Personaje
Sebastián Arispe Karlezi, el enigmático joven que pasó de estar fuera del ojo público para adentrarse en los negocios familiares
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"Que no haya fotos disponibles, no es una coincidencia”, señala una persona que conoce a la familia Karlezi. Sebastián Roberto Arispe Karlezi (39) heredó el mismo bajo perfil que su madre, la empresaria Cecilia Karlezi Solari, controladora de Clínica Las Condes y de su family office Inversiones Auguri.
Pese a ser miembro de una de las familias de negocios que lideran el ranking nacional de patrimonio, de ella hay pocas imágenes y nunca ha dado una entrevista. De las integrantes del grupo Falabella, es la más alejada del ruedo público. “Cultivó un estilo solitario, reservado y de bajo perfil”, explican. Su hijo repite sus pasos. “Reducido círculo de hierro y escasa vida pública”, relata alguien de su entorno.
Cecilia Karlezi
Y aunque tiene un “privado” en la oficina de Auguri -en alusión a uno de los caballos ganadores criados en el haras familiar-, en Kennedy, donde también está Corso, family office de sus primos, los Cortés Solari, y su tía Teresa Solari, hasta ahora ha estado alejado de los negocios familiares.
“Tomó la decisión de no estar en primera línea”, cuentan. El único rol concreto fue en Cruzados: fue director del club donde el family office que encabeza su madre es accionista, hasta este año. Su actividad empresarial la concentra en Autokas, automotora que él lidera.
¿Quién es?
Arispe Karlezi nació en junio de 1983, cuando su madre estaba casada con el piloto Daniel Arispe, dueño de la compañía de Concepción Heliworks, quien murió el año pasado y tenía una hija y un hijo, dos medios hermanos de Sebastián que viven en la Región del Biobío.
Tiene poco vínculo con los Karlezi, cuentan, y es su madre -hija única de María Luisa Solari Falabella, quien murió en 2015, y de Fernando Karlezi Marré, fundador de la empresa de seguridad Patroll- quien ha sido la figura clave en su vida.
Lo mismo Alejandro Gil, pareja de Cecilia Karlezi hace más de 20 años, y actual cabeza en la Clínica Las Condes, donde mantiene una tensa relación con doctores y ha protagonizado episodios de polémica en su gestión. Esto, según cercanos a Arispe, es algo que lo tiene inquieto.
“La forma confrontacional con que Gil maneja la clínica, no le acomoda. Por lo mismo, y porque sabe que es el único heredero de su madre, quiere empezar a involucrarse más en los negocios de Auguri”, relata una persona que los conoce.
El asunto no es antojadizo: el family office (que en 2021 obtuvo utilidades por $ 2.350 millones y cuyos activos sumaron $ 160.513 millones) hoy es manejado en un 47,5% por la empresaria, y en un 52,01% por Inmobiliaria Cechi, cuya accionista mayoritaria es también Karlezi. El 19,4%, está en manos de su hijo Sebastián. Entre las compañías que están dentro de Auguri, destacan Moller & Pérez-Cotapos, Cruzados, el Club Hípico y Falabella.
El paso por Cruzados
Creció en Santiago, estudió en el colegio internacional SEK Chile y no concluyó estudios universitarios. Quienes lo conocen lo explican: “Hay grupos empresariales que optan por el camino académico, profesional, mientras que otros se saltan esa etapa y entran de inmediato al oficio”. Otros añaden: “Alejandro Gil, marino mercante y pareja de su madre desde hace más de 20 años, tampoco tiene estudios superiores. Es probable que haya influido en su decisión”.
Desde su entorno cuentan que en los años 2000, cuando él estaba en “sus veinte”, Auguri intentó traer marcas internacionales de ropa juvenil a Chile e instalarlas en Alonso de Córdova y Nueva Costanera. Pero el negocio no prosperó.
En 2019 su madre le pidió asumir como director de Cruzados. Ahí estuvo hasta abril de este año.
“Su participación era bien escueta. Iba a directorios y no era de los integrantes de la mesa apasionados por la Católica: rara vez iba a los partidos. Tampoco asistía a la comisión de fútbol, la instancia más entretenida porque es donde se ve la transferencia de jugadores. Pero sí le gustaban los espectáculos. Ese es un tema que le apasiona, y se le solía escuchar hablar de los shows deportivos de Miami Heat (equipo de básquetbol de EEUU)”, relata un compañero de aquella época.
Y añade: “Apenas pudo, salió de Cruzados (julio de este año)”. Ahora, Auguri tiene solo un representante en aquella mesa: el ingeniero civil Alex Harasic, otro asesor cercano.
Quienes conocen a Sebastián Arispe Karlezi cuentan que no heredó los hobbies ni pasiones familiares. Su abuela María Luisa Solari Falabella fue una de las grandes representantes de la hípica y él y su madre hoy controlan el haras doña Icha Limitada, que su abuela formó en Calera de Tango, además de tener una representación en Ocala, EEUU (Florida).
Lo de él, aseguran, es el golf. Cuando está en Chile, se le ve jugando en el Sport Francés -hay quienes lo han visto con el abogado Álvaro Bofill, gerente legal de Inversiones Corso-, y cada vez que viaja a Miami, ciudad a la que va con frecuencia -su madre tiene un departamento en Sunny Isles-, sale a practicar a un club. Su otra pasión: los autos de lujo.
