Lecciones de Vida
Mariana Aylwin y el libro de su padre: “Es fuerte tomar una decisión que él no tomó”
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“Hace dos semanas el editor de Penguin Random House, Aldo Perán, me llamó y me dijo ‘Mariana, te mandé el libro’ (La experiencia política de la Unidad Popular). Eran las primeras pocas copias. Al verlo por primera vez pensé ‘se ve impactante’, porque pese a que ya lo había leído, siempre lo había revisado en formato digital, en carpetas sueltas.
Mi papá dejó este libro listo el año 2011. Él siempre hablaba del ‘famoso libro’. Así lo llamaba. Y nosotros le decíamos, ‘bueno, papá publique’. Pero él respondía ‘no, mira, no está listo todavía’. Solía tener algún argumento. En definitiva, es evidente que él no quiso publicarlo en vida. Y bueno, se sabía que existía, él en varias cartas habla de ello. Y había editoriales que estaban interesadas. Una de ellas Melanie Jösch, directora de la editorial Penguin Random House. Ella nos llamó el año pasado.
Nos juntamos nosotros, la familia, y nos preguntamos, ‘¿qué hacemos? Tenemos este enorme material aquí, por algo él lo escribió’. Después de muchas conversaciones, concluimos en que no hay mejor momento que los 50 años.
"Mi papá dejó este libro listo el año 2011. Él siempre hablaba del ‘famoso libro’. Así lo llamaba. Y nosotros le decíamos, ‘bueno, papá publique’. Pero él respondía ‘no, mira, no está listo todavía’. Solía tener algún argumento. En definitiva, es evidente que él no quiso publicarlo en vida".
Estuvimos de acuerdo los cinco hermanos (Mariana, Isabel, Miguel, José y Francisco Aylwin Oyarzún). Mi hermana tiene un dicho muy divertido porque dice ‘mi papá no nos molestó nunca de vivo, pero por Dios que nos dejó cachos de muerto’. Entre ellos estaba esto, tomar la decisión de cuándo publicarlo. Lo que sí entendíamos es que si él lo escribió, teníamos que publicarlo. Y esta oferta nos pareció seria. Entonces, nos hicimos cargo de los textos.
Cuando mi papá empezó a escribir no había internet. Él había escrito a mano y a máquina. El año 90, una de las secretarias que tuvo cuando era Presidente, Loreto Gallardo, trabajó aquí. Ella le ordenó sus papeles y encontró esto. Y le dijo: ‘Don Patricio, ¿se lo transcribo?’. Lo transcribió entero y quedó en disquetes. Después pendrive. Luego en internet.
Mi papá para este libro había juntado una cantidad enorme de archivos. Tenía recortes, cartas, entrevistas, documentos del partido (DC), tenía muchas cosas. Todo ese material sabíamos que existía, y lo encontramos después de que él se murió (19 de abril de 2016, a los 97 años). Estaba bastante ordenado.
Cuando creamos la Fundación Patricio Aylwin (en julio de ese año), el objetivo principal fue poner todo su archivo a disposición del público. Ese es el trabajo que ha hecho Carlos Bascuñán, mi marido, con la historiadora Magdalena Eichholz. Y es paradójico porque al final esos documentos, en muchos de los cuales se basa el libro, están publicados antes, en el archivo de la página web (fundacionaylwin.cl).
El archivo personal es muy visitado por investigadores de universidades de distintas partes del mundo, porque es muy completo, va desde 1940 hasta que él murió.
Cuando llamó la editorial, les mandamos lo que teníamos, ‘esto es lo que hay’. Nos respondieron ‘es bueno, es muy importante, nos interesa’. Entonces Carlos y Magdalena hicieron el primer trabajo de edición: ver las citas, compaginar algunos capítulos. Finalmente hicimos una última revisión en febrero para ver qué detalles podría haber. Se lo entregamos en marzo a la editorial, que realizó su propia edición. Y este es el producto.
La foto de la tapa (en la que aparece con Salvador Allende) la eligió Penguin, pero con acuerdo nuestro. La imagen está en esta oficina, es de cuando era presidente del Senado. Estuvimos de acuerdo en todo. Hubo dudas, por ejemplo, de si poner o no poner el primer capítulo. Algunos sostenían que alargaba mucho el entrar al tema de fondo. Pero yo planteé ‘la verdad es que es tan de mi papá ese primer capítulo, eso de ir para atrás y elogiar la democracia, que hay que ponerlo’. Bueno, y quedó el primer capítulo.
El prólogo lo hice en febrero, en Las Cascadas (Lago Llanquihue). No me demoré nada. En un ratito lo terminé. Y tengo la imagen de mi papá escribiendo ahí, cuando iba a veranear con nosotros. Tenemos una especie de quincho, al que él llegaba con un maletín donde tenía sus papeles. Iba y se sentaba en la mañana después de salir a caminar y escribía dos, tres horas. Esto debe haber sido en 2004, 2005.
