modelo económico actual que predomina en el mundo empiece a entender la naturaleza de una forma distinta, porque si seguimos entendiendo que este ecosistema milenario no tiene más valor que el metro cuadrado inmobiliario, vamos a seguir arrasando con el ecosistema. Ojalá que algún día el metro más valioso del mundo no sea Nueva York o Londres, sino que sea un bosque milenario en la Patagonia”.
Cambio de plazos para el satélite
El año pasado anunciaron con bombos y platillos la puesta en órbita de un satélite para ayudar a medir y caracterizar el ecosistema. El plan era hacerlo con SpaceX durante los primeros meses del 2023, pero “decidimos aplazarlo”, comenta Prieto. La razón: “estamos probando un instrumento muy complejo, un sensor hiperespectral súper sofisticado con muchos detalles. En la fabricación nos dimos cuenta de pequeños porcentajes de desviaciones y dijimos, ‘ya que vamos a tener solo una oportunidad de poner esto en órbita, prefiero que tenga 0% de falla’”. Ahora están re fabricando el filtro en cuestión y la nueva fecha es a principios del 2024.
“No elegimos SpaceX porque fuera entretenido”, aclara el ingeniero. Es meramente una relación comercial, y agrega, “por mucho que es casi el único emprendimiento de Elon Musk que admiro, no soy muy fan de la mayoría de las cosas que hace, no entiendo esta obsesión con el Leonardo da Vinci moderno, no considero que sea tal. Creo que es un buen ingeniero, que SpaceX es extraordinario y es único en el mundo. No así Tesla, The Boring Company, Neuralink o Twitter. La elegimos porque es el más eficiente y es la que menor impacto ambiental genera”.
Brecha de información y de inversión
Hace siglos que existe la conservación, dice Prieto, pero sigue habiendo una crisis principalmente por dos temas que buscan resolver: primero, una brecha de financiamiento. “Hay mucha plata en el mundo, pero poca dedicada a la conservación y restauración. Para los compromisos actuales de conservación, la necesidad anual es cerca del trillón de dólares, el 1% de la economía global y la cantidad de recursos que van a la conservación es cercana a los US$ 150 mil millones”.
Segundo, existe una brecha de datos: “El 90% de la plata que se destina a esto va a proyectos que no tienen ninguna forma de medir la consecuencia de sus acciones, entonces más encima la poca plata dedicada a conservación está yendo a iniciativas donde no tenemos idea si esta funcionando, eso es aún más dramático”.
En Lemu trabajan 50 personas, y esperan cerrar el año con 75. El año pasado abrieron 25 cargos y postularon 4.500 personas de todas partes del mundo. Actualmente en el equipo hay personas de 15 nacionalidades repartidos en 10 países.
18 mil personas en lista de espera
Para eso, Lemu propone una conservación verificable. Lo que hace es -mediante una aplicación- conectar inversionistas individuales o institucionales con proyectos de conservación. Este Airbnb para la naturaleza, como le dicen, ya tiene 74 proyectos en 37 países, totalizando cerca de 6,3 millones de hectáreas. Se basa principalmente en dos índices desarrollados por ellos: Lemu Index, que ayuda a guiar la inversión hacia áreas de prioridad de conservación, donde la plata es más necesaria y Lemu Impact, que busca evaluar las consecuencias de las acciones de conservación.
En la versión privada de la app ya hay tres mil personas y a finales de este trimestre van a hacerla pública. Tienen 18 mil personas en lista de espera y la gran mayoría de ellos son del hemisferio norte, principalmente Estados Unidos y países escandinavos. Hace unas semanas se generó el primer “match” entre un inversionista en Estados Unidos y un proyecto de restauración en Tanzania (un bosque quemado en la reserva natural Magila/Mkussu). El promedio es de US$ 25 la hectárea, este año pretenden financiar 100 mil hectáreas y el 2024 llegar a 2 millones. En cada una de estas transacciones Lemu cobra un porcentaje.