Los autos, pasión y trabajo
Y es en ese rubro donde su madre vio una oportunidad para que él comenzara a ejercer como empresario. “Es muy tuerca desde niño y le gustan los autos llamativos, los deportivos”, señala una persona que lo conoce.
Una industria que además Alejandro Gil conoce bien: fundó Transportes Gil en 1978, con foco en servicios de minería. Así es que, según cuentan, fue un buen orientador del negocio. Y lo hicieron en grande.
En 2014 Cecilia Karlezi compró un terreno considerado “una joya” dentro del sector inmobiliario: era un paño vacío, de 7.128 m2, emplazado en una esquina en José Alcalde Délano, a la entrada de La Dehesa. Lo adquirieron en poco más de $ 5.644 millones a Inmobiliaria Bicentenario S.A, cuyos socios eran Carlos Manuel Carmona y Plinio Luis Picasso. Hoy, el mismo sitio, está evaluado en más de $ 10.500 millones.
El negocio quedó en manos de Inversiones Sebastián Limitada, cuyos socios son Arispe y su madre. En la escritura aparece Óscar Jadue como representante legal. En la industria en ese momento Sebastián Arispe era un total desconocido, pero su nombre se familiarizó al poco rato: llamó la atención el tamaño de la automotora (tiene 6.738 m2 construidos).
Y, medio en broma, comenzaron a describir su llegada a este mercado de la siguiente forma: “Su madre le armó este negocio para que ‘juegue’ con autos”. Un abogado que lo conoce matiza: “Efectivamente tiene una situación privilegiada, pero ha construido la compañía a pulso. Mientras se levantaba Autokas en La Dehesa, tenía otros talleres de reparación y locales de compraventa en un mall en comunas al sur de Santiago”.
Crearon una marca a su pinta: Autokas (KAS son sus iniciales al revés y es el actual nombre de su sociedad). Su gran apuesta fue Honda: serían los representantes de la firma japonesa en la Dehesa (Gil también había tenido aquella marca anteriormente). El lanzamiento fue en 2015. Para concretarlo Arispe, en conjunto con Gil, negoció directamente con el presidente de Honda de aquellos años, Yashii Makoto.
Según cuentan conocedores del negocio, para que la inversión sea rentable, se requiere una venta de cerca de 50 autos (el ticket premedio de Honda serían $ 25 millones). Y aquello, relata la misma persona, no ha funcionado del todo: venden cerca de 25 autos al mes. “No es nada malo, pero el tamaño de la inversión es enorme”, explican de la industria.
No está claro si por decisión de Honda, o de ellos mismos, Arispe optó por ampliarse a más marcas y se asoció con Astara (ex Iberocar), que representa, entre otros, a Jeep, Fiat, Dodge, RAM, Mitsubishi. Y, de esta manera, su gran apuesta, la japonesa Honda, ya no se vende en aquella sucursal de La Dehesa (también hay sede de Autokas en Bilbao y Plaza Oeste).
La automotora Salazar Israel es quien hoy tiene la representación de la asiática en esa zona. “Por lo general las marcas optan por diversificarse por sectores, Y esta vez, decidieron quedarse con los de Salazar ahí”, cuentan.
El aprendizaje
En el mundo de los autos se comenta su bajo perfil. De hecho, y pese a que el 90% de las automotoras de concesionados son parte de Cavem, Arispe Karlezi optó por no ingresar a esa cámara. “No quiere pertenecer a ningún tipo de agrupación”, insisten desde su entorno.
Hoy, revelan, él tiene puesto su corazón en su empresa: ahí está su oficina, y cada vez que está en Chile, se instala ahí el día completo. Es en ese lugar además donde conoció a su mujer, la italiana Valentina Ciminnisi, quien llegó a trabajar en el área de motos. Se casaron el año pasado, en Orlando (Florida), en una ceremonia a su estilo, híper reservado.
Quienes lo han visto en Autokas concluyen que Sebastián ha aprendido a manejar una empresa. A veces a porrazos, pero tiene claro que es parte del aprendizaje. “Es apasionado por los negocios. Y como es dueño de su propio cuento, sabe analizar los detalles. Dicho en simple: sabe pagar cuentas”, relatan.
Además, añade otro, “se cansó de estar pasivo en las inversiones familiares. No hay dudas de que hay daño a la imagen por todo lo de la CLC, y le gustaría que eso termine”.
Además de su madre, de Gil, y de su mujer, cuentan que dentro de la rama familiar, son los Cortés Solari sus primos más cercanos. En particular, su padrino Juan Carlos (vicepresidente de Falabella y presidente de Inversiones Corso, su family office).
“Él le da consejos, y Sebastián lo escucha mucho. Le ha dicho que es bueno que se involucre más en Auguri. Juegan golf juntos también”, dice una persona cercana.
El abogado de la UC Emilio de Ioannes, gerente legal de Auguri, también lo ha asesorado en Autokas. Eugenio Ortúzar Gil, sobrino de Alejandro, ve las finanzas de Auguri, y ha sido parte de su círculo de confianza. En cuanto a Autokas, su ejecutivo a cargo del negocio es Alvaro Niklitschek, gerente comercial. Contactados los miembros del equipo de Auguri y de Autokas, declinaron hablar con DF MAS.