Trabajé con él la última etapa del libro, debe haber sido en 2006. No era una cosa persistente, sino que él lo tomaba, revisaba, y decía ‘mira, no me gusta esto’. Él era muy racional, muy ordenado, y ya tenía los capítulos muy armados. Yo con algunos ayudantes le presentábamos borradores, él los cambiaba enteros o los escribía y nosotros buscábamos los documentos.
“El prólogo lo hice en febrero, en Las Cascadas (Lago Llanquihue). recuerdo a mi papá escribiendo ahí cuando veraneaba con nosotros. Tenemos una especie de quincho, al que él llegaba con un maletín con sus papeles. se sentaba y escribía dos, tres horas”.
Me acuerdo, por ejemplo, la parte en que hablamos de la ENU (Escuela Nacional Unificada, proyecto de reforma al sistema educativo de Chile del gobierno de Salvador Allende durante la Unidad Popular). No hay detalles que a nosotros como familia nos hayan sorprendido ahora, conocíamos la historia muy de antes. Las conversaciones con Allende, sobre todo entre mayo y julio de 1973, las escribió al día siguiente de haberlas tenido.
En la última, que es sobre la reunión con el cardenal Silva Henríquez, hay un intercambio de cartas entre el cardenal y mi papá. Eso es súper interesante. La cantidad de cartas: los políticos se dirigían por cartas. Si alguien tenía una discrepancia, las detallaba escribiendo a mano. Hay cartas de Radomiro Tomic, de Renán Fuentealba. Tantas cosas. La FLACSO editó en 1974 tres tomos siguiendo la prensa diaria de todos los medios. Mi papá también se guiaba bastante por esos tomos.
Por cierto, los capítulos más delicados son los del final, de todas maneras, porque es la parte más controvertida. Pero la tesis central en definitiva de mi papá, un fervoroso demócrata cristiano, fue decir, ‘mire, la Democracia Cristiana estuvo disponible a apoyar el gobierno de la UP, a sacar su programa, pero por la vía constitucional, por el Parlamento, por las leyes. Y eso fue alejando las posibilidades de llegar a un acuerdo, porque el gobierno (de Salvador Allende) actuó más por la vía de los hechos.
Lo conversábamos con varias personas en la presentación del libro: a los cuatro meses (de asumir Allende) se había estatizado la banca, muchas empresas. Cuando uno ve el ritmo hoy de lo que se demoran las cosas, de cuánto se discuten las leyes, se demoran un año, dos años, cuatro años, pero no cuatro meses como entonces. Las cosas no pasaron por el Parlamento, se usaron resquicios legales para saltárselo. Básicamente, yo creo que esa es la tesis del libro: la Democracia Cristiana estuvo disponible a cooperar, pero por la vía institucional.
El martes fue el lanzamiento del libro en la Universidad de Chile. Fue un día muy importante. Yo llegué como a las 11:30 am, llegué primero a la rectoría, donde estaba Rosa Devés, de quien fui compañera de curso en el colegio (Las Ursulinas). Llegó la Presidenta Bachelet (2006-2010), después Carlos Peña (rector de la UDP), mi hermano Miguel, el periodista Iván Valenzuela y el equipo de Random House. Aldo Perán es muy capo, extraordinario. Y estaba muy emocionado.
Yo estaba bien nerviosa. Es fuerte, ¿sabes? Es fuerte tomar la decisión, una decisión que mi papá no tomó y que la tuvimos que tomar nosotros en un momento en que es conflictivo, pero también, ¿en qué otro momento lo hacíamos? ¿Vamos a esperar 100 años? Ninguno de nosotros es eterno tampoco. ‘¿Qué impacto puede tener? ¿Cómo va a ser recibido?’, pensamos.
Con la editorial se vio qué personas podían ser las que lo presentaran. Y claro, no era fácil para Michelle Bachelet. Y lo reconoció en el podio. Pero creo que fue importante que fuera ella. Y Carlos Peña es una persona que tiene una rigurosidad académica, una racionalidad política, para nosotros era una persona que nos interesaba mucho su opinión. Otra persona que a nosotros nos habría gustado era Ricardo Lagos, quien es muy cercano a nosotros, le tenemos mucho aprecio. Nos parecía importante que hubiera alguien del mundo socialista. La editorial hizo los primeros contactos con la exPresidenta hace cerca de un mes. Después lo hizo mi hermano Miguel como presidente de la Fundación.
Se invitó al evento, como público asistente, a Ricardo Lagos, Eduardo Frei y Sebastián Piñera, y se les mandó copia del libro. Los tres se excusaron que no podrían asistir por otros asuntos que ya tenían en agenda.
Yo no había conversado con Carlos Peña y quedé muy impresionada. Él habló tanto de la sobriedad de mi padre durante su discurso y, la verdad, él es de una sobriedad intelectual muy notable. Yo no conocía su opinión del libro, no supe qué diría, sólo por Aldo Perán sabía que había comentado ‘este libro es importante’, una cosa así.
