Punto de partida
Tras un año, startup acelerada por Platanus Ventures cierra operaciones
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“Estamos bien a nivel personal, pero la relación como cofundadores no funcionó. Al final una startup en etapa temprana termina siendo el equipo que la conforma, por lo que si el núcleo está roto, todo lo demás lo estará”, escribió Alan Arguello (26) en un blog tras anunciar el cierre de la startup Trendi, fundada por él y Massimo Di Berardino (26) hace un año.
“La principal razón de ruptura y más grande error fue falta de comunicación y honestidad en nuestro sentimiento como cofounders, lo cual es la causa raíz de distintas ineficiencias que surgieron”, escribió Di Berardino en una plataforma similar.
Arguello, mexicano, llegó por casualidad al mundo tech. Trabajó en una consultora llamada Tata y conoció el desarrollo de software. Luego hizo un programa para mejorar sus habilidades programando y fue contratado en Beek, una startup azteca acelerada por Y Combinator. Ya en esta empresa se empapó del ecosistema, se unió a distintas comunidades de fundadores y vió cómo jóvenes de 17, 18 y 19 años levantaban rondas de US$ 1 millón.
En noviembre del 2021 renunció y se puso a buscar ideas. Al mismo tiempo postuló a Platanus Ventures. Más abajo en Buenos Aires, Massimo di Berardino recién había renunciado a la startup mexicana Platzi para emprender. Buscaba un socio técnico. “Hicimos match en YC Cofounder, un Tinder para buscar cofundadores. y tuvimos una llamada”, recuerda el mexicano.
Afirma que hubo buena sintonía y tuvieron otra llamada la semana siguiente. Luego, a diez días de haberse conocido y sin haber trabajado juntos nunca, fueron seleccionados en la aceleradora chilena con la idea de crear un e-commerce para productos digitales.
“No había mucha convicción, pero seguimos igual”, dice Arguello. “Nuestra visión no estaba alineada, divergíamos pero no nos lo decíamos”. Tras un mes no lograron traccionar el producto y pivotearon a monetizar grupos de Telegram. Tampoco funcionó.
Ambos coinciden en que había tensiones pero no se las decían para evitar discusiones, además no quedaban claras las tareas de cada uno, e incluso su única empleada les dijo, “es como vivir con papás divorciados, uno me dice una cosa y el otro otra totalmente distinta”.
A mediados de año decidieron no presentarse al demo day ni levantar más capital. Se propusieron trabajar más juntos: para eso Arguello se fue a Buenos Aires y posteriormente tenían llamadas toda las semanas para preguntarse cómo se sentían. Pivotearon nuevamente y empezaron a generar contenido para fundadores de startups, lograron traccionar y generar sus primeros US$ 15 mil, pero la relación seguía sin despegar.
A principios de este año el argentino tomó la iniciativa, y le pidió a su cofundador conversar. “Dijo que esto no estaba funcionando”, recuerda Arguello, y afirma que pensaba lo mismo. “Sentíamos la incomodidad de trabajar juntos”.
Le pidieron consejos a Joaquín Stephens y Paula Enei y a pesar de éstos, ambos querían dejar la empresa. Devolvieron los US$ 40 mil que le quedaban y cerraron las cortinas. Destacan que la relación personal no tiene problemas pero que no lograron trabajar juntos, y por esa razón, ambos decidieron salir a contar la historia. “A muchos les pasa, pero hay un tabú con contarlo”, afirman.