Cultura
Luchando contra el desperdicio de alimentos
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Después de titularse de chef en 2010, Camila se fue a vivir sola. Aunque tenía recién 21 años, pensó que el ítem comida iba a ser fácil; después de todo, recién había terminado de especializarse en gastronomía. “Pero en casa de herrero, cuchillo de palo”, cuenta.
“Las cosas se me vencían, perdía un montón de comida, gastaba más de lo que tenía… Era todo un caos. Me pasaba lo mismo que a la mayoría de las personas”. Cuando se dio cuenta de que se estaba alimentando mal y que el presupuesto no le alcanzaba para llegar a fin de mes, decidió hacer algo: investigar distintos métodos para conservar bien la comida y usarla de manera más eficiente.
“Después de mucha prueba y error en mi despensa y en mi refrigerador, fui viendo avances. Estaba comiendo mejor, estaba más organizada, las cosas no se me echaban a perder”, explica. Y en un proceso que duró cerca de dos años, lo que partió casi como un experimento se transformó en un estilo de vida.
“Como a mí me funcionó y se generó un cambio muy radical en mi vida, pensé que esto le podía servir a otras personas, y de a poquito empecé a compartir cosas en Instagram. Ahí me di cuenta que a las personas les hacía sentido”, cuenta Camila, la creadora de la cuenta @antojista, que hoy tiene 159 mil seguidores en Instagram.
Desde esos inicios han pasado ya diez años y hoy Camila está completamente dedicada a Antojista (antojista.cl): hace talleres y clases para empresas y para particulares, que están interesados en ordenarse y dejar de desperdiciar alimentos. Por sus talleres ya han pasado más de mil alumnos, y el número sigue creciendo.
De hecho, Camila cuenta que cada día se ve más interés en el tema. “Cuando empecé no se hablaba mucho de la sustentabilidad en la cocina, por eso fue súper importante transmitir el mensaje con recetas, con consejos, de la forma más real posible. Hace cinco años, las personas eran mucho más incrédulas de la cocina desperdicio cero, pero en mis talleres me he dado cuenta de la evolución; cada vez hay más personas interesadas en aprender”, cuenta.
Los alumnos que asisten a los talleres llegan por distintas razones: algunos porque quieren ahorrar, otros porque necesitan organizarse mejor y otros porque tienen conciencia por el medio ambiente. “Yo siempre les digo que no importa qué los motiva, lo importante es empezar”.
Según cifras de la FAO, a nivel global, cerca del 14% de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista. A ello se suma el hecho de que aproximadamente el 17% de la producción total de alimentos se desperdicia (11% en los hogares, 5% en los servicios de comidas y 2% en el comercio al por menor). Y estos alimentos que se pierden y desperdician representan el 38% del uso total de energía en el sistema alimentario mundial.
Por lo mismo, en el último tiempo han surgido varias iniciativas desde el retail y otros emprendedores para disminuir el desperdicio de alimentos. La app Good Meal, por ejemplo, permite comprar la comida que algunas tiendas no han vendido durante el día con hasta un 70% de descuento.
También algunos supermercados se han sumado. Walmart lanzó su campaña Imperfectas, pero buenas, que busca que los consumidores puedan comprar productos que no cumplen con los estándares estéticos con un descuento que va entre el 30 y el 60%. Según datos entregados por el retail, desde la implementación de esta iniciativa, hace poco más de dos meses, se han vendido más de 240 toneladas de frutas y verduras que forman parte del programa; entre ellos, la manzana es la favorita, seguida por limones, pimentones y papas.
Para Camila, estas iniciativas son muy positivas para transmitir el mensaje. “Mientras más marcas grandes tomen esto, más llega el mensaje a las personas, más se masifica. No me importa si es genuino o si es una estrategia de marketing, mientras más seamos, mejor. Y estas marcas son importantes porque son las que están en contacto con la gente todos los días”, argumenta.
Los consejos
Cuando se desperdicia comida, no solo se pierden los alimentos en sí, sino todos los recursos que se usaron en su producción: el agua, la tierra, la energía, la mano de obra y el capital. Y la eliminación de estos alimentos en vertederos genera emisiones de gases de efecto invernadero, lo que contribuye al cambio climático.
Para evitarlo a nivel domiciliario, Camila dice que lo primero es entender que la solución no parte desde la casa, sino desde que se toma la decisión de comprar. “Hay que pensar a quién le vamos a comprar, qué es lo que vamos a consumir, y para eso es clave revisar qué es lo que tenemos antes de salir”, explica.
Para eso, aconseja siempre revisar la despensa y el refrigerador. “Hay que entender los alimentos, ver cómo están envejeciendo, qué es lo que dura más, saber si necesitan más o menos humedad. Aquí la conservación pasa a ser un elemento clave para evitar el desperdicio de alimentos. Lo otro clave es que nos saquemos de la cabeza que evitar el desperdicio es difícil o solo para personas entendidas. Se pueden hacer cambios súper chiquititos y efectivos”.
Por último, también es clave cuestionarse cómo usamos los alimentos. ¿Por qué botamos los tallos o las cáscaras? “Muchas veces no tenemos razones para descartar estas partes, simplemente es lo que hemos visto o lo que nos han enseñado, entonces hay que abrir un poco la mente, romper ciertos paradigmas y decir: ¿y si pruebo esto?”. Como dice su slogan: “No botes, imagina”.