No está exento de crítica el libro. Y pudo haber ido por ahí. Pero Carlos Peña hizo una buena mezcla entre lo que dice el libro y su propia interpretación de ese momento. Porque este libro tiene pocas reflexiones. Es un libro que describe datos, da cuenta de situaciones, con pocos juicios. Esto es lo más representativo de mi papá.
Peña dijo muchas cosas que para un Presidente pueden ser importantes. Por ejemplo, el hecho de que los presidentes tienen que tomar decisiones. Ahí hay una controversia, porque el Presidente Allende no podía tomar decisiones, todo pasaba por los comités de la Unidad Popular: planteaba una solución a un problema, pero tenía que discutir con un grupo heterogéneo de dirigentes políticos. O sea, se comprometía con cosas que finalmente no podía cumplir.
La reflexión de Michelle Bachelet la encontré muy auténtica y encuentro que eso es un valor importante. Ella tiene una facilidad para hablar, tiene esa cosa espontánea y rápida. Y creo que finalmente, admitiendo las diferencias de visión y de generación -porque en esa época ella era una joven militante del Partido Socialista, mientras que mi padre era una persona que estaba completamente metida en la cocina-, ella concluye diciendo que la democracia, los derechos humanos, el Estado de derecho, la tolerancia, tienen que ser patrimonio para construir un país mejor.
Me parece que el acto del lanzamiento, el día martes, fue importante. También fue importante que haya ido el Presidente Gabriel Boric. Que haya ido en este momento, un momento controversial, cuando la semana pasada ocurrió lo de Patricio Fernández, donde el Partido Comunista parecía haberle doblado la mano al haber renunciado Fernández a seguir en la comisión (era asesor presidencial de los actos de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado) por causa de decir que no hay un consenso histórico. Efectivamente creo que no hay un consenso histórico. Pero el Partido Comunista dice ‘sí hay un consenso’. O sea, en el fondo dice que hay una sola visión sobre el gobierno de Allende. Y en ese sentido me parece que fue muy importante la presencia del Presidente políticamente.
Supe que él iría cuando llegué. Él, el mismo día, llamó a la rectora, con quien tiene una relación muy cercana, y le dijo ‘quiero ir’. El acto era en la Universidad de Chile y ella era la dueña de casa. Fue un gesto importante para nosotros, obviamente. Pero sobre todo fue un gesto político valioso por el momento que estamos viviendo. Estuvimos sentados al lado, pero no tuvimos instancia para conversar.
Mientras él ha sido Presidente no hemos conversado. Pero él ha sido súper gentil con nosotros. Cuando murió mi mamá (Leonor Oyarzún, 21 de enero 2022) vino y le mostramos esta casa. Quedó fascinado, porque le gustan los libros, los papeles, la historia. Creo que sacaron un archivo, se lo mostraron, y él estaba impresionado. Y cuando fue la inauguración del monumento de mi padre se pegó un discurso increíble. Ha sido gentil con nosotros.
El papá de él es democratacristiano. Y Simón Boric (jefe de gabinete de rectoría de la Universidad de Chile) me dijo el martes ‘mi papá te manda saludos’. A él lo conozco, es de Punta Arenas. El que era muy cercano a mi papá era su tío abuelo, Roque Tomás Scarpa, que fue intendente de mi papá en Punta Arenas.
Esta casa (en Arturo Medina, Providencia), donde hoy están los archivos y donde hoy funciona la Fundación, la arrendaron cuando mi papá era Presidente (1990-1994), básicamente era un lugar donde estaban los escoltas y chofer. La casa de al lado, y que conecta por atrás con esta, es donde él vivía con mi mamá (Leonor Oyarzún). Llegamos cuando yo tenía 7 años: ahí me casé, ahí ellos murieron.
Cuando terminó el gobierno, la compró. Instaló su escritorio y trabajaba aquí con una secretaria. Muchas cosas están igual a esa época. Estamos viendo qué hacer con la casa donde ellos vivían, existe la posibilidad de que sea patrimonial. Vamos a ver qué pasa.
Mi mamá era muy inteligente, de mucha opinión, pero este no era un tema que la tuviera preocupada, no estaba pendiente de esto, ella estaba en otra función. Sí le preocupaba el tema de la estatua que le hicieron (Cristián Meza). Ella decía ‘¿para qué? Va a estar lleno de mugres de palomas.’. Pero después, cuando había que juntar plata para ello, se le ocurrían ideas, como vender medallitas.
La decisión de la familia ha sido ‘que todo lo que hay, se ponga a disposición de la Fundación’. No hemos escondido nada, no hemos dejado papeles debajo de la mesa. Si hay papeles que pueden surgir después, es porque no los encontramos a tiempo. Todavía hay cosas, porque si uno va a la casa de mi papá y de repente abre algunos muebles, cajones de su escritorio, todavía hay carpetas. No son tan importantes, pero a lo mejor podemos encontrar algo ahí.