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Giorgianna Cúneo: “Nosotros hemos seguido creyendo en Chile y hemos seguido invirtiendo”
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“Mi padre se aventuró no sólo en el mundo del vino, sino también en la viticultura del clima frío”, escribió Giorgianna Cúneo, la menor de las dos hijas del empresario Juan Cúneo, en el prólogo de un libro que esta familia, los Cúneo Queirolo, acaban de publicar.
Lo hicieron para conmemorar los 30 años de Casas del Bosque, la viña ubicada en el valle de Casablanca que el sábado 27 de abril tuvo una celebración privada, aunque bastante concurrida, para celebrar este hito.
Al evento asistieron algunos socios y amigos de Juan Cúneo -también accionista y ex presidente de Falabella-, como Máximo Pacheco, presidente de Codelco; directores de Falabella, como José Luis del Río; la embajadora de Italia, Valeria Biagiotti; el presidente de Wines of Chile, Alfonso Undurraga; y amigos y colaboradores de esta familia empresaria.
“Fue una celebración llena de emotividad. Llevamos una cantante de ópera, algo que le encanta a mi papá. Mi papá cada día está más enamorado de Italia. Recordamos a sus padres, de dónde veníamos, nuestros orígenes (ver recuadro). Se ondearon las dos banderas, la de Chile y la de Italia. Hablamos de lo que era ser familia, y del carácter familiar de esta viña, Casas del Bosque.
En el valle quedan pocas empresas familiares, y cuando está la familia detrás de un proyecto de vinos, hay un valor adicional”, relata Giorgianna Cúneo a DF MAS, en una entrevista en que, en su calidad de directora ejecutiva de esta compañía vitivinícola, se animó a repasar esta historia empresarial y la suya propia en esta industria, que la ve llena de desafíos.
Lechugas, alcachofas hasta llegar a los vinos
Con 54 años recién cumplidos, Giorgianna Cúneo estudió en el Colegio Universitario Inglés, y luego en la Universidad del Pacífico. Se tituló de publicista con mención en marketing.
Cuenta que nunca le atrajeron las matemáticas, sino que siempre estuvo más inclinada a la parte más humanista y artística, aunque desde que era niña -cuando la familia vivía en un departamento en las Torres de Tajamar- su padre acostumbraba a darles a ella y a su hermana, Paola los encargos para comprar en una feria que se ubicaba en Avenida Santa María, de modo de que aprendieran a comprar, saber del vuelto.
Y aunque nunca formalmente Giorgianna Cúneo trabajó en Falabella, sí hubo una conexión desde la infancia con el mundo del retail gracias a su padre. “A los 15 años vendía las muñecas Jesmarina, para las Navidades”, rememora.
Tras sus estudios, entró a trabajar a la agencia Northcote, y luego de un paso por otra firma, arribó al Banco de Chile, que a mediados de los ‘90 estaba recién abriendo la banca personas, tras haber sido una entidad eminentemente enfocada al rubro corporativo. Así, trabajando en el edificio matriz que se ubica en el centro de Santiago, su primera función fue en el área merchandising del banco, y luego siguió escalando como gerenta de publicidad banca personas y luego fue la gerenta de publicidad del banco.
Desde esa vereda vio campañas emblemáticas, como una en que se empezó a tutear a los clientes por primera vez -impensado para esas épocas-, campañas para Travel Club, u otra sobre hipotecarios -con hipopótamos-, cuando el banco buscaba impulsar estos productos. Allí estuvo hasta 2002, año que marca un cambio en su vida laboral, pues emigró para apoyar a la naciente viña, que su padre con su hermana habían impulsado.
El proyecto había surgido a inicios de los ‘90 como un anhelo de su padre de tener un campo cerca de Santiago, un espacio netamente familiar y para tener sus caballos. Así, compraron un paño del ex fundo Santa Rosa, ligado a la familia Undurraga; y ya en manos de los Cúneo, comenzaron a desarrollar una actividad productiva de cultivo de lechugas y luego alcachofas, que incluso llegaron a exportar a Estados Unidos.
