Lecciones de Vida
Rubén Bellorin, chef del cumpleaños de Karol Cariola: “Decían que el gobierno financió mi restaurante"
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"Esto ocurrió el viernes 1 de abril, y siendo sincero, no hay mucho que contar, porque fue una celebración normal y corriente. Vinieron a conocer el local y les encantó. Hicieron la reserva. Fue de noche, eran más de 40 personas. Hubo amigos, familia y conocidos, no solo políticos.
Cada persona vino, comió, se tomó su trago, y pagó su cuenta. No lo financiaron con recursos públicos. No tengo nada malo que decir. Fue una celebración muy humilde, no hubo derroche ni excesos.
A mí no me dijeron que el presidente Gabriel Boric venía, fue sorpresa. Hablé con él de la misma forma que estoy hablando contigo. Súper simpático, humilde, una persona que tiene mucho de qué hablar. Conversó con todo el personal. Yo esperaba guardaespaldas, policías, pero eso no pasó.
Las críticas comenzaron al día siguiente. Yo publiqué la foto en mi Instragram con permiso de ellos. Recibí muchas felicitaciones, pero luego comencé a ver comentarios negativos. Eran miles al día: decían que el gobierno financió mi restorán, que estaba lavando dinero. Me trataron de venezolano corrupto.
Para mí fue un placer y lo volvería a hacer mil veces. No tengo una relación ni soy amigo del gobierno. No le quiero hacer daño a nadie, no es mi estilo de vida. Yo soy una persona neutra que se dedica a trabajar.
***
Nací en Caracas. Empecé a cocinar desde los 15 años. Me gustó tanto la gastronomía que decidí estudiarla. Trabajé en muchos restoranes. Incluso en uno en República Dominicana le cociné a Shakira, Calle 13 y Maroon 5.
Luego empecé a viajar porque me salían ofertas de amigos y conocidos. Estuve en España, Italia, Alemania y Francia. Ahí estudié en Le Cordon Bleu, la mejor escuela de cocina del mundo. Después salté a Turquía, Grecia, Perú, Argentina, Trinidad y Tobago.
En 2014 apareció Chile. Me llamó Henry Calderón, quien tuvo un restorán muy grande en el centro de Santiago, llamado Brazuca. Me fue muy bien con él. Luego salté a otra propuesta gastronómica de él en Vitacura, llamada Terruño. Pasábamos llenos, pero no se aprovechó como debería.
De ahí salté a Milá, una empresa grande, con dueños argentinos. Montaron tres restoranes acá. Fui chef corporativo para toda la marca. Fue una experiencia agotadora, tenía un día libre a la semana que nunca usé.
Luego abrí un local propio, llamado Sanhattan, en el Parque Titanium. Me fue muy bien, pero no escogí a los mejores socios. Me tiraron una estafa gigantesca que logré pagar hace unos meses. Hasta hoy no doy con ellos, tienen demandas por todos lados. Un día llegué a las 7 de la mañana con todos los empleados y estaba todo cerrado con candados. Desaparecieron. Los hemos buscado hasta por debajo de la tierra.
Prácticamente quedé en bancarrota, hasta que por fin empecé a buscar locales nuevos. Estudié hasta 60 restoranes distintos, hice estatutos gigantes para que no me pudieran estafar. Tiempo después encontré socios: mi expareja y un amigo de ella. Hay mucha confianza y nos conocemos bien. Hace casi dos años abrimos Bellorín, a los pies de la Torre Nueva Santa María.
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Toda mi comida es de autor, no me gusta copiarle a nadie. El restorán cuenta con 132 recetas propias. Acá se pesa hasta la sal. Ofrecemos risottos, pasta, carnes… La gente al principio pensaba que era un restorán venezolano porque yo soy de allá, pero no tenemos nada de eso.
Nacimos en pandemia, remodelamos en pandemia, dormimos acá. Yo armé este local con dos personas. Pinté paredes y mezclé a mano el cemento.
Nuestra propuesta es ir a comer a un lugar lindo, rico y a un precio justo. Hoy vendemos tan económico porque no tenemos proveedores. Todos los productos los compro en Lo Valledor. El pescado lo adquiero en Pichilemu cada 15 días: me lo entregan vivo desde el barco. La carne la compramos en mataderos. Pagamos al contado e intentamos no deberle a nadie.
Esa es la única forma de que un restorán sea rentable, sobre todo en una pandemia y con una inflación que nos está matando. Esta semana subieron el sueldo mínimo. ¿Pensaron alguna vez en las PYME que vienen pasando tiempos dolorosos? Es casi imposible sobrevivir.
La gente sabe que hay inflación cuando va al supermercado. Y les duele. Pero cuando van a un restorán y notan que le subieron mil pesos el plato se quejan. Que ‘cómo es posible, que es demasiado caro’. Pero la inflación es para todos, no solo para sus casas.
Seguimos atendiendo. No ha bajado ni subido la clientela desde que comenzaron las críticas por el cumpleaños. La mayoría de los clientes vienen de las torres y nos conocen desde hace casi dos años.
Bellorín nació desde el principio como una franquicia. El proyecto es armar cinco locales y un centro de producción. Esta es la casa matriz. Queremos llegar a ser una gastronomía de muy alto nivel, estar dentro de los mejores restoranes del país. Ya estamos trabajando en dos nuevos proyectos (en Las Condes y Providencia). Todavía no hay fecha, pero tenemos los planos y las patentes. Hay muchos inversionistas interesados".