Personajes
El rol activista de Vanessa Hites y su interés en el conflicto de Medio Oriente
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
El 7 de noviembre Vanessa Hites (29) abrió su Instagram. Lo hizo desde Israel, luciendo un casco, un mes después del asalto de Hamas a ese territorio. Dos días antes, la abogada de la Universidad de Chile aterrizó en Tel Aviv y recorrió parte de los kibutz masacrados, invitada por la organización estadounidense World Jewish Congress (WJC), en la cual colabora.
Desde entonces, a través de sus redes sociales -además de programas de televisión, radio y paneles- se ha dedicado a abogar en pro de Israel en la Guerra que vive Medio Oriente.
“Esta es una guerra que nadie en Israel quiere. Nunca ha habido una intención de venganza. Todas las guerras son demasiado dolorosas. Y mi rol al vivir este conflicto desde Occidente es evitar lo que nos llevó a tener una guerra: todavía no hay un plan delineado para pensar qué va a pasar el día después, cuando la guerra termine. La mejor manera de colaborar es empezar a pensar en esas soluciones”, señala la hija del empresario Marcos Hites y la ex Miss Chile Carolina Michelson.
Vanessa vive desde el año pasado en Nueva York. Está estudiando un LLM en Derecho Internacional en NYU, con la idea de especializarse en derecho humanitario. Antes, trabajó en el área corporativa de los estudios jurídicos Ulloa y Cia, y Bruzzone y González. “Siempre tuve una vocación más pública. Hice un evento hace 10 años en la Universidad de Chile para la coexistencia de palestinos y judíos. Ha sido una década de este camino por abogar y cimentar por los DDHH”, asegura.
La familia Hites es de herencia judía. “Me hice el test de genética y muestra gran parte del área de Levante (Medio Oriente que incluye medialuna de Israel, Egipto y Jordania). Y luego, de vertientes producto de la dispersión: por mi abuela paterna de Grecia, España y Portugal, y paterno tenemos orígenes de Rusia. Pero en mi casa nunca se vivió el judaísmo como algo religioso, nunca practicamos Shabbat, ni ninguna festividad. Era algo más cultural”, dice.
Y añade. “Me siento mucho más identificada con alguien palestino que con una persona que no lo es; voy a su casa y me siento más en casa -es mucho más parecida a la mía- que una persona que no pertenezca a ninguna de estas dos colonias: ambas son inmigrantes, ambas llegaron a Chile y fuimos excluidas de los clubes de alta alcurnia tanto sociales como deportivos. En la generación de mis abuelos, era común que se juntaran judíos y paisanos a tomar café en el Mokka. Yo quise revivir esa tradición, estudié en un colegio laico (Grange) y siempre me rodeé de muchos amigos palestinos. Mi mejor amiga de toda la vida es palestina. Nunca entendí esta división”.
Lo que partió como un acercamiento por la parte histórica al judaísmo, mutó a política y luego a religiosa. Dice que fue en la Universidad de Chile, mientras estudiaba Derecho, cuando le tocó enfrentarse al movimiento de boicot contra Israel, que decidió comenzar su activismo.
“El movimiento buscaba boicotear los productos provenientes de Israel, pero también que no vinieran intelectuales de allá, o el director de una escuela de ballet, por ejemplo. Este movimiento me produjo un desconcierto porque las voces más críticas de un gobierno están, generalmente, en la academia y en la cultura. De hecho, los más detractores del gobierno de Israel son los israelíes”, explica.
“Yo elegí la Universidad de Chile pensando que era el canon de republicanismo de nuestra nación, pensando que me iba a enfrentar a un ambiente progresista, liberal, donde todas las verdades se tocan, y llega este movimiento fascista, unilateral, queriendo imponer la verdad moralmente correcta y prohibiendo y censurando todo aquello que sus postulados no adhieren. Y además, que es un movimiento que sólo importa odio y división, porque no se está preocupando por ayudar al pueblo palestino, generar empleo, etc.”, dice.
En 2013 se hizo parte de la Federación de Estudiantes Judíos, y en 2015 ejerció como presidenta. Desde ese rol, cuenta, se puso en contacto con la organización palestino-israelí llamada Círculo de Padres Foro de familias (PCFF, por sus siglas en inglés), que tiene una oficina en esos dos territorios, y que junta a personas de ambos grupos que han perdido familiares producto de la guerra, partiendo desde el reconocimiento del dolor mutuo.
“Mi mensaje era decir, si es que los palestinos e israelíes que viven en la zona de la guerra, que han perdido familiares, se pueden sentar y trabajar juntos por la vía del diálogo y coexistencia, quiénes somos nosotros en Chile para crear división”, señala.
Un par de meses después viajó a Israel y Palestina y visitó un campo de refugiados. “Ese fue el hito que me inspiró a seguir por este camino de la coexistencia”, explica.
En Deheisha, campo de refugiados en Palestina. Casa de Jameel al Aassas y su familia.
“Ahora todo mi propósito y mi proyección de futuro de venir a hacer este máster es precisamente poder trabajar en un organismo internacional que concierne al conflicto de Medio Oriente. Me encantaría ser parte de los juicios que se están viendo en La Haya, en la Corte Internacional de Justicia, en la Corte Penal Internacional”, dice.
“Que la muerte sea opcional”: El viaje de Ian Lee a la isla donde (casi) todo está permitido
“Netanyahu ha sido el peor líder de Israel”
“Creo que con lo que pasó después del 7 de octubre se revierte el reloj”, dice Vanessa Hites. “Porque, ¿qué gana Israel haciendo guerras y matando gente? Estábamos en un momento histórico donde Israel estaba firmando tratados de paz con países árabes”, agrega. “Lo que me da esperanza y fe es que si después de dos guerras mundiales se creó la Unión Europea, por ejemplo, espero que después de tanto conflicto vengan tratados de paz verdaderos. La paz es posible, sólo que se necesitan personas de mucho coraje”.
Sobre el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, asegura: “Creo que ha sido no sólo el peor líder de Israel como estado moderno, sino que quizás uno de los peores líderes que hemos tenido como pueblo judío en nuestra historia. Más que en esta guerra en específico -porque ahora hay un gobierno de unidad-, él es una persona que antepone sus intereses personales por sobre la nación, que ha traído mucha división al país y que tenía a Israel al borde de una guerra civil”.
Vanessa acaba de lanzar un podcast llamado Levantinas, junto a Alejandra Duke, donde hablan de “cómo muchas veces desde Occidente pedimos cosas que están tan desconectadas de la realidad”. Además, está intentando activar un grupo en Chile de mujeres chilenas judías y palestinas a través de la organización Woman Wage Peace -que se define como un movimiento de paz de Israel que tiene como propósito promover un acuerdo político-, del cual ella es representante en Chile.
“En Israel se encarnan todos los males de todos los tiempos de todas las generaciones. Y me llega en las redes sociales como ataque personal ver ‘genocida de niños’. ¡Soy todo menos eso! llevo 10 años siendo todo menos eso!”, relata. “Cuando fui a Palestina subí fotos e hice una declaración pública. Me siento súper segura de mis convicciones, y eso me da la seguridad de seguir expresando mi voz”.