Pero justo era una época en que comenzaban a surgir las viñas boutique en Chile y bajo el impulso de Pablo Morandé e Ignacio Recabarren, se “descubría” el valle de Casablanca como un terroir de clima frío adecuado para producir vinos, distinto a los viñedos de la zona central más cálida. A la zona también llegó Agustín Huneeus, con Veramonte, y así Juan Cúneo comenzó también una actividad de plantación de viñedos, en 1993. En 1998 tuvieron su primer vino, vinificado en una bodega de unos amigos, hasta que en el 2000 construyeron la propia.
De las mil hectáreas totales de campo, hoy tienen en producción 170 hectáreas, en las que han desarrollado todo un complejo de enoturismo que incluye tres restaurantes, Tanino, Casa Mirador -que abre los fines de semana-, y uno de reciente creación, Botánico, además de varios proyectos para no ser sólo una viña de paso.
“Tenemos del orden del 10% del mercado del enoturismo en Chile. El año pasado recibimos 69 mil visitas”, dice Cúneo, remarcando que tienen un equipo de más de 200 colaboradores, y del orden del 60 % está asociado al enoturismo. “Hemos puesto hincapié en formar a gente de Casablanca. Los tres restaurantes están bajo un liderazgo femenino, Paloma Fuenzalida, y ella junto a todo el equipo son de la zona.
Nosotros priorizamos todo lo local”, expone, haciendo ver también que esta zona vinera turística requiere de una revitalización de la actividad en la Región de Valparaíso. “Nosotros necesitamos que Viña y Valparaíso repunten porque son un polo turístico sumamente atractivo. Cuando ocurrió lo de los incendios a nosotros nos bajó el flujo 40%”, grafica.
“Esta industria está en crisis, y es a nivel mundial”
En números, con ventas que en 2023 llegaron a 116 mil cajas -y en términos valorados, unos $ 5.300 millones-, la viña tuvo un desempeño 7% menor que el presupuesto, pero con una industria que se contrajo mucho más, -21%. Para este 2024 proyectan llegar a 150 mil cajas.
A nivel de precio promedio, como viña premium, Casas del Bosque se ubica en un rango de US$ 50 por caja, siendo sus principales mercados de destino Chile, Brasil, China y Estados Unidos, y Canadá. “Brasil es un mercado súper importante para nosotros. Vendíamos 12 mil cajas, pasamos a 22 mil y este año vamos a vender 30 mil. Y va a ser el segundo mercado más importante después de Chile. Así, Casas del Bosque pasa a estar dentro de las cinco primeras viñas de Chile sobre los 50 dólares que vende en Brasil. Es un súper hito. Se nos cayó Asia, pero Brasil en parte nos compensó”, dice la empresaria, aunque reconoce que han sido tiempos difíciles.
- ¿Esta industria está en crisis?
- Sí. Esta industria está en crisis, y es a nivel mundial. Hay una baja de consumo de vino en el mundo. Y en Chile hay un tema muy grande de sostenibilidad. La situación que hemos tenido en el país en los últimos cuatro a cinco años ha sido súper compleja. Pero nosotros hemos seguido creyendo en Chile y hemos seguido invirtiendo. En 2023 hicimos una inversión importante en turismo, hicimos un restaurant, ampliamos una zona para recibir cruceros -antes no los recibíamos porque no teníamos los espacios adecuados-, y la viña ha ido creciendo. Hicimos una nueva sala de degustación y una nueva recepción de turismo, con un miniparque. Ha disminuido el consumo de vino en el mundo, pero sigue aumentando el consumo de vino blanco, lo que es una buena noticia para nosotros”.
- Si se mira netamente como negocio, ¿ha sido positivo? ¿Ha dado utilidades?
-Ha dado en algunos años. Es un lugar donde es difícil hacer viticultura. Es un valle súper susceptible a heladas, no tiene río, es todo captación subterránea, las napas están cada vez más profundas. Hay un problema de agua terrible en el valle. Todos se están reduciendo. Casablanca está con un déficit hídrico súper relevante y eso ha llevado a que mucha gente haya arrancado viñedos. Van a terminar quedando menos hectáreas. Nosotros llegamos a tener 250 hectáreas plantadas, hoy día tenemos 170, y estamos planeando llegar a no más de 150 hectáreas.
