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El chileno que creó un imperio global de hidrógeno verde
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El 30 de junio pasado César Norton Sacre, punta en blanco, con sonrisa de oreja a oreja, subió al escenario del Porsche Mobil 1 Supercup, en Spielberg, Austria. Arriba de la plataforma, con 30 grados de calor, el ejecutivo chileno se acercó al podio y le entregó un trofeo al piloto holandés Larry ten Voorde, quien minutos antes había ganado en la categoría Overall Classification del circuito de carreras de la icónica marca alemana.
Este domingo el ingeniero nacional volverá a aparecer en el Autódromo Nacional de Monza, Italia, en la última fecha del circuito automovilístico, el cual funciona como un evento paralelo a la Fórmula 1. ¿La razón? La compañía que él fundó y preside, HIF Global -y de la cual tiene un proyecto activo en Magallanes-, le provee combustibles en base a hidrógeno verde a Porsche, empresa que entró a la propiedad de su firma en 2021.
Por estos días César Norton -57 años, casado, cuatro hijos- gestiona una cartera de proyectos que superan los US$ 35 mil millones y que cruzan por América Latina, Estados Unidos y Australia. Su compañía, que tiene apenas cuatro años, avanza rápido. Y él también: es inquieto, habla acelerado y menciona conceptos y números que pocos entienden a la primera.
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Su socio y amigo, Juan José Gana, quien le hizo una ayudantía de ecuaciones diferenciales en su etapa universitaria y que hoy ejerce como gerente de estrategia en HIF, lo presenta así: “Es una lumbrera matemáticamente. Hace poco fuimos a comer con un invitado y es la primera persona en la historia que he visto que le gana en rapidez”.
Para muchos, Norton es el zar del hidrógeno verde, especialmente en la categoría de e-fuels, ya que en esta industria HIF Global corre -casi- sin competencia. El combustible lo fabrican utilizando electrolizadores alimentados con energía renovable para separar el hidrógeno del oxígeno en el agua. Posteriormente, el hidrógeno verde se combina con dióxido de carbono reciclado para producir bencina limpia, que es químicamente equivalente a la que se utiliza hoy en autos e incluso aviones.
Norton es descrito como alguien directo. Rehúye del protagonismo, lee mucho y no practica deportes de forma regular. Tiene una cabeza muy matemática e ingenieril, aunque es cercano con equipos. Es católico practicante. De hecho, inicia la mayoría de sus discursos agradeciendo a Dios. No se considera empresario, pero sí emprendedor. Y dice que la plata no lo ha motivado nunca.
“Te vas a comer el mismo bistec. El auto puede ser un poco más grande, pero cuando estás viejo eso ya no te interesa tanto”, dice sentado en la oficina de HIF en el edificio de Patio en Enrique Foster, Las Condes.
Para financiar el crecimiento de HIF asegura que acaban de cerrar un levantamiento de US$ 205 millones, donde entraron una serie de entidades internacionales, entre ellas la Organización Japonesa para la Seguridad de los Metales y la Energía, dependiente del gobierno nipón.
“Nosotros pusimos US$ 55 millones y estamos esperando de aquí a final de año que puedan entrar US$ 50 millones y US$ 100 millones más”, adelanta. Además, contrataron a los bancos Société Générale y a Morgan Stanley para recibir apoyo en su planificación de la estrategia financiera.
Para Norton, HIF no es una empresa chilena. “Yo soy chileno, soy el CEO, nosotros somos los principales accionistas, pero la compañía se tiene que mover de acuerdo a nuestros clientes. Y a los clientes les interesa que sea global”, señala.
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Norton y Gana están basados en Chile, mientras que el CFO, Roberto Simon, trabaja desde Nueva York. Meg Gentle, executive director, está en Houston, y Rolf Schumacher, CIO, vive en Berlín. Por eso el fundador viaja frecuentemente. Una semana puede estar en Tokio, otra en Montevideo y la tercera en Texas. Pero tiene una regla: pasar todos los fines de semana en Chile. Si está en Japón, decide viajar de vuelta el jueves para llegar a tiempo a Santiago.
De Ovalle a Buenos Aires
En su infancia, mientras crecía en la Cuarta Región, César Norton quería ser astrónomo. Lo pensó durante varios años. Tanto así, que evaluó estudiar su pregrado en Estados Unidos. Su madre, Esperanza Sacre, de origen libanés, era una química farmacéutica que tenía distintas farmacias en Ovalle, mientras que su padre, ingeniero civil, de ascendencia inglesa, ejercía como ingeniero en una serie de proyectos mineros y de obras públicas.
