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Lecciones de Vida

Javiera Quiroga, fundadora de Economina: “Pese a todo lo que se ve en las redes sociales, este ha sido el peor año de mi vida”

Javiera Quiroga, fundadora de Economina: “Pese a todo lo que se ve en las redes sociales, este ha sido el peor año de mi vida”

En el mismo año en que superó los 190 mil seguidores en su plataforma de educación financiera, lanzó el libro Hablemos de plata -que fue presentado por el ministro Mario Marcel- y debutó en un programa de radio, la periodista Javiera Quiroga ha debido lidiar con el cuidado de sus padres enfermos de Alzheimer. “Aunque me considero una persona súper fuerte, que sigue adelante sin importar lo que pase, esto te termina quebrando”, asegura.

Por: María José Gutiérrez - Foto: Verónica Ortiz | Publicado: Sábado 11 de noviembre de 2023 a las 04:00
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"Si hoy soy la persona que soy, es gracias a que tuve un ejemplo de madre muy potente y de abuela materna también. Crecí con una mamá que viajó por el mundo en aviones presidenciales, siempre muy ligada a la política, en esferas muy influyentes.

Ella no estudió en la universidad, empezó a trabajar a los 18 como secretaria de Juan Gabriel Valdés, hablaba muy bien inglés porque vivió mucho tiempo en Inglaterra en un internado y luego en Estados Unidos. Ella es bastante desadaptada, como un poco me pasó a mí cuando llegué a Chile de vuelta de EEUU a los 11 años… como que no somos 100% chilenas.

Virginia Cox Balmaceda, mi abuela, fue una escritora muy prominente de su época, diputada, ella también siempre se movió en esferas muy masculinas. 

Ese recuerdo de mamá power, lo tengo hasta 2020. Los últimos tres años han sido atroces. 
Mi papá es ingeniero comercial, cuando nos fuimos a vivir a Washington por el trabajo de mi mamá (jefa de gabinete del embajador), él se quedó en Chile y nos iba a ver cada seis meses. Él es institutano, estudió comercial en la Universidad de Chile y fue siempre muy esforzado. Siempre me gustó que vinieran de realidades completamente distintas, me hizo ser aterrizada y entender cosas desde otra perspectiva. 

Yo soy hija del segundo matrimonio de ambos, cuando ya eran mayores. A él se le murió su señora, mientras que el marido de mi mamá quedó en estado vegetal. Se juntaron y nos tuvieron a mí y mi hermana a los 41 y 42 años. Siempre fueron medio papás-abuelos y tenían con nosotras otra energía que el resto de los papás. 

Mi mamá ahora tiene 79 y mi papá 83 años. Él sigue yendo a la oficina. ¿A qué? No sé, pero se valida a través del trabajo, igual que yo. 
 
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Hace como siete años mi mamá comenzó a estar muy olvidadiza y repetitiva. Hasta que empezó a preguntar todo siete veces y se le olvidaban cosas importantes. La llevamos al geriatra, le hicieron exámenes y se dieron cuenta de que había tenido varios microinfartos. Y que tenía Alzheimer. Ahí empezó el declive, con accidentes violentos cada vez más frecuentes. Le pegó mucho más fuerte desde que le dio coronavirus.

Mi papá también tiene Alzheimer, pero está bastante más atrás, lo que no quiere decir que no tenga episodios feroces: me han llamado de la municipalidad con mi papá tirado en el piso, durmiendo a plena luz del día porque no encontró su casa. Ver así a un papá, a una mamá, es difícil. 

El fin de semana pasado me llamaron mis vecinos que a través de una cámara estaban viendo que mi mamá estaba inconsciente, tirada boca abajo en la calle y mi papá con cero capacidad de reacción. Mi papá de repente sale, se pierde, no sabe cómo llegar a la casa. Llevo tres años de intranquilidad y de que todo el mundo me diga: ‘¿Cómo no los mandas a un senior suite? ¿Cómo no los tienes con enfermera?’ ¡Ese sería mi más grande anhelo! Pero la ley en Chile protege mucho a los viejos porque los hijos tratan de quitarles las propiedades, la plata, la herencia.
Ahora quiero potenciar un poco más a la Javiera que a la Economina, porque me gusta ser periodista.
Por eso, si ellos no quieren, tú no puedes obligarlos. ¡Les he mandado 14 enfermeras! Las echan el primer día y ellas tampoco aguantan. Los pacientes de Alzheimer se ponen súper agresivos si es que pisas en un terreno que ellos desconocen. Es muy complicado el tema porque no puedes obligarlos, salvo que fueran interdictos.

Y para declararlos interdictos tienes que hacer un juicio de interdicción, que es una cuestión larguísima, cara, en la que vas a pelear con ellos en los últimos años de vida y, además, no vas a ganar porque por ley, la interdicción es que no tengan ningún minuto de lucidez. Y el paciente de Alzheimer sí tiene minutos de lucidez, lo que no quiere decir que estén extremadamente perdidos e incapacitados para vivir solos. 

Les he sacado alfombras, sillas, escondido llaves de auto… pero nunca es suficiente lo que uno puede hacer, porque el peligro está en todas partes. Ni siquiera se acuerdan de comer. Mi mamá pesa 42 kilos. 
Voy a verlos casi todos los días con mi hijo, pero uno sufre mucho viendo así a la gente que quiere, sin poder hacer nada. Tengo una hermana en España, entonces ella no lidia con el día a día. No es lo mismo estar llamando por teléfono que estar de centro de operaciones. Se ha sentido la ausencia de la familia. Te llaman para episodios puntuales, cuando ha habido un accidente, pero se olvidan de que esto es todo el año. Me produce mucha rabia mi tema familiar. 
 
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El día en que lancé mi libro (Hablemos de plata), encontré a mi mamá inconsciente a las 8 de la mañana y tuve que internarla. Llevaba tres días sin ingerir agua ni comida. Era fin de semana, veníamos de la playa, entro a la casa y estaba mi mamá tirada boca abajo, y mi papá viendo tele. Me pasó lo mismo la semana pasada en la Feria de Autores de Santiago. Entonces, al final todas las cosas buenas de este año se han visto súper empañadas por esto. Pese a todo lo que se ve en las redes sociales, este año ha sido el peor de mi vida. 

Laboralmente, estoy explorando mi mejor camino en medios, además de la radio que creo me está abriendo un montón de puertas. Economina tiene 190 mil seguidores y me gustaría en algún momento que Instagram sea una anécdota. Ahora quiero potenciar un poco más a la Javiera que a la Economina, porque me gusta ser periodista. No voy a dejar mi canal ni mi marca, pero sí voy a potenciar otras cosas.

Mi otro proyecto es tomarme muy en serio el tema de mi salud mental. Me gusta mantenerme ocupada, pero este año tuve que recurrir a fármacos porque estaba demasiado angustiada. Ahora estoy invirtiendo en cuidarme, porque aunque me considero una persona súper fuerte, que sigue adelante sin importar lo que pase, esto te termina quebrando. Y a mí este año me quebró. 

Mi abuela murió de Alzheimer. Mi mamá y mi papá se van a ir así y tengo clarísimo que posiblemente a mí también me va a tocar. Ahora, jamás le pasaría a Julián, mi hijo, lo que yo he sufrido con mis padres. Yo sé que ellos no lo han querido hacer de adrede; es lo que tocó. Es una carga imposible de manejar, sobre todo cuando son dos personas al mismo tiempo”.

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