- ¿Su forma de encarar el negocio, siente que forma parte de un legado familiar de su papá?
-Le dedico mucho, mucho tiempo. Pongo una impronta fuerte, trabajo hasta los domingos en la tarde. El tener un apellido o ser la hija de alguien juega un peso relevante. Tienes que demostrar que estás ahí porque eres capaz, no por el apellido que llevas.
“A donde mi papá me llevara, yo estaba feliz”
En el libro de los 30 años de Casas del Bosque se retrata la historia de Juan Bautista Cúneo Solari, nacido en Iquique a principios de 1932, cuando en Chile el Presidente era Juan Esteban Montero, quien intentaba sacar al país de la enorme crisis derivada de la Gran Depresión.
Había sido el auge salitrero el que había llevado a una oleada de migrantes italianos a Iquique. La abuela materna tenía un negocio que se llamaba La Confianza, mientras la casa estaba ubicada en el segundo piso del local. Juan Cúneo fue el primero de tres hermanos Cúneo Solari, hijos de Marietta Solari Magnasco y Ernesto Cúneo Cúneo. Los otros hijos fueron Ada y Hugo. “Ernestín”, como le llamaban sus más cercanos, era socio de la tienda El Sol, pero a los 17 años decidió regresar a Italia como voluntario para luchar en la Primera Guerra Mundial.
La madre Marietta decidió enviar a Juan Cúneo a Santiago a estudiar, cuando tenía 14 años, llegando éste al internado del Barros Arana, a cuarto año de humanidades.
Egresó del colegio a los 16 años y tras dar el Bachillerato, Juan Cúneo entró a estudiar ingeniería comercial en la UC. Al egresar se ganó un premio para ir a estudiar a Estados Unidos, pero su madre le propuso que se quedara al alero de Albero Solari, su tío, en Falabella, para mirar y aprender. “Fue lejos el mejor consejo que me han dado en mi vida”, narra Juan Cúneo en el libro. Trabajó allí en finanzas, mientras paralelamente era profesor de Contabilidad y Costos en la Facultad de Economía de la UC.
Luego conocería a la que sería su esposa, María Joanna Victoria Queirolo Botta, también de origen italiano, con quien se casó en 1956. Y luego vendrían sus hijas, Paola (1964) y Giorgianna (1970), que en total les dieron ocho nietos.
A nivel profesional, en 1973 Juan Cúneo decidió emprender e instaló una fábrica de camisas en Marín con Vicuña Mackenna. Y junto a su amigo Arturo Strazza comenzaron a fabricar ropas de mujer, lo que sería Italmod. Después volvería a Falabella, compañía en la que “hizo historia”, dice el libro. Paso a ser miembro del Hall of Fame en retail, y en 2017 fue condecorado en Roma como Cavalieri del Lavoro. Hasta que en abril de 2014 decidió retirarse a sus negocios personales, lo que incluye un negocio lechero en Río Bueno.
Giorgianna Cúneo complementa a DF MAS: “Me crié entre la fábrica de mi abuela Marietta Solari, la mamá de mi papá, que con mi abuelo Ernesto tenían una fábrica en Vicuña Mackenna, Fiorenza, de camisas, montgomery, jumper de colegio. Después en Italmod, la fábrica que hizo junto a su socio Arturo Strazza, que primero estaba en San Antonio. Me crié en ese ambiente. Mi papá siempre nos llevaba al circo en el Caupolicán, a los Juegos Diana y el otro gran panorama era ir a las tiendas Falabella. Era el minuto de aprovechar a mi papá, que todos los sábados en la mañana iba a la tienda del Parque Arauco. Era un clásico. También nos llevaba al Club Hípico. A donde mi papá me llevara, yo estaba feliz”, dice.