Por eso, su familia se movió de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, a lo largo de sus primeros años. Estuvo en siete colegios y al salir, eligió la Universidad Federico Santa María, en Valparaíso, y entró a ingeniería eléctrica. “Pensaba que siendo ingeniero electrónico podía llegar a trabajar en un observatorio”, rememora Norton.
Al salir de la universidad, en los ‘90 emprendió con su amigo Luis Paredes, doctor en física, con una empresa de señales y ultrasonido para detectar agua. Les fue mal y la cerraron al poco tiempo. Justo ahí Chilgener (hoy AES Andes) le ofreció un trabajo como jefe operativo en una planta en Buenos Aires. Aceptó. En la capital trasandina conoció a una argentina (Silvina Antonieta Haigis), se casó y según ha contado, ha sido la mejor decisión que ha tomado. Juntos tienen cuatro hijos.
En el ‘93 volvió a Santiago para arribar a Sonda, pero su labor al interior de la compañía nunca lo convenció. Dos años después apareció Metrogas, que estaba trayendo gas desde Argentina, y le ofreció un puesto ejecutivo. En 1999 nuevamente se aburrió y fundó una segunda empresa. Era una startup llamada Nodo Cero, que se dedicaba al mercado de gas entre Argentina y Estados Unidos. Todo iba viento en popa, pero llegó el “corralito” y el negocio sucumbió.
Para financiar el crecimiento de HIF, Norton asegura que cerraron un levantamiento de US$ 205 millones, donde entraron una serie de entidades internacionales, entre ellas la Organización Japonesa para la Seguridad de los Metales y la Energía, dependiente del gobierno nipón.
Justo ahí reapareció Metrogas, que le ofreció un puesto ejecutivo. Llegó a ejercer como gerente de desarrollo corporativo de Gasco y participó de distintos directorios al interior de la firma.
En 2008, con 42 años, Norton decidió emprender. Fundó el holding AME para dedicarse a la generación eléctrica en Perú y Chile. Durante cinco años vivió dos semanas en Lima y dos en Santiago. Hoy son el quinto mayor productor independiente de energía en suelo nacional y mediante este conglomerado controla HIF.
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Konnichiwa
En la reciente gira presidencial por Alemania, en junio, el Presidente Boric visitó un centro de innovación de Múnich. De acuerdo a personas consultadas, el mandatario recorrió distintos puestos y uno de ellos mostraba el proceso de producción de combustibles sintéticos en base a hidrógeno verde y CO2.
En el paseo lo acompañaron José Miguel Benavente, vicepresidente de Corfo; Diego Pardow, ministro de Energía, y Nicolás Grau, titular de Economía. En ese contexto el Presidente hizo una pausa y le dijo a Benavente: “Eso lo tenemos en Chile”. Y el titular de la Corfo asintió: “Sí, ya están operando en Magallanes”. Ambos se referían al negocio de Norton.
Para llegar a eso, Norton tomó el camino largo. 2014, coinciden conocedores, fue el año clave: en ese momento el ingeniero chileno se enteró de que en Magallanes había un activo de viento que no estaba siendo explotado. El ingeniero pensó en muchas ideas y proyectos, pero en 2017 le dio el palo al gato: producir combustible carbono neutral que se pudiera usar de inmediato y que no necesitara ninguna tecnología nueva.
Al año siguiente Porsche abrió un concurso de combustibles carbono neutrales. Norton presentó el proyecto y la firma alemana los eligió. “Ellos se entusiasmaron y nos dijeron: ‘Oye, súper interesante, pero tiene que ir más allá de Chile. Si no son capaces de hacer una empresa global, no nos interesa’”, recuerda el empresario.
Eso fue suficiente para que Norton, Gana y un puñado de otros ejecutivos se pusieran manos a la obra. “Entonces, en 2021 hicimos un spin off de AME y creamos HIF Global, donde entró Porsche, EIG, Baker Hughes y nosotros. Levantamos US$ 260 millones”.
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Ahora acaban de hacer una segunda ronda de capital para, según Norton, “llegar al cierre financiero de nuestros proyectos en los próximos dos años”. En este levantamiento convencieron al gobierno de Japón y a Idemitsu, la segunda petrolera nipona. Con ambas entidades empezaron a negociar el año pasado y rápidamente llegaron a un acuerdo. “Yo nunca había visto una compañía japonesa tan rápida”.
El foco de Norton está en Japón y Alemania. “Cuando tú ves que Japón consume 5,86 millones de barriles por día, están pensando en todas las soluciones. Ellos necesitan tener un suministro fiable de todas las cosas para poder ser independientes. Y eso tiene mucho sentido. Y los alemanes piensan de una forma muy parecida”.
La planta de Magallanes, conocida como “Haru Oni”, ubicada en Cabo Negro, existe desde 2022 y tiene capacidad para producir 130 mil litros al año de combustible verde. Esa fue la punta de lanza para los desarrollos futuros que armaron en alianza con Enel Green Power y que han tenido una compleja y larga tramitación ambiental en Chile.
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Ese mismo año ingresaron un megaproyecto de US$ 500 millones al SEIA pero dos meses después lo retiraron por observaciones de la autoridad ambiental, como posibles impactos en las aves que habitan en el lugar. El año pasado volvieron a inscribirlo en el sistema y según cuentan personas consultadas, esperan el próximo año tener novedades. Otros, en cambio, ven con distancia el plan e incluso ponen en duda que lo vayan a desarrollar.
“Se ha dicho siempre que Chile es sólo exportador de materia prima. Pero la gracia del metanol y la gasolina es que son productos finales en sus mercados. Estamos industrializando el viento y el agua en un producto final de alto valor agregado y que tiene la belleza de ser una solución real hoy a la descarbonización”, dice Norton, ansioso. Y agrega: “Estamos produciendo gasolina y la estamos probando en los motores de Porsche. ¿Por qué? Porque estamos haciendo la bencina más tecnológica del mundo, la que se usa en las carreras. Al principio la mandábamos bruta a Inglaterra y ahí hacían el ajuste. Y ahora lo estamos haciendo 100% en Magallanes”, ejemplifica.
Texas y Uruguay
En 2016 Norton hizo un estudio con una universidad en Finlandia para ver cuáles eran los lugares donde había más energía renovable disponible con potencial para producir e-fuels. Así llegaron a Texas, estado en el que nadie estaba fijándose para desarrollar esta industria. Ocho años después tienen el permiso ambiental listo, el sitio comprado y el equipo contratado. Lo único que les queda es el cierre financiero para comenzar a construir.
La apuesta más grande está justamente en Texas, ya que les otorgaron una reducción de impuestos de US$ 1.000 millones. La planta -que contempla una inversión de más de US$ 6 mil millones- quedará en la zona de Matagorda y será la primera instalación de e-fuels a gran escala del mundo. El proyecto busca producir aproximadamente 1,4 millones de toneladas anuales de e-metanol para 2027 y proporcionarán más de 4 mil puestos de trabajo durante su construcción.
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Más hacia el sur, HIF está desarrollando el proyecto de inversión más grande de Uruguay. Quedará en Paysandú, contempla un desembolso de US$ 4.000 millones y se espera que produzca aproximadamente 250 mil toneladas al año de gasolina neutra en carbono, con el potencial de descarbonizar más de 150 mil vehículos. Y como todo desarrollo a gran escala, ha generado polémica: una serie de organizaciones locales -como el Movimiento Uruguay Sustentable (Movus)- critican que el acuerdo se hizo a puertas cerradas entre HIF y el gobierno uruguayo de Luis Lacalle Pou.
En primera instancia la corporación acudió a la justicia charrúa para conseguir toda la información de carácter ambiental contenida en el memorándum de entendimiento entre ambas partes. El grupo consiguió una primera victoria: un juez resolvió que el Ejecutivo brindara la información solicitada por Movus. Sin embargo, la semana pasada la agrupación volvió a la carga. Aseguraron que no se entregó toda la documentación acordada y decidieron presentar dos escritos en la justicia.
A pesar de este flanco, Norton se muestra confiado: “El proyecto de Uruguay va avanzando muy bien. Yo entiendo que hay gente que puede tener ideas distintas. Cuando terminemos de presentar el estudio ambiental va a estar todo ahí. A mí me interesa hacerme cargo de las dudas de todas las personas cuando tiene que ver con lo que estamos haciendo. Y lo que estamos haciendo se basa en la sustentabilidad y en la transparencia. Así que nosotros nos estamos comunicando con todos los actores y yo veo que Uruguay va a ir muy bien”.
¿El plan a largo plazo? Crecer, materializar sus proyectos, empezar a producir a gran escala, reducir costos y expandir sus exportaciones. Los consultados rechazan que Norton esté pensando en una IPO para financiar el avance HIF, ya que recién está empezando. Tampoco vender. “Este negocio es muy César, está muy personificado en él”, constatan.