“El país tiene que volver a crecer mínimo al 4%”
Además de su rol en Casas del Bosque, Giorgianna Cúneo es también directora de Falabella Retail, de Aguas Andinas y de la Fundación Liguria. En materias de coyuntura país, dice tajante: “Para que las cosas sucedan tiene que haber señales, cambios. Todo este tema de la permisología, por ejemplo. Chile tiene que crecer. El país tiene que volver a crecer mínimo al 4%”.
- ¿Qué lo entrampa?
- No es una sola cosa. La seguridad. Incentivos para recuperar la construcción, que está deteriorada. Tiene que haber soluciones habitacionales. Antes teníamos listas de espera en salud y ahora en educación -que es un tema fundamental-, hay listas de espera para estudiar. Hay demasiados flancos abiertos. Pero no me gusta ser pesimista. Muchas empresas están haciendo esfuerzos súper relevantes.
- ¿Cómo ha visto a Falabella?
-Hemos venido de momentos sumamente difíciles, que tiene que ver también con una contingencia nacional. Y hoy día se han hecho los cambios y ajustes necesarios para poder tener un mejor resultado a nivel de compañía. Esos cambios se están viendo. Si Chile puede crecer y nos acompaña el país, creo que el ánimo al interior estará más positivo. El liderazgo de Enrique Ostalé ha sido súper relevante.
“Se han ido incorporando las terceras generaciones”
A nivel de gobierno corporativo, la viña Casas del Bosque está liderada por Juan Cúneo como presidente, y Giorgianna Cúneo es la directora ejecutiva, acompañados por un equipo ejecutivo profesional que encabeza el gerente general, Christian Blanco, y el enólogo Alberto Guolo, entre otros profesionales.
“Él está totalmente encima del negocio, súper activo”, cuenta Giorgianna sobre su padre. “Hoy somos básicamente nosotros. Me gustaría en un futuro poder incorporar alguna mirada externa que nos pueda complementar. Hoy día es algo netamente familiar apoyados por Felipe Blanco, el gerente del family office, Inversiones Liguria”, agrega.
Según la última Memoria Anual 2023 de Falabella, el Grupo Liguria -como lo denomina este documento- posee el 8,54% en este grupo de retail. Además, participan de otras compañías abiertas, como Inversiones Aguas Metropolitanas (8,02%) y, por esa vía, en Aguas Andinas.
A nivel de gobierno corporativo, el family office Inversiones Liguria lo comanda un directorio liderado por Juan Cúneo como presidente; ambas hermanas, Paola y Giorgianna Cúneo; Alfredo Enrione, académico de la Universidad de los Andes, y quien ha asesorado a esta familia a nivel de gobierno corporativo; y hace menos de un año se sumaron a la mesa directiva cuatro integrantes de la tercera generación, dos hijos de Paola Cúneo -Tomás y Santiago Uauy- y dos de Giorgianna Cúneo -Facundo y Emilia Aramburo-.
“Somos dos hermanas muy unidas y nos complementamos muy bien. Hoy que nuestros hijos están en su mayoría de edad, tenemos a las dos ramas familiares separadas, pero mantenemos juntas las inversiones y su administración, y así será en el futuro. Contamos con un directorio de gobernanza familiar, donde la visión del fundador es lo que nos rige y nos mueve a ambas familias y donde se han ido incorporando las terceras generaciones de manera progresiva, siempre manteniendo la equidad en ambas familias”, detalla Giorgianna Cúneo.
Por el lado de Giorgianna Cúneo, el mayor de sus hijos, Facundo -quien egresó de derecho de la UC y está estudiando para su examen de grado-, asumió en abril su primer directorio como titular, en el Hipódromo Chile, en un cupo que ocupaba Alejandro Gil, quien salió de esa mesa.
Otra entidad vinculada a la familia Cúneo es la Fundación Liguria, creada en 2018, liderada por la ingeniera comercial UC, María José Uauy Cúneo como directora ejecutiva, organización que se dedica a trabajar en educación, en primera infancia, a través del financiamiento y acompañamiento de programas. Incluso generó un programa que se llama Crecer con Palabras, para impulsar en específico el desarrollo del lenguaje en niños y niñas de 2 a 4 años. Esta iniciativa la llevaron también a Casablanca.